ESPAÑA EN SORDINA
COCA O CAMELOT
En el castillo de Coca, en Castilla, se rodó en 1967 la película “Camelot” de Joshua Logan, con Richard Harris y Vanessa Redgrave. Fue mi primera visión de la fortaleza del rey Arturo y de los amores de Lancelot con la reina Ginebra. Los americanos dan una anacrónica visión pacifista y democrática del rey como un superador del feudalismo. Pero yo de niño no me fijaba en esas cosas.
Es un castillo de ladrillos con torrecillas que flotan. Con aberturas en forma de cruz sobre un círculo que pueden tener algún significado esotérico. Con ritmos musicales de líneas y arquerías. Con falsos apoyos como las catedrales cistercienses.
El foso es de una potencia que abruma. Parece que se puede meter en él un mar que separe de todo al castillo.
Como si entre el castillo y el mundo cupiesen barcos y lejanías y aventuras. Como si el castillo fuese una isla que crease otra realidad.
Las salas se afilan hacia la luz. Las aberturas abocinadas conducen hacia la luz destilada como un milagro. Parece un prodigio el exterior visto desde esas ventanas íntimas. Incluso la capilla con el altar en el ángulo parece clavarse en el espacio.
Me acuerdo de cuando el rey Arturo aparecía con un ramo de flores y decía que alguien tendría que cogerlas. Richard Harris estaba muy convincente y Vanessa Redgrave parecía única para hacer de reina Ginebra.
Tenía gracia convertir un castillo en el páramo castellano en el castillo céltico del rey Arturo. Aunque la mayoría de los decorados de interiores se hicieron en el propio Hollywood en cartón piedra. Y a veces se nota.
Por la Puerta de la Villa se entra en el pueblo de casas bajas. Por eso destaca la verticalidad de la torre de San Nicolás. La calle Canongia lleva hasta ella. Hay que torcer a la derecha para llegar al ayuntamiento y la iglesia de Santa María con sus fuertes gabletes y su linterna vaporosa. Por la calle Hontanilla tapada con árboles desnudos se sale otra vez de la villa.
Coca era una metrópoli celtíbera antes de Cristo y por eso se enfrentó con fuerza a los romanos. Y luego lo siguió siendo. Pienso en Teodosio soñando con ser emperador romano.
Y consiguiéndolo al fin. Y levantando monumentos en Constantinopla.
Es un castillo compacto y fuerte. Pero el ladrillo y el color rosado le dan un toque irreal, fantástico. Parece que fuera un castillo pintado. O una ocurrencia del atardecer en mitad de la llanura.
Es fácil ver allí la pasión secreta entre Lancelot y Ginebra. Las caras que ponían Vanessa Redgrave y Franco Nero. El sueño de un mundo mágico bajo un rey que los amansara a todos. Y que les diera ilusión a todos.
ANTONIO COSTA GÓMEZ
FOTO: CONSUELO DE ARCO