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Primer Acto 367: tributo al teatro de Eusebio Calonge

Horacio Otheguy Riveira.

El teatro esperpéntico de La Zaranda, que dirige Eusebio Calonge, va de obra en obra contando historias antiguas y que aún no sucedieron, y al acabar, lanzando al público una hondonada cargada de emociones no salen a recibir los aplausos. La Compañía desaparece, en camerinos ignoramos si comentan la función o hablan de lo humano y lo divino, atávicos e imprecisos. El público insiste en su ovación, aunque sabe que nadie volverá a escena una y otra vez a agradecer semejante entusiasmo. Así hasta que la sala se vacía, y desaparece poco a poco el eco de todo el sonido y la furia y el humor socarrón que entre tablas antiguas se sucedieron…

«… La Zaranda, Teatro Inestable de Andalucía La Baja ha elaborado su propio sentido de lo esperpéntico, desprovisto de la referencia histórica que se da en Valle … El esperpento, según La Zaranda, estaría en la relación entre los humanos y una hipotética realidad ambigua, inabarcable, donde la razón se empeña inútilmente en construir una lógica devorada por el paso del tiempo y por la muerte…»   [Pepe Monleón en 2005 (págs, 106-108)]

 

 

Eusebio Calonge: «… El actor abre su cuerpo palabra a palabra para que estas puedan trasmitir sensaciones que lleguen hasta la consciencia. Ese `tempo´ de trasmisión en el que se traza el arco entre lo escrito, lo actuado y lo contemplado…» [El tiempo que escapa al tiempo. Págs. 65-66]
Manual para armar un sueño. Eusebio Calonge en varias situaciones, entrevista, y texto completo de esta última pieza representada en Madrid. [Págs. 105-151] -Foto: Raúl Sánchez-.
Otra escena de Manual para armar un sueño. Foto: María Cortés Rico.

 

Calonge en primera línea de fuego escénico rodeado de muchas otras personalidades y vocaciones en 317 páginas. Universo Calonge en Primer Acto 367 de la mano y el abrazo de Ángela Monleón, la directora del libro revista que asume Cuadernos de investigación teatral. La misma que ha trabajado duro para la creación de este número —tan abundante en hallazgos con voces señeras del teatro nacional— y que en el editorial escribe que Dos y dos son tres, mecida por el recuerdo de una mujer extraordinaria que se dedicó plenamente al arte poético para niños y adultos, y que llenó teatros donde estos últimos entonaban con ella canciones como esta:

«Pensando en cómo iniciar este editorial, o mejor, nota de bienvenida, invitación o saludo, empieza a resonar en mi cabeza una canción que escuchaba de niña… «Me dijeron que en el Reino del Revés nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres…». Y el estribillo: «Vamos a ver cómo es el Reino del Revés». Es de 1963 y su autora la escritora y compositora argentina María Elena Walsh…».

Le vale a Monleón este lúdico comienzo para abrir boca y servirnos un nutrido servicio de presentes y memoriales, por donde el teatro se explaya y rinde triunfos muy variados, entre ovaciones diversas y el magno silencio que recorre estas páginas incomparables…

 

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Correspondencia. Sergio Blanco y Borja Ortiz de Gondra (foto CDN). «A caballo entre París y Madrid, en una mañana de julio de canícula asfixiante, comenzamos la conversación constatando que ninguno tenemos «vacaciones» en un sentido convencional. ¿No paramos nunca de escribir?» [Págs. 153-162].

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Cuando el tiempo no tenga ya memoria, de Mafalda Bellido. Entrevista, varios artículos y texto completo de la obra homónima. [Págs. 171-207].

«La obra nace, por una parte, de la necesidad de hablar de la literatura escrita por mujeres a lo largo de la historia y, por otra, de la voluntad de la compañía de querer  acercar al entorno rural nuestras propuestas teatrales. De hecho, este texto nació, primeramente, como lectura dramatizada y después la propuesta se fue ampliando y realizamos la versión teatral para espacios no convencionales. Finalmente, el pasado mes de mayo, estrenamos en el Teatro Rialto de Valencia la versión de sala». [Comienzo de la entrevista con Ángela Monleón, págs. 171-177].

 

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Portada de Éride Ediciones. Madrid, 2024: un thriller escénico donde el padre Herrando, desde su pequeña iglesia de pueblo, acaba de declarar públicamente ante los medios que es homosexual y que defiende la libertad para amarse unos a otros.

 

Escribe Sebastián Moreno en páginas 298-299:«… La historia de las pasiones silenciadas, especialmente aquellas que ponían el foco en el deseo entre iguales, es una historia de fantasmas que se estira durante eones; hagiografía de anhelos imberbes, martirologio de silencios. Y entre todos ellos, el incendio, como un verbo herido que se arrastra y se araña las rodillas en una penitencia, no por consabida menos dolorosa […].

La edición se completa con la micropieza Et filii, que es una más que sorprendente pesadilla vaticana en la que el delirio se hace castigo a los pecados obsesivos volviéndose carne, sangre y llanto, rebaño de pastores sin báculo, baptisterio de sus vergüenzas…».

 

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En el centro, editora y directora de Primer Acto sosteniendo el Premio Talía 2024 en la categoría de Estudios y Divulgación de las Artes Escénicas. A su derecha, Ignacio Amestoy, y a su izquierda, Borja Ortiz de Gondra.

«En estos tiempos de guerras, desigualdad y violencia mantener los espacios de pensamiento crítico es más necesario que nunca. Primer Acto así lo ha procurado desde abril de 1957, cuando gracias a José Monleón y José Ángel Ezcurra, salía a la calle su primer número en plena dictadura franquista… y lo hacía publicando Esperando a Godot, de Samuel Beckett.

De mi padre, José Monleón, y de José Ángel Ezcurra aprendí que la historia del arte rescata y nos enseña lo mejor del ser humano, su parte más hermosa. Aprendí también a amar el teatro, por su capacidad de revelación, por ser espacio privilegiado para pensarnos e imaginarnos, para emocionarnos y descubrirnos. Las más de cien mil páginas de Primer Acto son buena prueba de ello. Gracias a todos los compañeros y compañeras de la Academia que nos habéis votado. Permitidme ahora dedicar este Premio a las generaciones que nos han precedido, que tanto lucharon por nuestras libertades, y a las que hoy, 67 años después, hacen posible que esta gran nave del teatro que es Primer Acto continúe travesía. Así pues, aquí estamos y aquí seguimos».

 

PRIMER ACTO 367

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