Héctor Peña Manterola.

Nacido en Barcelona en 1968, hijo de una modista y de un auxiliar administrativo, la vida académica de Francesc Miralles fue de fracaso en fracaso hasta que una profesora universitaria le contagió la pasión por el alemán. Tras licenciarse en Filología Alemana y hacer un postgrado de Edición en la Universidad de Barcelona, trabajó de traductor y posteriormente de editor en un sello de autoayuda. Los años de confinamiento en la oficina le convencieron de que aquella no era vida para él, así que presentó su dimisión para viajar por el mundo, trabajando como freelance.

En un largo viaje por la India escribió su primera novela. Al principio de su carrera literaria se centró en la narrativa juvenil. Dentro de este género destaca su bilogía Retrum, publicada en 8 idiomas, y Pulsaciones, en coautoría con Javier Ruescas, novela pionera al estar escrita exclusivamente con mensajes de teléfono, con decenas de ediciones en Hispanoamérica. Su primera novela para adultos, amor en minúscula, fue traducida a 27 idiomas, permaneciendo en Alemania dos años en las listas de los más vendidos. A esta siguió Ojalá estuvieras aquí y Wabi-Sabi, entre otras.

Su ensayo más traducido ha sido Ikigai: los secretos de Japón para una vida larga y feliz. Escrito junto a Héctor García, se ha traducido a 70 lenguas, y ha sido nº1 en las listas de países anglosajones y en la India. Periodista de medios como El País Semanal, CuerpoMente, la Cadena SER y RNE, en la actualidad imparte charlas y talleres de desarrollo personal en todo el mundo.

HÉCTOR PEÑA.- Buenos días, Francesc. Muchas gracias por dedicarnos este tiempo. Esta ha sido la primera vez que leo una obra tuya, y quizá respondas a la siguiente pregunta introductoria en Los lobos cambian el río (aunque creo que de Escrito en la Tierra también puede extraerse una reflexión), pero, ¿por qué escribir?

RESPUESTA.- Esa es la pregunta que deberían hacerse todas las personas que acuden a un taller de escritura, porque muchas veces no lo saben. Desde luego que no deberías escribir porque quieres hacerte famoso, ya que eso llega a una persona entre un millón. Debes escribir porque necesitas hacerlo desde lo más profundo, porque sin escribir te sientes vacío, porque tienes una historia que pide a gritos ser contada. O, simplemente, porque escribiendo disfrutas más que haciendo cualquier otra cosa. Paul Auster dice que solo puedes ser escritor si, pese a todas las dificultades que te esperan en el camino, llegas a la conclusión de que no sirves para otra cosa.

HP.- Escribí la reseña de Escrito en la Tierra tiempo después de la lectura. Lo habitual, al menos en mi caso, es hacerlo al poco de terminar, cuando el músculo sigue en caliente. Esto hace que hoy mi enfoque sea diferente. Para quien no haya leído la obra, ¿cuál dirías que es el hilo conductor de los tres libros que forman el texto final?

RESPUESTA.- Es un libro concebido para personas del ámbito creativo, como escritores, editores, agentes literarios… El hilo conductor de las tres obras que incluye es la exploración creativa y espiritual, así como las claves del éxito en la difícil cocina de la narrativa y del desarrollo personal. 

HP.- Un aspecto que destaco de tu punto de vista es el optimismo. Cuando te leía, la imagen de la barca en el mar de Galilea, zozobrando a merced de la tempestad, pero manteniéndose a flote, se instaló con fuerza en mi imaginario. Le dedicas un apartado a explicarlo (otros autores se centran en aspectos oscuros, tú no, aunque la cara oscura de la luna existe y se entrevé). ¿Crees que el enfoque que un autor le da a la literatura está supeditado a su carácter, o bien que un cambio forzoso de punto de vista puede modificar su forma de ver el mundo una vez cierra el procesador de textos? Lo pregunto en base a tus experiencias personales, más allá de los postulados psicológicos y los estudios realizados recientemente.

RESPUESTA.- En el primer volumen de mi biografía, Los lobos cambian el río, fui todo lo oscuro que puedo ser. Es un libro donde cuento un montón de calamidades —algunas divertidas— sobre mi iniciación en el amor, la vida familiar, los viajes, los primeros escarceos literarios, trabajos que eran una trampa para el alma… El tono de ese libro es melancólico porque mi infancia y adolescencia lo fueron, y en ocasiones mucho peor que eso. Aquel volumen termina justo cuando voy a escribir mi primer libro. Escrito en la Tierra habla de atreverse a intentar lo imposible, de aprendizajes y transformaciones, de la ruleta del éxito y del oficio de acompañar a otros autores hacia el éxito. Es un libro que habla de expansión y coraje; en ese sentido, tiene un tono opuesto al primero.

HP.- Escrito en la Tierra puede camuflarse como un libro para escritores, al hablar, durante el primer tercio, «de la cocina de los libros de éxito». Esto está genial y, como autor, lo agradezco, pero creo que la moraleja es aplicable a cualquier empresa, con independencia de que sea personal o laboral. ¿Qué le dirías a un posible lector no interesado en la escritura respecto a este primer «sublibro»?

RESPUESTA.- Muy bien visto, esa cocina del éxito que se explica a través de decenas de anécdotas es aplicable a cualquier persona que quiere emprender o dar un salto de una vida que no le motiva a un proyecto verdaderamente suyo, más allá del sector en el que trabaje. Es una guía muy informal para idealistas.

HP.- El segundo «sublibro» se titula «Apuntes para la vida». Recopila publicaciones virtuales y pequeñas historias al modo de una amplia colección de relatos. Los temas tratados son variables, y tu prosa tiene la capacidad de despertar el interés donde antes parecía impensable. Si volvieras a trabajar en el libro, ¿consideras que has dejado fuera capítulos que deberían estar incluidos?

RESPUESTA.- Es difícil de responder a eso. En esta segunda parte elegí, entre medio millar de artículos escritos los últimos quince años, aquellos que me parecieron más atemporales y que pudieran tener interés, después de todo lo que se contaba en la primera. Si hubiera hecho esa criba en otro momento mental o emocional, quizás hubiera cambiado un poco la elección de temas, pero tampoco mucho. Son los «clásicos» que suelo contar en charlas para escritores o en otros ámbitos creativos.

HP.- A lo largo de la obra mencionas en varias ocasiones a Héctor García y la amistad que os une. Es un nombre sonado para nuestros lectores, ya que tuve el honor de que pasase por mis manos tiempo atrás, a raíz de la publicación de La Era de la Eternidad (siempre me confundo con las mayúsculas) en Minotauro. ¿Cuál crees que su mayor virtud?

RESPUESTA.- Aparte de su extraordinaria bondad y amistad, admiro mucho de él su capacidad para descubrir nuevas tendencias, especialmente en el mundo anglosajón. Cuando él me recomienda un libro, un documental, una película, enseguida voy a por ello porque sé que me gustará. Como escritor, nos complementamos muy bien, porque él es la parte académica, de investigación —filológica incluso—, mientras que yo soy más un storyteller, mi trabajo es darle una forma narrativa a lo que queremos contar.

HP.- ¿Cuál crees que es el mayor compromiso de un escritor para con su público?

RESPUESTA.- Quizás suene poco ambicioso literariamente, pero el primer compromiso es entretenerle. Nada da más rabia que gastarte veinte euros en un libro y descubrir, cuando llevas diez páginas, que te aburres como una ostra y que no te interesa lo que te están contando. Da igual el lucimiento estilístico, si la historia no atrapa desde el principio, no le puedes decir al lector: «Espera, espera… Luego lo comprenderás todo». Al menos hoy, nadie te va a dar ese crédito. Cuando a mí me pasa eso con un libro que he comprado, me lo olvido deliberadamente en un banco del metro. Ojalá otra persona lo reciba de otra manera.

HP.- ¿Cuánto ha cambiado el Francesc que escribió «El cuaderno naranja» hace casi 20 años? ¿En algún momento te imaginaste un futuro como tu presente?

RESPUESTA.- Ha cambiado mucho. Ese energúmeno que viaja al sur de España para su primer retiro budista era una persona llena de juicios y de prejuicios. Eso sí, el relato era tan exhaustivo en mi cuaderno —debía de aburrirme mucho— que me pareció que podía tener cierto valor compartirlo, e incluso resultar gracioso.

HP.- He tenido la oportunidad de conversar en alguna ocasión con los profesionales de la agencia literaria Sandra Bruna por motivos que no vienen al caso. Desde aquí quiero enviar un saludo al equipo. En el libro hablas de la relación que os une, los altibajos iniciales y el fructuoso vínculo desarrollado con los años. Para nuestro público escritor (marginado antes; hemos de compensar), ¿qué consejos les darías para la búsqueda de una agente?

RESPUESTA.- Esto de los agentes literarios es todo un tema. Yo creo que es la gente más ocupada del planeta. Por eso, solo pueden contestar una pequeña parte de los correos que reciben. Para que un agente quiera representarte, se tiene que dar una de estas condiciones: 1) Has publicado ya algunos libros con algo de éxito, 2) Eres alguien con relevancia pública, 3) Tienes un proyecto tan comercial que, aunque seas un completo desconocido, van a apostar por ti.

HP.- Para finalizar, reitero el honor que es para nosotros contar con tus palabras. Ahora que nuestros lectores están satisfechos, bajo el puñal que presionaba tus riñones y te permito volver a casa. Respira. Ha colado.

Me gusta terminar las entrevistas cediendo el micrófono. ¿Qué le dirías a los indecisos que dudan si la obra será para ellos?

RESPUESTA.- Les diría que esta obra consta de muchos pequeños capítulos acerca de un montón de temas. Es difícil que no les interese al menos una parte. Si algo tiene Escrito en la tierra, por el feedback que me llega de todas partes, es que es ameno y se aprenden cosas.