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«Destino de la luz. Antología 1962-1999», de Luis Feria

Por Bernardo Santos.

¡Que dura es la muerte con la memoria de los poetas y no digamos de las poetas! Sin embargo, hay casos en los que el tiempo va agrandando la belleza y la relevancia de la obra de quienes ya no pueden añadir versos nuevos. Pienso en el caso de Aníbal Núñez o Javier Egea, que no pudieron disfrutar en vida del reconocimiento que ahora tienen y que han sobrevivido gracias a lo bien que han envejecido sus textos y al empeño de un pequeño círculo que aprecia y no olvida. Algo parecido pasa con Luis Feria, autor más longevo y, quizás, con más reconocimiento en vida que los anteriores, a pesar de su voluntaria ausencia de la actividad social.

Pues entonces, bienvenida la antología de Luis Feria que acaba de publicar la editorial EDA, titulada Destino de la Luz y que contiene en 236 páginas una amplia y bien cuidada selección de su obra a cargo de Antonio Álvarez de la Rosa, estudioso y amigo personal del poeta. La antología se adorna con textos no recogidos en libro, inéditos y fotografías facsímiles.

Bienvenida sea para acercar su obra al gran público, que no tenía una antología cuidada y asequible hasta este momento, sino la bellísima y no sé si ya agotada edición de Pretextos de 2008, en un estuche de cartón rígido que contiene sus cuatro libros más emblemáticos encuadernados en colores (Más que el mar, Cuchillo casi flor, Casa común y Arras) y que en mi caso compré y leí con sorpresa y admiración cuando me concedieron el premio que lleva su nombre convocado por la Universidad de la Laguna en 2012, premio que, entre otros también han ganado Elena Román o Ben Clark  (perdón por la autorreferencia, pero me moría de ganas de decirlo). Previamente, Pretextos había publicado en 2000 y reeditado en 2015, con ayuda del Gobierno de Canarias, una especie de obra completa de 744 páginas, incluyendo cuentos, que es imprescindible para los estudiosos, pero poco útil para el lector medio.

Se ha dicho en alguna reseña que es importante leer a Feria para centrar mejor el canon de la generación del 50, que Luis sigue siendo un desconocido de ese grupo. Sin embargo, yo creo que hay que leerlo en sí mismo y que, además, encaja mal en esa generación y en cualquier otra. A Luis Feria hay que leerlo por su defensa brutal, sin fisuras, de la libertad del ser humano y porque amó tanto la poesía, el idioma y esa misma libertad aplicada a los textos, que leerlo, aunque no es fácil, es una gozada.

Se ha repetido hasta la saciedad que la poesía de Luis Feria tiene su centro en la memoria de la infancia y eso es verdad, pero eso es así porque es un autor que se niega a convivir con la estupidez humana que parece que es la actitud prevalente en el mundo adulto, (y de ahí también su soledad elegida, su ausencia total de vida social o literaria), un autor que quisiera mantener la edad de la inocencia durante toda la vida. La libertad que da esa inocencia, la libertad que da un estado del ser donde todo está por hacer, donde todo está abierto, todo es futuro, la quiere para siempre y para todos. Se dice en el prólogo que hay una dimensión proustiana en la obra de Feria, pero más que la añoranza de un paraíso perdido es la propuesta de un nuevo modo de vida para el ahora, para el presente.

Leemos en el poema titulado La infancia de su libro Más que el Mar:

Vivir sin nombre aún, sin servidumbre; no queríamos sombras: desterraban la vida. Presente y nada más, mediodía del ser. 

En ese mismo sentido la presencia constante de los pájaros, símbolo universal de la libertad, por ejemplo, en el poema titulado Aves del libro Casa Común:

Vuelan, luego es que existo; voy con ellas;
que empuje el viento para hacer camino.
La fiesta está apogeo;
qué de estío que son, tan desvividas.
Arreciadme o recaigo
en mi fosa de ayer; zapadme, que me encallo.
A gozar; son dos días: tal humo se va el vuelo;
manteadme, que el mundo está por ver

O en el poema Pájaro de su libro Bestiario: Mirándolo das fe: / él es tu certidumbre; / existes porque es.

O en las cosas leves como pájaros como en su poema titulado Espuma de su libro Cuchillo casi flor:

Esta espuma que veis no es inocente:
los huesos del ahogado la sustentan.
El mar no desajusta su archipiélago;
en su matriz lo crea, lo descrea.

Menos conocida es la faceta de poesía amorosa, a mi modo de ver, de la mejor que se ha escrito en España en el siglo XX. No exagero, juzguen ustedes mismas, por ejemplo, en estos fragmentos de los poemas III y VI de su libro Seis querellas de amor:

Si me quitas los ojos miraré con los tuyos,
sólo soy lo que eres, si tú no estás no estoy.
No aprendas a olvidarme; no hay verdad sin tu cuerpo.
Mayo lleva tu lámpara, todo olor es tu olor.
[ …]
No me alejes tu sed, mi dulce y decisiva;
si amar es definir que hablen los cuerpos;
olvidemos ahora conceptos y palabras,
volvamos a empezar: somos dos todavía.

 

O por ejemplo en el poema titulado Tapia perteneciente a su libro Cuchillo casi flor: Aquí se refugiaron los amantes. / Ved que en ella no se pone el sol.

O en el poema titulado Tiempo de amor perteneciente a su libro Conciencia: Este tiempo de amor nunca termine. / No lo empañe el olvido con su óxido; / debe quedar intacto hasta la muerte / lo que nació inmortal como el sonido.

Por último, como decía más arriba, leer a Feria es gozar con él del juego del lenguaje. Hay que destacar, por lo que nos dice el antólogo en el prólogo, que existe una ingente cantidad de textos que Feria escribió en sus primeros años y nunca público (y el antólogo tampoco ahora, con criterio inteligente, salvo seis poemas finales), lo cual indica la exigencia que se autoimpuso en la depuración de sus poemas, que son un monumento a la precisión, a la contención, al fruto del trabajo de búsqueda de la palabra exacta, a veces a su creación porque en su obra abunda el neologismo.

La poesía de Luis Feria, a pesar de los años, sigue resultando vanguardista en su factura y actual en su mensaje de libertad y autenticidad, en su propuesta del amor sencillo y limpio, verdaderamente útil en la sociedad actual del postureo y lo fake, en la poesía actual banal y acomodaticia donde el lenguaje y el estilo, si están presentes, no dejan de ser un quiero y no puedo. Su propuesta es tan directa y clara, tan personal, que es y será siempre reconocible como suya.

Destino de la luz. Antología 1962-1999
Luis Feria
Málaga. EDA libros, 2024

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