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«Divisible entre sí mismo y uno», de Kae Tempest

Por Bernardo Santos.

Arrebato publica la versión bilingüe español/inglés del nuevo libro de poesía de Kae Tempest llamado Divisible entre sí mismo y uno, traducido por Violeta Gil, licenciada en filología inglesa y dramaturga, pero también poeta. Siempre será necesario recalcar la importancia de que poetas traduzcan a poetas. Violeta realiza un trabajo eficaz en verter al español actual los términos del mundo LGTBIQA+ o, quizás, simplemente, de las nuevas generaciones, a la vez que maneja con elegancia el uso de la “e” para evitar el binarismo, aunque, algunas de sus decisiones (pocas), quizás por prisa, pudieran ser algo discutibles.

Arrebato ya publicó su anterior libro, Que se coman el caos, en 2022, traducido también por Violeta Gil. La diferencia es que en esta ocasión la versión española ha aparecido solo pocos meses después de la original en inglés, mientras que en el caso anterior tardó seis años. Esta urgencia demuestra que Kae ya no es ese sello de culto que solo conocían jóvenes con inquietudes que entendían bien el inglés y se hacían sus propias traducciones, como mi compañero de curso, el profesor Jesús Martínez Sevilla, allá por 2019, quien me habló de Kae por primera vez. Elle ya tiene una autoría que suscita interés en un público más amplio.

Al igual que en el caso de Que se coman el caos, este nuevo libro desgarra a quien lo lee, le obliga a asumir que el placer y la belleza que conlleva la conciencia de estar vivo o viva se yuxtapone al dolor, la angustia y la náusea, que esa misma vida lleva aparejada en un mundo de desigualdad neoliberal, donde todo puede ser de otra manera mejor. Y sobre todo desgarra, caer en la cuenta, compartir con elle, que la vida está llena de grandes momentos, placeres o heroicidades que le dan sentido, pero también, y mayoritariamente, de momentos rutinarios, tiempos y actividades imprescindibles para los cuidados, a los que hay que enfrentarse ineludiblemente. Como si en muchos poemas se contuviera la filmografía de Chantal Akerman.

Aquel era un libro rabioso, un ladrillo que se arroja, un grito desde la precariedad, la gentrificación, la disforia de una generación perdida sobre la que caen, si cabe, más fuertemente, todas las violencias del Estado, del poder económico transnacional y del conservadurismo moral y religioso. Este es un libro escrito desde una madurez que no se resigna a ponerlo todo patas arriba, pero en el que se busca, sobre todo, encontrar una base firme para esa lucha a través de la autoconciencia y a través de las relaciones humanas más cercanas.

Aquel era un único poema, largo, tumultuoso, amazónico, total, comprehensivo y esta vez son poemas contenidos, con cierta estructura, que empiezan y acaban, se podría decir que más cercanos a lo que, mainstream, se entiende como poesía escrita que alguien va a leer. En este link, se puede encontrar una reflexión de Kae, no solo sobre este libro, sino sobre la poesía en general, https://www.youtube.com/watch?v=hqeo1IACJyk y, entre otras muchas cosas, viene a decir algo así como «Estoy aprendiendo a buscar el ritmo en un lugar diferente, a entender la musicalidad del lenguaje escrito como algo distinto a la musicalidad del lenguaje que cantas o hablas«.

De hecho, esta reunión variopinta de poemas incluye numerosas formas, todas ellas muy cuidadas y que responden a patrones establecidos (¡oh sorpresa!), desde rimas en cuartetos octosilábicos (más o menos) hasta sonetos con algo parecido a endecasílabos y alejandrinos, pasando por sextinas que riman la palabra amor, junto a prosa poética perfectamente encastrada en la página o caligramas y aforismos o poemas de dos o tres versos. Tempest despliega un muestrario de sus destrezas en el que la preponderancia de la escritura frente a la oralidad hace central el aspecto formal, múltiple, libre, pero ahí. Por ejemplo, el segundo poema, ‘Body’, está en terza rima. Nunca lo hubiéramos pensado.

También, entre otras sorpresas en la nueva utilización de recursos, (que no esperábamos), están las citas bíblicas bien traídas, desde dios en el paraíso de Eva, hasta Isaías, pasando por Noé, metáforas sugerentes y una reflexión sobre la propia poesía que te deja clavado o clavada al libro:

Let poems to be the windows, not the views. /…/ Let poems be the jug, not what you pour.

Los temas son viejos amigos, tales como el amor, el deseo, el cuerpo como límite, pero con especial profusión de textos sobre la identidad, lo queer y lo trans, no desde un discurso teórico, sino desde la experiencia personal, el orgullo de pertenecer a esta comunidad difusa y el cariño para las personas que la estúpida sociedad actual mete en tan duro recorrido.

Así la magnífica canción de amor que cierra el libro:

Mi gente. Mi hermosa gente. Mi hermosa gente trans, natural como la vida. / Perdonadme por no haber estado antes en vuestro amor. / He tenido tanto frío sin vosotres. Ojalá hubiera pasado todos estos años en vuestros brazos y cerca de vosotres / y hubiera dejado que me raparais la cabeza y me dierais una palmada en la espalda y me tomarais bajo vuestras alas suaves y pelearais conmigo cada vez que me tocaba pelear y me enseñarais cosas que tenía que aprender sole. / Y cuando oigáis esto, sabed quienes sois, aceptadme por favor aceptar mi amor. / Os amo, estoy aquí. / Puede parecer que estoy lejos, no ahí justo a vuestro lado porque el escenario la pantalla la página. / Estoy. / Estoy justo a vuestro lado.

Frente a la masa adocenada, Kae reivindica que cada ser humano, como los números primos, es una individualidad que solo puede ser divida entre sí misma, lo cual no quita para que se pueda sumar o multiplicar con cualquier otra. Por eso desfilan por el libro personas de carne y hueso y personajes únicos, habitualmente, sobre todo en la parte inicial, en forma de escenas porque cada cual también es y deja de ser, se transforma, está siempre en movimiento, en relación, como miembros de un grupo o colectivo, siempre vinculados.

La voz rapera ha evolucionado. Desde que el poeta y editor Don Paterson, a quien dedica un sentido agradecimiento, ayudó a Kae en sus inicios, su popularidad no ha parado de crecer, probablemente más basada en sus actuaciones en directo, su música y sus performances que en su discografía o libros en papel. Por eso, esta nueva apuesta que va en contra de sus intereses, digamos, comerciales o mediáticos, es un riesgo que le honra. A mi modo de ver, este libro no es mejor que Que se coman el caos, no tiene su fuerza ni su frescura, pero es una evolución que, probablemente elle necesitaba, y, aun así, es un gran libro, comedido en su extensión, elegante, arriesgado en lo formal, honesto en cuanto personal y que aporta placer y desasosiego en su lectura.

Le intérprete performative del spoken word y del hip hop, ha bajado del escenario y se ha sentado en una mesa a escribir lo que necesitaba decir, a lo mejor, con más sosiego.

Divisible entre sí mismo y uno

 Kae Tempest

Traducción de Violeta Gil

 Madrid / Arrebato libros, 2024

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