A veces, lo que se puede sentir como pereza o desgano, puede esconder síntomas con trastornos emocionales. ¿De qué forma se puede identificar esos sentimientos y qué recomiendan los especialistas?
En una cultura que exalta la productividad, la motivación constante y el entusiasmo permanente, tomarse una pausa o sentir desinterés puede ser rápidamente catalogado como pereza. Pero detrás de esa aparente falta de voluntad, puede esconderse algo más complejo. Un test de apatía busca justamente indagar si esa indiferencia responde a un estado emocional pasajero o a un síntoma más profundo relacionado con condiciones psicológicas o neurológicas.
En muchas ocasiones, lo que parece ser simple desgano es, en realidad, la manifestación de un vacío emocional más grande. La apatía profunda, lejos de ser una elección o un rasgo de personalidad, suele presentarse como un síntoma asociado a trastornos como depresión, ansiedad o alteraciones hormonales y neurológicas. Las personas que la padecen, experimentan problemas para sentir y expresar emociones, una pérdida total de sentido, dificultades para comunicarse, y una desconexión progresiva con su entorno y consigo mismas.
Por eso, más allá de los estigmas sociales o las etiquetas rápidas, entender cómo funciona un test de apatía, puede ofrecer un primer paso hacia una evaluación más certera. Aunque estas pruebas no reemplazan un diagnóstico clínico, sí permiten detectar señales de alerta que deben ser atendidas por profesionales de la salud mental.
Cómo se realiza un test de apatía profunda
Un test de apatía profunda suele presentar un conjunto de afirmaciones relacionadas con estados emocionales, cognitivos y conductuales, ante las cuales, la persona debe responder “sí” o “no”. Este formato facilita la autoevaluación, aunque los resultados deben interpretarse con cautela.
Cuando predominan las respuestas afirmativas, el test sugiere que podría haber un cuadro de apatía profunda. Esta última puede ser entendida como un síntoma severo o leve, resultado del estrés prolongado, una situación traumática, de un duelo complejo e incluso de un cuadro depresivo que está en sus inicios.
En algunos casos, si se sospecha que la apatía forma parte de un trastorno mayor como la depresión, entonces el profesional puede aplicar otras pruebas como la Escala de Depresión de Beck, que consta de 21 preguntas valoradas con puntajes del 0 al 3. El total obtenido permite clasificar el estado emocional del paciente en niveles de depresión leve, moderada o severa, pero siempre bajo supervisión profesional.
¿Qué resultados puede arrojar un test de apatía?
Los resultados de un test de apatía profunda pueden ofrecer distintas lecturas según la cantidad de respuestas afirmativas y su combinación. Si predominan los “sí”, el test sugiere que el individuo podría estar atravesando un momento de desconexión emocional severa, lo cual requeriría atención psicológica. En cambio, si la mayoría de las respuestas son negativas, probablemente se trate de una situación de agotamiento transitorio o falta de motivación específica.
La Escala de Beck, por su parte, establece tres posibles niveles: depresión leve (cuando los síntomas no interfieren de forma significativa con la vida cotidiana), moderada (cuando afectan el trabajo, las relaciones o el descanso), y severa (cuando aparecen pensamientos intensos o crisis emocionales graves). Esta última categoría indica la necesidad de buscar ayuda inmediata.
En cualquier caso, tanto el test de apatía como los cuestionarios asociados deben entenderse como un instrumento preliminar. Según el material consultado, “la única persona que puede darte un diagnóstico exacto, es un psicólogo o psiquiatra”.
¿De qué trata el test de frialdad?
Existen personas que son etiquetadas como frías no porque carezcan de emociones, sino porque tienen dificultades para identificarlas y expresarlas. Esta característica se relaciona con la alexitimia, un rasgo que, si bien no constituye una enfermedad, puede ser un síntoma de condiciones psicológicas más complejas, como el burnout severo, la depresión o el estrés postraumático.
El test de frialdad o de alexitimia permite evaluar hasta qué punto una persona tiene problemas para reconocer sus emociones y verbalizarlas. En general, estas pruebas se estructuran como cuestionarios con respuestas múltiples, y uno de los más conocidos es la Escala de Alexitimia de Toronto (TAS-20), que evalúa tres dimensiones: dificultad para identificar sentimientos, para describirlos, y una tendencia a enfocarse en estímulos externos en lugar de los internos.
De todas formas, realizar este tipo de test no reemplaza el criterio clínico. Como aclara el propio cuestionario, “los resultados no deben ser interpretados como un diagnóstico psicológico”. El valor de estas herramientas reside más bien en su función orientadora, que puede ayudar a una persona a comprender ciertas dificultades emocionales y considerar la necesidad de consultar con un psicólogo o psiquiatra.