Sergio Vargas.

James   Ellroy, es un “peleón”, como su forma de escribir. Ahora le toca a la buena de Marilyn caer en sus combates. Y es que, la eminencia de la novela negra angelina, está de vuelta con su personaje favorito el detective corrupto Freddy O, en su nueva novela, Los seductores (RANDOM HOUSE). También vuelven sus frases cortas y desgarradoras y sus ritmos acelerados. Y cómo no, las pelirrojas, los racistas, los trajes gris perla y los hombres débiles frente a las mujeres fuertes.

Los mundos de Dashiell Hammett y Raymond Chandler, escritores amados en su niñez y su visión privada de California confluyen en una gramática llena de brutalidad, misoginia y aroma a caso no resuelto. Más allá de todo esto, hay una visión del mundo marcada por la tragedia personal, ya que Ellroy, cuando tenia diez años sufrió el asesinato de su madre, que murió estrangulada y nunca se encontró al culpable.De ahí que su visión del mundo esté llena de: hombres blancos malos, mercenarios, extorsionistas, rompe piernas y políticos de baja estofa.

Ellroy, no puede abandonar las tramas psicosexuales que se repiten en su obra, muy dramatizadas, de carácter obsesivo que suponen la marca distintiva en su narrativa. Una ficción que es impulsada más por un protocolo que por la trama. El cebo en esta novela es Marilyn Monroe, su representación no conlleva un diagnóstico exhaustivo ni rehabilitar su persona.

A través de Freddy, seguimos a la artista por toda la ciudad en escenas que podrían haber sido tomadas de la película “Vértigo” de Hitchcock. Por su parte el autor no se involucra, sus lectores quieren que lo haga y es cuando la historia empieza a flojear, se aplana un pelín hasta que resurge su talento para retratar el caos. Concluyendo, en “Los seductores”, Ellroy ha vuelto a visitar las mismas escenas, los mismos personajes, pero de una manera más  desenfocada; seguramente se debe al paso de tiempo y es ahí cuando la historia empieza a dormirse y el escritor parece que se queda atrapado en una espiral de la cual intenta zafarse con mucho oficio.