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«WICKED (Parte 1)» y la mejor manera de acabar 2024

Por Pol Antúnez Nart.

Transcurrido el 2024, como cada año, nos toca hacer balance de nuestros éxitos y fracasos, y trazar los propósitos para el año que empieza, o al menos, eso dice la tradición. El anterior ha sido un año especial para el cine más “palomitero” que, una vez más, ha podido corroborar que goza de un gran estado de salud regalándonos grandes estrenos y dejando uno de sus platos fuertes para el final. Porque sin duda, esa es la categoría a la que deberíamos elevar a la adaptación al cine del maravilloso musical ‘Wicked’.

Esta película es dirigida por Jon M. Chu, un director que tiene amplia experiencia en hacer de sus obras un auténtico espectáculo visual, muchas veces a costa de la narrativa, no obstante, debemos reconocer que en este caso ha conseguido un balance perfecto entre los dos elementos.

Si tratamos el tema de las imágenes, tenemos que destacar la presencia de un CGI impecablemente trazado que logra inmiscuirnos en un mundo de Oz con una iconografía apabullante. Las imágenes tienen una fuerza increíble de principio a fin y se van aconteciendo secuencias memorables desde el punto de vista visual, culminando con la poderosísima escena final que encumbra a Elphaba como bruja. Los paisajes son espectaculares y la mimetización de los actores y de los números musicales con un contexto mágico y resplandeciente le dan a la película una energía y una credibilidad muy revitalizante. Contrasta, a su vez, con los momentos más complejos de los personajes que son perfectamente captados por el contexto a través de oscurecimientos de plano, contrastando la luz y energía iniciales con oscuridad e intimidad ambiental. Este compás es esencial para crear una atmósfera única, de claroscuros constantes, que le dan mucha fuerza a la trama.

Respecto a la narrativa, también existe un gran trabajo detrás, porque hablamos de una historia muy rica en matices. La historia da comienzo con una secuencia coreografiada de la celebración del pueblo de Oz a causa de la muerte de la Bruja Mala del Oeste, esto sirve de pretexto para que la bruja buena Glinda, pueda introducir la historia adentrándose en el pasado de esta y en el desarrollo de su amistad, que será el marco donde tendrá lugar la trama. En este punto se introduce a Elphaba desde su curioso nacimiento hasta su accidentado acceso a la universidad, que será el contexto donde tendrán lugar gran parte de los acontecimientos. Ahí, de hecho, será dónde irá forjando su identidad y se embarcará en un viaje hacia la autoaceptación y a la reafirmación de su poder que la llevará a cumplir el sueño de conocer al famoso Mago de Oz, un sueño que puede no ser tan perfecto como ella imaginó desde un principio.

La gracia de esta película, de hecho, es que nada es lo que parece, y en cuestión de minutos, lo que se asemeja a una historia de autosuperación deriva en un alegato contra el racismo, la marginación social y la represión política. Se habla también de crispación social y de perversión de la verdad, de la banalidad de lo efímero y de buscar siempre darle trascendencia a nuestros actos, para poder vivir en paz con nosotros mismos. Este guion tiene el gran mérito de conseguir aterrizar toda esta temática en una dimensión totalmente humanizada y personalista, creando personajes absolutamente enriquecedores, cómo el de Glinda (interpretado de manera magistral por Ariana Grande) que lleva a la parodia más extrema a una chica superficial y caprichosa que experimentará un gran desarrollo según vaya avanzando la trama, al entrar en contacto con Elphaba (Cynthia Erivo), la otra protagonista de la película. Ellas dos protagonizarán gran parte de los mejores momentos del metraje, dejando para el recuerdo escenas como la del baile, la cual es una oda a la empatía y al encuentro de la humanidad por encima de los aspectos más perversos que podemos replicar en un contexto de racismo y de marginación social. Imprescindible poner el foco, también, en el personaje del Principe Fiyero (encarnado por Jonathan Bailey), el cual terminará por abandonar el hedonismo y una vida vacía para encontrarse a sí mismo y buscar su autorrealización desde un plano mucho más complejo. Por último, destacar la aparición en la parte final de la trama, del Mago (Jeff Goldblum), alguien de quien se debe hablar, puesto que encarna una de las ideas más reveladoras de la película, mostrándonos como debajo de la imagen de poder de un líder autoritario solo hay un personaje pequeño e inseguro viviendo por pura cobardía del rédito de llevar dicha máscara.

Estas ideas y esta progresión de la narrativa se encuentran representadas con gran fidelidad respecto al musical de Broadway, aunque bien es cierto que la película también se permite ciertas licencias.

Así pues, muchas cosas que comentar, pero sin duda una buena película a la que como puntos negativos podemos destacarle su excesiva duración, la pesadez de dividir la trama en dos partes y un enfoque en el marketing bastante dudoso, que atrajo a mucha gente que esperaba algo un poco menos denso y sesudo en líneas generales. Esperemos que la segunda entrega mantenga el nivel.

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