La Navidad se vive
Marisa Arias.
Me han pedido que escriba de la Navidad. Me asomo a la ventana, ya es noche y llueve. Miro alrededor de mi habitación, me coloco delante de mi viejo ordenador con ganas de presionar sus teclas y pienso:
Cada día que transcurre de la Navidad, es un escalón que se pasa por y para el amor. Nunca la Navidad es igual pero va creciendo dentro de nosotros de muchas formas – siempre diferente, como un vasto pedazo de barro que haya que moldear en el torno para terminar en una bonita figura. Al principio es soñar despierto cuando eres niño y luces que brillan con deseos cumplidos. En la juventud besos compartidos y copas que chocan con deseo y pasión desbordada ante la alegría, ofreciendo una ‘magia’ que nunca desea morir. En la madurez son lágrimas que caen y heridas que se abren por personas que no están con nosotros.
Sigue lloviendo.
Decirle “Hola” a la Navidad es olor a canela y chocolate. Pascueros en flor, bailes, dorados, uvas, brillos, muérdago, música y risas. Son reencuentros, regalos, comidas copiosas y gin tonics interminables.Pero también austeridad, melancolía y frío sin gin tonics.
La Navidad es una carta a los Reyes Magos que no siempre se cumple o no se cumple del todo. La Navidad se hereda de padres a hijos, de abuelos a nietos, de unos a otros como un tesoro o testigo, siempre la misma caja de cartón gastada con esquinas rotas que se busca del fondo del armario con las viejas bolas del árbol de Navidad. El olor a vela encendida lo inunda todo.
La Navidad se esconde bajo el calor de las faldas de terciopelo rojo de una mesa camilla y también bajo el ruinoso y solitario puente donde no ocurre nada y sirve de hogar con un cartón viejo y una manta sucia y usada. La Diosa Navidad con su manto blanco que todo lo cubre, aparece en cada hoja de un secreto diario de cada uno de nosotros. Es tiempo de reflexión, de soledad y sombras. De grises que no terminan de convertirse en blancos o negros”.
En la Navidad el tiempo se para para dejar que salga lo mejor de cada uno. En Navidad los pequeños momentos se convierten en grandes e inolvidables. Y eso se nota. Porque la Navidad es dar sin esperar nada a cambio, ¿lo dudabas? Navidad son las palabras que se dicen y las que no. La Navidad nos imanta en un mismo caminar. Y en la Navidad se concentra todo como los buenos perfumes en tarros pequeños”.
La colorida Navidad pone pinceladas donde los tonos se difuminan durante el año y con sus ninfas se pasean en carruajes de destellantes luces para inspirar a un osado escritor. Navidad son siete letras que se alinean mágicamente como los astros, déjame soñar despierto. Miro otra vez por la ventana. Las vistas son muy diferentes. Ya ha dejado de llover y en la calle los reflejos acristalados sobre el largo asfalto avisa que es tiempo para el siguiente amanecer que empuja para dejar paso a la tenue luz de la esperanza.
Alguien me susurra al oído:- esto se está acabando. Otra Navidad que empieza y termina ¡¿tan pronto?! Pero sabes lo que te digo querido amigo… que en el fondo siempre nos quedará nuestro talismán, la Navidad.