«Carreteras que brillan en el bosque», de Ramiro Gairín
Por Alberto García-Teresa.
Dos líneas que convergen empujan este poemario de Ramiro Gairín: la familia y la naturaleza. En verdad, ambas se solapan porque forman el espacio donde nacen y que provocan estos poemas. Las piezas surgen desde la circunstancia biográfica (el autor reside en un pueblo del Pirineo aragonés “tratando de ralentizar su vida y ofrecer a su hijo otra manera de ver y estar en el mundo”, como nos dice la solapa del volumen), pero están generados por una detenida observación del entorno y de las conexiones que únicamente la poesía es capaz de rastrear.
Los poemas, bien construidos, que fluyen con soltura y ritmo meditativo, introducen unas pocas imágenes fulgurantes sin estridencias, y anteponen la consonancia con un espacio natural calmado al golpe de efecto metafórico. En ellos, Gairín subraya la conexión con la naturaleza como un aspecto fundamental para recuperar la humanidad, para encaminarse hacia la vida buena (aquella que respeta también la dignidad de los otros). Por eso, sus poemas no hablan de una huida, sino de la construcción de otra forma de vida, más respetuosa con todo lo vivo, sostenida por la contemplación y no la depredación, en los márgenes donde aún se pueden observar a las nubes y a los bosques con admiración, sin utilitarismo. Esa mirada parte de una percepción inquieta que escudriña las implicaciones y la trascendencia tanto de lo grande como de lo pequeño. Nos describe con asombro y nos plantea el desarrollo de la cotidianidad en ese entorno rural y montañero, regida por el cuidado de un niño. En dicho entorno, el autor resalta la materialidad de las relaciones personales y familiares. Así, ofrece la perspectiva de la educación, el trabajo de cuidado y las dificultades económicas como tareas que precisan “hacerse con las manos, / con los pies en la tierra, / ofreciéndose al cuerpo”. En ese proceso, se cruzan observaciones y deseos que ponen la felicidad y la plenitud como horizonte. De esta manera, Gairín construye versos luminosos, que transpiran cuidado y detenimiento, y que están cargados de esperanza a pesar de la conciencia del conflicto ecosocial que se está precipitando. A su vez, destaca la atmósfera que confecciona el poeta, en la que se traspasa la amplitud de los montes y el recogimiento alrededor del entorno humano cercano. El autor enuncia con gratitud, con amor hacia el hijo, equilibrando la incertidumbre y la asunción de sus riesgos, y apunta a una vida que se vislumbra dichosa y humilde.
Y así, con la lentitud de quien escucha la respiración, transcurre este cuidado poemario, con la mirada puesta en las cumbres al mismo tiempo que en los quehaceres cotidianos, reconociendo el vínculo entre todo ello.
Carreteras que brillan en el bosque
Ramiro Gairín
Reino de Cordelia: Madrid, 2024
98 páginas