Horacio Otheguy Riveira.
Todo lo que veo me sobrevivirá es la última parte del Tríptico de la Vida un ambicioso proyecto que, por su 40º aniversario, Cuarta Pared presentará entre los meses de febrero y abril de 2025 y que se lleva gestando durante dos años. En él, se ha propuesto a tres directoras (Aldara Molero, Aitana Sar y Raquel Alarcón) vinculadas a la trayectoria de Cuarta Pared y que cuentan con dramaturgos/as como Miguel Valentín, Lucía Carballal y Pablo Remón, entre otros/as, a desarrollar tres propuestas escénicas que parten de las mismas cuestiones: ¿Cómo se aprende a vivir? ¿Cómo afrontamos los fracasos y las alegrías? ¿Qué sucede cuando tenemos que elegir?

Dramaturga y directora, Raquel Alarcón da indicaciones al equipo actoral en uno de los ensayos.
Cuarta Pared, que obtuvo en 2020 el Premio Nacional de Teatro, lleva 40 años innovando con festivales, propuestas escénicas y convocatorias para creadores emergentes; 40 años apoyando la creación contemporánea, siendo motor y trampolín de muchos proyectos y artistas, tanto desde su programación regular como desde los laboratorios de investigación ETC (Escuela de Teatro Contemporáneo); 40 años renovándose en función de lo que el sector necesitaba en cada momento.
En su sala de exhibición tiene cabida mucha de la dramaturgia contemporánea que no llega a los teatros públicos, muchas de las propuestas que no encuentran su sitio, muchas de las investigaciones escénicas que en otros espacios no se han podido probar. Este 2025, en que Cuarta Pared cumple 40 años, celebra por partida doble: este primer semestre con el Tríptico de la Vida, con tres propuestas de tres directoras allegadas a la compañía, y en julio con una edición especial del Festival Essencia, por el que pasarán muchas de los compañeros de viaje de estos 40 años de la sala, compañía y escuela Cuarta Pared.
Y en estas que, en pleno -y emocionante festejo- Cuarta Pared decide agasajar a su público, agasajarnos con una nueva trilogía muy meditada, estructurada y ensayada. Un teatro en el que Todas las casas se presentan para dar lugar a un Murmullo de aves que nos ayudan a comprender y comprendernos, mientras que una niña ya sabe que Todo lo que veo me sobrevivirá.
El tríptico termina, se cierra, y a la vez abre muchas compuertas para continuar con su inagotable vitalidad, protegiéndose del olvido en nuestra memoria sentimental, el sonido de los aplausos finales, las voces tan precisas y preciosas de los intérpretes y la calidad de su dimensión de personajes.
Son historias inconexas que, sin embargo, guardan en su viaje al futuro un irrenunciable contacto con el pasado. En efecto, cada historia remite a infancias propias o ajenas que dan forma a nuestra existencia, lo mismo desde una aparente agresividad -arropada por conatos de ternura- que en la ingenua travesía de un muchacho y una mujer por bellísimas zonas, pueblos, bosques (muy buena video escena) o en la formidable MULTIAVENTURA de un niño y su entrenadora para jugar: un niño a cargo de padre rico, ambos demasiado solos.
En cualquier parte, un recodo donde reencontrar nuestra esencia, reclamando el histórico lugar de infancia donde sucedieron hechos que nos marcaron.
Un gran final para el Tríptico de la Vida con despliegue excelente de posibilidades actorales en un progresivo deslizamiento hacia el final, cuando los cuatro se unen para hablar con un supuesto autor (dentro de un espectáculo en el que hay, nada menos, que seis autores). Con Jorge Mayor de portavoz, todos hablan para que el profesional reciba EL ENCARGO de escribir una obra de 15 minutos con una clave: ha de incluir una EPIFANÍA. El autor desespera, está a punto de abandonar, prefiriendo la comodidad del fracaso en el que nadie ya le pedirá nada.
Sin embargo, todo sucede en un pueblo con procesión, y un padre que planta una higuera…
Lo poético se adueña del escenario y la función crece para llegar a su fin. Un nuevo trabajo en el que Cuarta Pared se ha volcado admirablemente, y que quienes por ello nos sentimos agasajados, les agradecemos profundamente.

Esther Isla y su multiaventura: prodigio de monólogo en el que vemos, y sentimos, a los personajes de los que se habla.

Entre el odio aparente y el amor verdadero, dos hermanos, Jorge Mayor y Julio Montañana, en un encuentro muy sugerente para cierta recomposición familiar.

Puchi Lagarde, una mujer de 60, junto a un intrépido conductor, Julio Montañana: lecciones de vida y reencuentro con un tiempo en elcque, perdida y olvidada en un bosque, una niña se siente dichosa y libre…
Dramaturgia: Raquel Alarcón y Melanie Werder
Autoras/es: Raquel Alarcón, Lucía Carballal, Esther García Llovet, Roberto Martín Maiztegui, Pablo Remón y Melanie Werder
Dirección: Raquel Alarcón
Interpretación: Esther Isla, Puchi Lagarde, Jorge Mayor, Julio Montañana, Gilda Polo Camacho y Viena Polo Camacho
Vestuario y escenografía: Berta Navas
Diseño de sonido: Kevin Dornan y Manu Solís
Diseño de iluminación: Nuria Henríquez
Videoescena: Bárbara Sánchez
Ayudante de dirección: Laura Hernando
Fotografía y grabación de vídeo: Javier Sánchez-Guerrero
Edición de vídeo: María Moreno Novoa
Diseño de cartel: Irene G. Lara (Verde Pistacha)
Producción, distribución y comunicación: Cuarta Pared
Prensa: Manuel Benito y Cuarta Pared
ESPECTÁCULO PRESENCIADO EL 25 DE ABRIL DE 2025
SALA CUARTA PARED. HASTA SÁBADO 26 DE ABRIL 2025.