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Ni árabes ni judíos: Todos pájaros

Horacio Otheguy Riveira.

Un libanés -de familia cristiana maronita- con arraigo en Canadá, actualmente en Francia, Wajdi Mouawad escribe obras donde el permanente círculo de fuego del mundo árabe exhibe angustias y esperanzas. En esta pieza el eje se encuentra en Israel, la casa del enemigo de tantos (específicamente de Palestina y Líbano…), y desde allí  ofrece una lección de vida fabulosa desde el realismo singular con que su talento articula todas sus obras.

Actor y director de piezas propias y ajenas, es para nosotros, sobre todo uno de los grandes dramaturgos de esta época, en cuyo talento se encuentra la paleta del pintor de un teatro universal que explora humanas debilidades: las que hacen imparables los baños de sangre con el odio por bandera.

Un odio sin límites donde familias son destruidas o salvadas parcialmente, rodeadas de salvajes agresiones o abrazos inconmensurables, bajo la responsabilidad de un hombre de teatro que esgrime acontecimientos históricos, los argumenta y combina con profundos conflictos psicológicos, en un teatro dinámico en el que su compromiso ideológico siempre gira en torno a la compleja -pero insoslayable- lucha por la unión de los contrarios.

 

Actualidad de un viejo conflicto 

 

A diferencia de otras obras del autor, en Todos pájaros hay más breves monólogos con proclamas hasta dar con una fábula final para señalar caminos, no por conocidos menos valiosos. El devenir poético de sus criaturas permite conectar de manera muy sensible con todo lo sucedido entre gente judía que hoy vive en Alemania o Israel o Estados Unidos, un reparto que habrá de unirse por la fuerza de acontecimientos que solo gobiernan en parte, que más bien todos padecen con gran necesidad de una sanación.

Estrenada en París en 2017, el tramo final parece escrito ahora, dados los acontecimientos protagonizados por el ímpetu represivo de Israel en los territorios palestinos, en Líbano, en Siria… de manera que la actualidad (y el espectáculo tiene proyecciones de reportajes de telediarios en diferentes atentados) aporta un añadido trágico a la aventura de sobrevivir por parte de todos los personajes.

Mario Gas vuelve a dirigir una gran obra de Wajdi Mouawad, tras sus versiones de Incendios (de 2016 y 2017) con variantes en los repartos. Y lo hace confiando plenamente en los intérpretes, apostando al ciento por ciento por la sensibilidad de cada uno de ellos, para desarrollar las características emocionales de personajes trazados con precisión, permitiendo que afloren sus contradicciones, sus fervientes posiciones a favor y en contra de la necesidad de convivencia de aquello que les diferencia.

Sobre una escenografía de tarimas sobre la que se ubican escasos enseres y pulcro mobiliario -solo lo imprescindible para determinadas escenas-, un reparto extraordinario da vida a seres atrapados en conflictos étnicos precisos que a todos nos atañen: la violencia, el amor, la solidaridad, el resentimiento, la clemencia…

 

Una pareja que despertará a su alrededor y en ellos mismos pasiones descontroladas. Estadounidense de origen árabe, acostumbrada a «preferir que me llamen puta a que me llamen árabe», y un judío en Nueva York que ansía conocer sus orígenes (Candela Serrat y Aleix Peña Barrientos en unas interpretaciones conmovedoras de principio a fin, de una gran biblioteca en Nueva York a un entierro en Israel).

 

En el Seder Pesaj, primera cena de la Pascua Judía en la que se celebra la libertad del pueblo hebreo de la esclavitud de Egipto, relatada en el libro del Éxodo, en el Antiguo Testamento de la Biblia. (Aleix Peña Miralles, Manuel de Blas, Pere Ponce, Anabel Moreno, Juan Calot).

 

La ira irrefrenable del padre al enterarse del amor que profesa su único hijo hacia una muchacha árabe. (Admirable elaboración de Pere Ponce, en un personaje atrapado en un rencor histórico).

 

Vicky Peña en un personaje torturado por conflictos ajenos a sus decisiones personales. Emotiva interpretación donde se une la ironía con el dolor, la agresividad de «vieja bruja» con la sensibilidad de un corazón roto.

 

Admirable reunión de talentos. De izquierda a derecha: Juan Calot, Lucía Barrado, Aleix Peña Miralles, Anabel Moreno, Pere Ponce, Vicky Peña, Manuel de Blas, Candela Serrat, Pietro Olivera, Núria García.

 

Feliz reaparición de un gran actor

 

Mención aparte para aplaudir con entusiasmo a Manuel de Blas, quien -ya retirado tras muy larga y valiosa trayectoria en el cine y el teatro- logró que Mario Gas y la productora Pilar de Yzaguirre le convencieran para interpretar a Edgar, el más anciano de la familia.

A sus 84 años, De Blas compone, tarde a tarde, a un hombre que ha padecido mucho, y no obstante, a diferencia de muchos de los que le rodean, disuelve el resentimiento para nutrirse de compasión. Sentimiento clave en la obra y la filosofía del autor.

Si todos los personajes tienen situaciones estelares con diversas connotaciones, es este Edgar quien baraja una de las cartas más emotivas y fundamentales para llegar al fondo de esa necesidad de ser Todos pájaros, más aún Pájaros Anfibios (fábula árabe)… en un mundo irresistiblemente amoroso.

Texto: Wajdi Mouawad
Traducción del francés: Coto Adánez
Dirección: Mario Gas

Reparto
Eitan – Aleix Peña Miralles
Wahida – Candela Serrat
Leah – Vicky Peña
Etgar – Manuel de Blas
David – Pere Ponce
Norah – Anabel Moreno
Eden – Lucía Barrado
Wazzan/Rabino – Juan Calot
Enfermera – Núria García
Médico/Camarero – Pietro Olivera

Ayudantía de dirección escénica: Montse Tixé
Escenografía: Sebastià Brosa
Música original y audioescena: Orestes Gas
Vestuario: Antonio Belart
Videoescena: Álvaro Luna con la colaboración de Elvira Ruiz 
Iluminación: Carla Belvis
Voz: Anabel Moreno
Diseño gráfico: Corazón Bravo
Producción: Ysarca-Pilar de Yzaguirre
Producción ejecutiva: Pilar de Yzaguirre
Dirección de producción: Elisa Ibarrola

Duración: 3 h 10 min (1 h 45 min + descanso 15 min +1 h 10 min)

TEATROS DEL CANAL. DEL 5 AL 29 DE DICIEMBRE 2024

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