Opinión: ‘El trabajo físico de un escritor o un pensador’
Jesús Millán Muñoz.
Esta es una pregunta eterna, cada generación se la hace, y, desde luego cada persona que piensa o repiensa si se debe meter en este oficio, o todo ser humano que ha buceado en él. En este recorrido por el articulismo y columnismo de opinión y literario y personal, que voy haciendo, me he confrontado y percibido y pensado en el espejo de un texto titulado: Laboralmente ¿que es un escritor? El trabajo “físico”, firmado por Eduardo Tijeras, publicado en La Estafeta Literaria, nº 566, del 15 de junio de 1975.
El trabajo físico y el trabajo mental del escritor son duros. Estar sentado o de pie, horas y horas, es un trabajo duro, son peores otros trabajos físicos, nadie lo duda. Pero estar de pie, caminar o estar en una habitación o estar sentado, o todos al mismo tiempo, no crean que es fácil. Estar encerrado y centrado y semidormido y semidespierto en una habitación, o estar caminando buscando una idea. O, estar constantemente observando, analizando, mirando. Estar mirándose a sí mismo, dejando que el interior fluya, estar siempre en contacto con el pasado para recoger ideas, con el futuro para prever movimientos de y en el futuro, no crean que sea fácil. No es como trabajar en una mina, al menos, en décadas anteriores, ni como construir una autovía, o mil trabajos que exigen esfuerzo físico enorme. Todos los trabajos exigen un esfuerzo físico y psicológico y material. Porque al hacer cosas, hay que realizar un desgaste físico o psicofísico o psicobiológico.
Pero también está el trabajo intelectual y mental. Pero todos los trabajos tienen esta dimensión, puede que los intelectuales o escritores o artistas o pensadores o científicos, crean que solo ellos hacen trabajo psicológico y mental. No es cierto. El camarero también realiza un esfuerzo mental, al tratar con los clientes, al ponerles un café, al sonreír, el que vende tomates o pollo también lo hace.
Somos una mezcla de carne y mente, animales racionales, decía el maestro Aristóteles, animales racionales con alma, decía el maestro Tomás de Aquino. Somos esa mezcla y combinación, que se compenetra entre sí, esta es nuestra realidad humana, esta es nuestra realidad de ser y de estar. Todos, todos en cualquier cosa, pequeña o grande, mezclamos y combinamos lo físico y lo mental, el esfuerzo físico y el esfuerzo mental, quizás en proporciones diferente, quizás la psicología nos tendría que ofrecer los datos exactos. Cierto que cada trabajo tiene sus peculiaridades y peculiarismos –sea físico o sea mental, sea un saber o sea otro, sea un arte o sea otro-, y, la escritura también. Especialmente tiene dos, que hay que recordar, uno, que se produce más que se consume, en este caso se compra o se lee. Por tanto, existen más plumas que ojos para leer. No tenemos que ofendernos, pero esta es la realidad.
Segunda variedad o factor esencial, que en la literatura o escritura, existe mucho material del pasado, por tanto, alguien que escriba un libro de poemas, tiene que compararse, quiéralo o no, con todos los grandes poetas del pasado, y, si el libro sigue existiendo con todos los del futuro… Por tanto, pocos podrán superar a los cien más grandes de todas las culturas en la literatura, o, los mil más grandes… tanto de Oriente como de Occidente –puede que tenga un lugar en su región o en su provincia, y, no es poca cosa, algo así, como la ermita de tu pueblo, que tiene tres siglos, y, es modesta, pero es de tu pueblo…-.
Con lo cual, muchos son llamados a escribir, pero pocos, no sé, si el diez por ciento, quedan para el futuro, al menos sus libros. El resto, o publican y se pierde lo publicado. O, escriben y no publican y se pierde en los cajones propios y de los herederos. Ser escritos o escritora o pensador o pensadora o filósofo o filósofa o músico o música, o cualquier oficio de la cultura y del arte o de las artes, y, de otros saberes, en cierto modo es trágico y dramático. Es triste. Esta es la realidad, se trabaja sin saber qué sucederá. No hay que decir que el noventa por ciento, quizás menos, quizás más, no se comen una rosca, no ganan ni siquiera para unas vacaciones a la playa… Esta es la realidad… pero algo tiene el hombre, que quiere expresar su profundidad, y, por eso escribe o pinta o hace música.
Existe un trabajo físico en el escritor, que no es el mismo que el del ceramista, ni el del cargador de paquetes, ni el del butanero –cuándo existían-, ni del camionero, pero existe un trabajo físico, creo haberlo demostrado, pero existe un enorme trabajo intelectual y psíquico y moral –sin negar que todos los oficios tienen también esta modalidad-. Pero lo peor del trabajo del escritor o escritora, es que sabe, que probablemente, sus diez o cincuenta libros que ha realizado, durante años y décadas. Unos publicados, otros manuscritos, tal y como hoy está organizado el oficio de la cultura, en parte o en gran parte se perderán, no existirán dentro de cien o doscientos años. A no ser que la situación cambie… ¡Cambio que hoy, con la tecnología de hoy, podría ser posible, es sencillo, crear archivos provinciales, virtuales, que pueda enviarse manuscritos no publicados de escritores a dicha entidad territorial…! ¡Un servicio más que realicen las bibliotecas nacionales o provinciales o locales o museos o fundaciones o/y…! ¡Qué menos se merece el trabajo físico e intelectual, de un escritor/a, sea bueno o malo que ha estado realizando durante diez o cincuenta años…! ¡Creo que la sociedad debe dar la justicia a los escritores y escritoras en esto, incluso, los que sean considerados de quinta categoría…! ¡Paz y bien…!