Por Ana Isabel Alvea Sánchez.
ESPECTRO, UNA FICCIÓN POSTMODERNISTA SOBRE LA EPOPEYA DE LA LIBERTAD PERSONAL
Espectro es el último poemario de José de María Romero Barea, profesor, poeta, narrador, traductor y crítico literario. Ha publicado las novelas WTBTC (2018) y Uf (2019) y los volúmenes de crítica La fortaleza de lo ilegible y Asalto a lo impenetrable (2015). También es autor de un proyecto titulado Poesía (qué si no) cuyos libros componen recurrentes trilogías. Su primera sección, el corazón el hueco, consta de Resurrecciones (2011), (mil novecientos setenta y) Dos (2011) y Talismán (2012). El poemario un mínimo de racionalidad un máximo de esperanza (2015) inaugura la segunda sección. Réplica (2023) es uno de los elementos que viene a integrar una nueva tríada titulada Palabras en la espiral del aire. Es autor, además, de la trilogía narrativa Interrupciones, compuesta por Hilados coreografiados (2012), Haia (2015) y Oblicuidades (2016).
Sus libros siempre suponen una exploración en las profundidades del ser, en sus padecimientos, angustias, dudas, miedos; una indagación en la existencia, análisis de la sociedad y aguda reflexión de la propia escritura. En mi opinión, sus textos se pueden considerar una metaficción postmodernista autorreflexiva y reflejan las teorías literarias modernas que consideran la literatura, incluida la poesía, como mera ficción. De este modo, el autor saca a relucir en este poemario la mentira que supone toda escritura -nada de todo lo demás es Literatura, en estos tiempos todo es Literatura- y somos unos ingenuos si caemos en el error de identificar la voz poética con el propio autor, nunca el sujeto del poema es verdadero, atrás quedó esa estela del Romanticismo.
En el pensamiento postestructuralista -además de marcarse la diferencia entre el sujeto del enunciado y el autor, como hemos indicado anteriormente- el centro o sentido está ausente en un mundo en el que se han perdido las referencias. Ni el mundo ni uno mismo poseen unidad, coherencia, significación, vivimos “descentrados”. Jacques Lacan consideraba que el pensamiento occidental ha dado por sentado el sujeto unificado y una conciencia unificada y realmente no es así. Esta falta de unidad y de sentido los comprobamos en el texto.
Nos afirma que el poemario, creado con una atmósfera onírica y fantasmal, recordemos que para Jacques Lacan la Literatura podía parecerse a los sueños en su libre juego de sentido, no representa ninguna realidad ni verdad, sino que constituye un mito, retórica del idealismo, ensueños, momento mitificado. Y resalta la cuestión de la identidad, tema al que se le da varias vueltas: Lo que uno quiere ser, lo que uno es capaz de ver aunque busque diferentes perspectivas, las máscaras que nos obligan a colocarnos, lo que uno aparenta ser.
Otro rasgo de escritura postmodernista en este poemario es su eclecticismo en cuanto a género literario, rompe las fronteras del discurso, predomina la imagen y la fragmentación y también subyace cierto escepticismo.
La vida es un libro que se lee de corrido, manifiesta en Posesiones, aunque matiza que solo podemos conocer lo visible, una mínima parte, y la realidad bien podría ser un sueño o ilusión, tal como la consideraba Calderón de la Barca, o el budismo.
En cuanto a la representación de la realidad, lamenta nuestra incapacidad para revelar o representar la experiencia y la extrañeza de la vida, para decir lo innombrable con un lenguaje que siempre traiciona y siempre es insuficiente.
Podemos asentir que nuestro autor posee una estética en la que predomina la hibridez, con poemas en prosa y en verso. Consciente de no poder abarcar la totalidad, nos presenta fragmentos a base de asociaciones de imágenes con algunos destellos o frases reveladoras que parecen aforismos. Proclamar su poética cuando indica: “Repetir en páginas pastiches tercamente borrosas, en realidades superpuestas, vanas las esperanzas de romper todas las reglas en poesía (…) Luchar para construir algo propio, abstracciones, atrapar una nostalgia que te acerca a la abstracción, un modo de continuar volviendo (…) No ilustres, yuxtapón”. Y yuxtapone asociaciones de imágenes e ideas. Formas de mirar dentro o alrededor.
La poesía habla de la pérdida, ya saben, se canta lo que se pierde, y se siente grandes e importantes pérdidas en este ajuste de cuenta con la memoria.
La fugacidad de la vida está muy presente, testimonia fielmente la evanescencia de los acontecimientos, cómo nacemos para ser destruidos; sin embargo, tal vez enfrentándonos a nuestra propia mortalidad, acaso con la aceptación, obtengamos más serenidad y sintamos gratitud a la vida. Jardines colgantes de un sentimiento que nos cura. Alegría sobre la locura ilusoria del crescendo.
Define la memoria como fantasmal, gris, marmórea y los recuerdos, lejanos, distantes, borrosos, un espectro, fantasmas que nos persigue, tal vez de ahí el título; aunque el autor declara que usó Espectro para referirse a una variedad de tonalidades y colores que vienen a significar la diversidad de perspectivas, contradicciones e identidades que poseemos.
Nos advierte que recordar conlleva una visión deshonesta de un pasado. Sin embargo, los recuerdos también son nociones con los que conocemos y nombramos la realidad.
En el texto se dirige en todo momento a un tú, resultado tal vez de un desdoblamiento, de hecho, hace mención expresa a un doble, quien usurpa su lugar; o bien está apelando en todo momento al lector.
Resalta la confrontación existente entre el individuo y la sociedad cuando el colectivo obliga a reprimir motivaciones y emociones porque difieran de la moralidad social imperante e incita a colocarnos máscaras, a perdernos de quienes realmente somos hasta el punto de llegar a desconocernos u olvidarnos de nuestro verdadero rostro, y nos advierte que la excesiva razón puede producir monstruos.
Destaca la importancia primordial que puede tener en nosotros aquello no acontecido, cómo nos centramos en lo que falta, no en lo que tenemos, lo ausente puede sentirse con más intensidad que el presente, tal vez una forma de escapar de la realidad o de experimentarla.
Ausencia de un centro y de unidad, identidades en constante cambio, una sociedad represiva e injusta, un vivir intensificado por los recuerdos perdidos. Escuchar es ingresar en el ojo de la tormenta. ¿Qué sabemos? Todo lo que sabes es falso.
Concluye que este libro es un largo soliloquio sobre lo que significa estar vivo / aquí y ahora / con todas sus dudas y justificaciones. Representa una lucha por la libertad personal, un intento de dar sentido a la existencia, por comprender y poder ver, llegar a ser digno, un deseo de liberarse y dejar atrás, de renacer en definitiva y conocer cómo nos sentimos en este difícil arte de vivir.