«Los de ahí»: marginales en el sugerente teatro de Tolcachir
Horacio Otheguy Riveira.
El hermoso telón del Teatro María Guerrero nos aísla de todo mal, sus no menos hermosas butacas nos protegen de la desdicha del dolor que abunda en lejanas guerras o cercanas marginaciones. Es un mundo perfecto que, de pronto, desaparece para dejarnos entrar en una especie de terreno baldío donde jóvenes repartidores viven al margen del confort de aquellos a los que entregan paquetes… en tierra extraña.
—Otra licuadora…
—¿Cómo sabes lo que hay dentro?
—Para mí son siempre licuadoras…
No es que el humor les acompañe a todas horas, pero sin alguna dosis de risas no podrían sostener sus bicicletas, cumplir con el necesario pan de cada día, desde ese lugar misterioso donde una máquina les avisa y entrega el objeto que deben llevar, y luego paga, tras confirmar recepción.
Una máquina dirige a gente llena de vida, dispuesta a darlo todo para mantenerse en pie. Por ejemplo, un joven maravillado por la «sorpresita» de su niña de dos meses, tras una pasión fugaz con una nativa que habla un idioma que no entiende, como todos los de esa ciudad donde no se habla castellano…
Otro añora al compañero que hace días que no regresa y que echa mucho de menos, pero no habla de él, habla, como todos, de diferentes asuntos, alejados de sus angustias, mientras nos vamos enterando de pequeñas-grandes cosas, como la paulatina pérdida de visión de otro ciclista que añora el carnaval apasionante de su pueblo junto a una mujer mayor con la que forma pareja… una mujer que huye…
Encuentros, desencuentros, fugas y soledades que se acompañan solidariamente.
Los de ahí son esos que sabemos que existen pero que hasta dar con el hermoso telón de la centenaria sala ignorábamos que podrían ser de esta manera tan cercana emocionalmente; personas tan explotadas, acaso como una inmensa pléyade de gente marcada a fuego por historias que aquí no se cuentan. No hace falta. Se trata de un humano paisaje que observamos sin invitación, como a través de un ventanal opaco que se va aclarando solo para que aprendamos a convivir con el dolor ajeno de los que trabajan en las peores condiciones para que todos los demás vivamos mejor.
Una obra, en fin, sin discursos aleccionadores ni la menor intención panfletaria. Por el contrario, se trata de un espectáculo escrito y dirigido por un maestro del arte escénico con un puñado de formidables intérpretes, unidos con generoso dominio verbal y físico, todos al servicio de personajes que llegan al teatro para expresar lo que en la cotidianidad de sus bicis bajo lluvia, calor extremo o helado viento se emocionan al volver a sobrevivir unas horas más…
En Finlandia, pero también aquí o en el lugar más extraño del mundo donde el bienestar se complementa con llamadas de teléfono y una entrega a cualquier hora de la noche… Los de ahí, siempre alertas, necesariamente bien dispuestos. Se juegan la vida y evitan el menor contacto con la policía.
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«Tengo miedo, lo confieso. Serán los años, probablemente, que me han vuelto más frágil. Será el sonido del aire aspirado de mis hijos durmiendo. La crueldad no es nueva, lo sé. La indiferencia, sin embargo, parece un hallazgo de estos tiempos.
Me gusta pensar en un espectador activo, curioso. Intuitivo». Claudio Tolcachir.
Reparto: Nourdin Batán, Fer Fraga, Malena Gutiérrez, Nuria Herrero, Gerardo Otero
Texto y dirección Claudio Tolcachir
(Buenos Aires, 1975) Actor, director, docente, y dramaturgo. Como actor ha participado en más de treinta obras, con directores como Daniel Veronese, Norma Aleandro, Carlos Gandolfo y Roberto Villanueva, entre otros. Como director fundó en 1998, junto con su grupo, la compañía Timbre 4, con la que ha montado los espectáculos Chau, Misterix, Euridice, Jamón del diablo, sobre textos de Roberto Arlt, Lisístrata, y las siguientes de su propia autoría: La omisión de la familia Coleman, Tercer cuerpo, El viento en un violín, Emilia, Dínamo y Próximo. También ha dirigido espectáculos con otras compañías y productoras: Atendiendo al Sr. Sloane, Agosto, Buena gente, La chica del adiós, Sunset Boulevard, Todos eran mis hijos y Tribus, montajes todos ellos estrenados en Buenos Aires.
Escenografía y vestuario Lua Quiroga Paul
Iluminación Juan Gómez-Cornejo
Diseño de sonido Sandra Vicente
Asesoría artística Lautaro Perotti, Mónica Acevedo y María García de Oteyza
Ayudante de dirección María García de Oteyza
Ayudante de iluminación Pilar Valdevira
Ayudante de producción PTC Desirée Pérez Henares
Profesora de finés Anne Seittenranta
Amazing