El TeatroscopioEscena

Más Toni Acosta que nunca en Una madre de película

Horacio Otheguy Riveira.

El drama y la comedia entrelazados en cuerpo y alma de una actriz dúctil y versátil que, por primera vez se ocupa de un monólogo, de la mano de otro debutante, autor y director Juan Carlos Rubio: amigos para siempre que ya fueron aplaudidos en la pasada temporada con El sonido oculto, del estadounidense Adam Rapp.

La disciplina del monodrama ha sido -y es- demasiado maltratada en el teatro, y en esta producción fueron conscientes, de manera que se empeñaron en tres pasos esenciales: 1- compartir experiencias para afrontar juntos lo que a Toni más le interesaba, tratar el conflicto eminentemente femenino del Nido Vacío, el momento en que un hijo coge vuelo y deja de necesitar a su madre, 2- el dramaturgo, «que no soy madre pero sí soy hijo», y 3- cómo convertir todo ello en acción escénica, ese lugar donde todo es posible pero que huye insistentemente del tono discursivo, cuando no aleccionador.

Divertidas emociones

El resultado es Una Madre de Película que conmueve y divierte porque el histrionismo, de lo más versátil de la actriz, está al servicio de un acontecimiento que es clave en la vida de una madre, más aún de alguien que desde niña soñó con serlo, y se representa con la doble ambición de entregarse en cuerpo y alma, de corazón, con elementos autobiográficos y su consiguiente caricatura: un sentido del humor que logra la empatía del público en todo momento y que no implica ningún abuso humorístico, ya que cuenta con secuencias conmovedoras como cuando Eva María ve la proyección de su paseo en la playa con su niño que empieza a caminar. En pantalla es la propia Toni Acosta.

Pasado, presente, futuro…

Acción fantástica que se expande con su afición al cine y cuanto ocurre en el cuarto de su hijo resulta fantástico. Así cada objeto con su historial, cada memorable secuencia de película, actores, personajes de «domingo a las cinco de la tarde), y reales, todo en vivencias breves, pantallazos muy pulidos en texto e interpretación, de manera de dominar al caballo desbocado en que puede convertirse una función de estas ambiciones, y si -al decir del siempre recordado Luis Escobar: «El amor es un potro desbocado», Toni y Juan Carlos, La Acosta y El Rubio, aman apasionadamente la teatralidad de la vida y consolidan un teatro medido, ajustado a las reglas-sin-reglas de una obra de arte.

 

 

La iluminación es un puntal dentro de una escenografía muy funcional: dan vida intensa al cuarto del hijo en que Eva María le añora en acción tan intensa que no le importa invadir el Drácula de Coppola en más de una ocasión.

 

Recordando los viejos buenos tiempos en que buscaba el embarazo con entusiasmo. Uno entre tantos momentos de una mujer que viaja por el tiempo entre el desasosiego y la soledad con una muy notable capacidad de reírse de sí misma.

 

 

Intérprete: Toni Acosta

Texto y dirección: Juan Carlos Rubio

Diseño de escenografía: Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer (EstudioDeDos)

Espacio sonoro y música: Mariano Marín

Diseño de iluminación: Nicolás Fischtel

Vestuario: La leona alegre

Coordinación de baile: África Paniagua

Diseño de cartel y fotografía: María La Cartelera / Guille Sola

Fotos de escena: Javier Naval

Productor: Jesús Cimarro

Una producción de Pentación Espectáculos, Leona Madre y La Alegría Producciones.

TEATRO BELLAS ARTES DE MADRID

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Toni Acosta en CULTURAMAS:

El fin

El sonido oculto

Anfitrión

Entrevista de Silvia Domínguez

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