Manuela Vicente Fernández.

Mapas de asfalto (Menoscuarto Ediciones, 2024), es la segunda novela de Carmen Peire, escritora y editora de larga trayectoria literaria y cultural.  Autora de varios libros de relatos y antologías, en Mapas de asfalto repasa la historia de nuestro país en la transición, sumergiéndonos en la historia de Hércules León y también en la historia de una ciudad en expansión, reflejada en el contexto de uno de sus barrios marginales, Distrito Sur.

La historia de Hércules León, un personaje humilde que acude a la ciudad para labrarse un porvenir, será también la historia de muchos de los personajes que pueblan Distrito Sur y el albergue en el que Hércules encuentra alojo y del que acaba haciendo su hogar. La historia de Negro Smith y de Juana, la Cheviste; la historia de Montse, trabajadora social que intenta ayudar a los menos favorecidos a encontrar su sitio y, por extensión, la historia de la amiga periodista de Montse, que es la encargada final de relatar esta historia de muchas. La encargada, también, de reconocer la naturaleza de un amor entre dos mujeres, en un tiempo en el que esta clase de relaciones se mantenía en la sombra.

A la vez, el libro, en un bucle infinito de historias y subtramas entrelazadas, nos revela una historia de amor gigante entre tres personas, tres desamparados que se cobijan mutuamente: Hércules León, Juana la Cheviste y Negro Smith, un trío de seres solitarios que aprenden a darse compañía y a convivir juntos, compartiéndolo todo.

Mapas de asfalto se nos revela como una obra sobre la amistad y el amor, en todas sus variantes. Entre sus páginas esconde un profundo mensaje de adaptación y superación de las condiciones externas e internas. Hay que adaptarse al desarraigo para aceptarlo y superarlo con todo el optimismo preciso para tal tarea. Hay, en los personajes de Mapas de asfalto, una necesidad de hogar que pasa siempre por la aceptación del otro y la reivindicación de la propia identidad, por mucho que esta sufra los avatares del destino y viva agazapada bajo un mal techo, unas mantas raídas o unos sueños rotos. Es la reivindicación de los derechos intrínsecos al ser humano, por el mero hecho de serlo: el derecho a soñar y a la alegría, aún en las condiciones más miserables.

La historia de una chica rebelde que quiere forjarse su destino fuera de los moldes familiares, no deja de ser también la de Hércules León, cuando quiere labrarse un porvenir y acude, con su título de barrendero y su uniforme, a la ciudad en busca del trabajo prometido que resulta ser una estafa, pero en el que insiste y en el que logra trabajar, aunque sea de voluntario. Sus historias nos hablan de un país que intenta reconstruirse y ve crecer los barrios marginales donde acaban los desubicados, los desilusionados, que, pese a todo, intentan a su manera persistir en los objetivos.

Hércules acabará encontrando su sitio en lo sencillo. No aspira a más que a barrer, a mantener limpio el mundo por el que pasa. Así, en su atlas imaginario, va barriendo los Alpes, la Patagonia y cada rincón del planeta representado en el microcosmos del entorno cercano al albergue.

Carmen Peire nos recuerda, en esta obra magna, el poder y la virtud del agradecimiento, también de la buena memoria, al mostrarnos a un Hércules que, haciendo honor a su nombre, no olvida nunca depositar ese ramo de flores diario a Montse. Con el escaso dinero de las propinas que recibe por su desinteresada labor, consigue reunir, moneda a moneda, un pequeño capital para sufragarse su propio entierro. Un entierro en el que no faltará detalle y será digno de un marqués.  Lo que no ha sido en vida lo representará en la muerte, en su viaje definitivo. En vida no le alcanzó ni para ver el mar, pero si para pagar un convite a los amigos que acudan a despedirlo. Deja dispuesto recogerles en limusina para llevarlos «al banquete» por excelencia.

Hércules vive una vida austera, de caridad y acogida, pero no olvida nunca sus principios ni sus sueños. Todos esos viajes que no pudo hacer cuando vivía, incluida la visita a sus padres, lo hará de muerto por el vasto y cósmico universo. Tendrá voz en la muerte, una voz en off, que dará cuenta de las percepciones que no tuvo de vivo. Hércules León se nos revela, en Mapas de asfalto, como un nuevo Quijote para los marginados, pero un Quijote cuerdo, lúcido en sus sentimientos, cumplidor con aquellos que le rodean, generoso y grande en su humanidad.  Mapas de asfalto, de Carmen Peire, un elogio a la dignidad humana.