Se publica una traducción de una de las musas del feminismo lésbico
Redacción.- Se acaba de publicar, por primera vez en castellano, el libro Dispersiones, de Natalie Clifford Barney (Dayton, 31 de octubre de 1876-París, 2 de febrero de 1972). La autora fue una escritora, poeta y novelista estadounidense que vivió como expatriada en París. Fue anfitriona de unas reuniones literarias que se celebraron durante más de sesenta años en su casa situada en la llamada Rive gauche de París y que congregaron a escritores y artistas de todo el mundo, incluyendo a muchas figuras importantes de la literatura francesa, junto con modernistas estadounidenses y británicos de la llamada «generación perdida». Trabajó para promover a mujeres escritoras y para ello creó la «Academia de las mujeres» en respuesta a la Academia francesa, compuesta exclusivamente por hombres. Al mismo tiempo brindó apoyo e inspiración a escritores masculinos como Remy de Gourmont y Truman Capote.
Barney publicó su primer libro en 1900, una colección de poemas titulada Quelques portraits-sonnets de femmes. Las críticas fueron positivas en general y el titular en un diario de chismes de sociedad fue: «Safo canta en Washington», lo cual alertó a su padre, quien compró y destruyó las existencias restantes de la editorial y las planchas de impresión. Para escapar de su dominio, publicó su siguiente libro Cinq petits dialogues grecs (1901), bajo el seudónimo de Tryphé. El nombre lo tomó de una obra de Pierre Louÿs, quien le ayudó a editar y a revisar el manuscrito. En 1910 publicó Je me souviens, Actes et entr’actes, una colección de obras cortas y poemas, y Èparpillements (Dispersiones), su primera colección de “pensamientos”, cuya traducción a cargo de Julio Pollito Tamayo ahora publica la editorial Cypress Cultura en su colección Délfica.
Esta forma literaria se había asociado a la cultura de salón de Francia desde el siglo XVII, cuando el género se per-feccionó en el salón de Madame de Sablé. Los pensamientos de Barney, como las de Sablé, son cortos, frecuentemente epigramas de una línea o bon mots. Un ejemplar de la obra llegó a manos de Remy de Gourmont, quien por aquella época vivía encerrado en su casa debida a una grave enfermedad; se sintió tan impresionado por la obra que invitó a Barney a una de sus reuniones dominicales, en las que solamente recibía a un pequeño grupo de viejos amigos. La presencia de Barney fue una influencia rejuvenecedora en su vida, animándole a salir a pasear en coche por las tardes, a ir a cenar a la Rue Jacob, a un baile de máscaras e incluso a un breve crucero por el Sena. Él transformó algunas de sus conversaciones, que tantos temas abarcaban, en una serie de cartas que publicó en el Mercure de France, llamándola Amazone, una palabra francesa que puede significar tanto jinete como amazona; posteriormente las cartas fueron recopiladas en formato libro. Remy de Gourmont murió en 1915, pero el sobrenombre que le otorgó acompañaría a Barney a lo largo de toda su vida (incluso su lápida la identifica como «la Amazona de Remy de Gourmont») y sus Cartas a la Amazona dejaron a los lectores con ganas de saber más acerca de la mujer que las había inspirado.
Barney era abiertamente lesbiana y comenzó a publicar poemas de amor dedicados a la mujer bajo su propio nombre desde 1900, ya que consideraba que el escándalo era «la mejor manera de librarse de las molestias» (refiriéndose a la atención de hombres jóvenes heterosexuales). Apoyó en su obra el feminismo y el pacifismo. Se opuso a la monogamia y mantuvo al mismo tiempo relaciones de corta y larga duración, que incluyeron romances intermitentes con la poeta Renée Vivien y la bailarina Armen Ohanian y una relación de cincuenta años con la pintora Romaine Brooks. Su vida y sus amores sirvieron de inspiración para muchas novelas, como el best seller francés Idilio sáfico de Liane de Pougy o El pozo de la soledad de Radclyffe Hall, sin duda la novela de temática lésbica más famosa del siglo XX.