Olivier Laisney: “Veo la composición como trabajar la arcilla: se parte de una materia bruta que se modela hasta encontrar una armonía o equilibrio”.
La música, como el tiempo, es un viaje a través de paisajes sonoros que conectan el pasado con el presente, el instinto con la técnica, y la emoción con la narrativa. En las composiciones de obras como Grande Horloge Oubliée, Cadran Astronomique, y Beffroi Ancien, se perciben ecos de fascinación por la historia, la automatización y las dinámicas humanas que sostienen cada momento sonoro. Este diálogo explora el universo creativo detrás de estos álbumes y revela cómo el jazz contemporáneo, la improvisación y los elementos de otros géneros interactúan para trascender fronteras estilísticas, mientras se mantiene fiel a una búsqueda visceral y profundamente humana.
Nacido en 1982 en Saint-Lô, Laisney se ha consolidado como uno de los trompetistas más sutiles de la escena, articulando una cultura del jazz marcada por la influencia de Woody Shaw y los grandes instrumentistas del hard bop, como lo demuestra su interpretación en el Gil Evans Paris Workshop dirigido por Laurent Cugny. Al mismo tiempo, combina estas raíces con concepciones decididamente contemporáneas que explora al frente de sus propios proyectos (Yantras, Slugged), así como en los diversos grupos de la órbita del Workshop de Stéphane Payen, la Fanfare XP de Magic Malik, el Orphicube de Alban Darche, entre otros.
La inteligencia de su fraseo y la precisión de su articulación, junto con la forma en que reensambla los elementos de la gramática del jazz, lo convierten en un solista particularmente inspirado. — Vincent Bessières
Mauricio A. Rodríguez Hernández: Cada álbum parece reflejar una historia o una atmósfera única. ¿Cuáles son sus principales fuentes de inspiración al componer obras como Grande Horloge Oubliée, Cadran Astronomique y Beffroi Ancien?
Olivier Laisney: Estas composiciones forman parte del álbum Vol. 3 del conjunto Onze Heures Onze Orchestra. La temática de este proyecto era la automatización, ya sea en la antigüedad o en la actualidad. Para Cadran Astronomique, me inspiré en el funcionamiento del reloj astronómico de la catedral de Notre-Dame de Estrasburgo, una obra maestra de automatización. Las demás composiciones fueron creadas siguiendo un proceso compositivo similar. Un poco como en un reloj, cada músico se convierte en un mecanismo que permite que el conjunto funcione. Me gusta la idea de tener una temática al crear un grupo o realizar un disco; permite canalizar las ideas. A menudo se dice que la creatividad se expresa dentro de las limitaciones.
MARH: Sus títulos sugieren una fascinación por el tiempo y la historia. ¿Cómo influyen estos conceptos en su enfoque musical y narrativo en las composiciones?
OL: Como mencioné antes, estos conceptos son «ayudas» a la composición, más o menos libres o formales. A menudo trato de vincular la temática con la música de una manera flexible. A veces lo hago matemáticamente; otras, de manera totalmente libre.
MARH: Como artista arraigado en la tradición del hard bop mientras explora sonoridades modernas, ¿cómo concilia el legado de trompetistas como Woody Shaw con sus exploraciones contemporáneas?
OL: Lo que me gusta como improvisador es la idea de que realmente no hay reglas, salvo la de tocar con otros músicos y crear algo juntos. Esa ausencia de restricciones permite desarrollar un lenguaje propio con herramientas propias. Desde hace tiempo exploro los modos de transposición limitada de Olivier Messiaen, que para mí son una fuente infinita de posibilidades y combinaciones, y que aportan un aspecto lúdico tanto a la improvisación como a la composición. Este aspecto lúdico, en mi opinión, es esencial en la música.
MARH: Su música integra influencias de Steve Coleman y Morton Feldman, entre polirritmia y minimalismo. ¿Cómo trabaja ese equilibrio en la construcción de sus obras?
OL: A menudo basta con proyectarse tocando o escuchando la composición. Los elementos deben ensamblarse de manera homogénea, ser agradables para los músicos y lo suficientemente claros para el público.
MARH: El colectivo Onze Heures Onze juega un papel central en su carrera. ¿Cómo le ha ayudado esta colaboración a desarrollar sus proyectos artísticos y a enriquecer su vocabulario musical?
OL: Creamos el colectivo hace casi quince años con Alexandre Herer y Julien Pontvianne. Stéphanie Knibbe (administradora) y Thomas Gachod (encargado de comunicación) se unieron más tarde. Sin esta colaboración, habría sido difícil desarrollar mis proyectos de manera tan libre y sin cuestionamientos estéticos. El hecho de tener un colectivo nos ha acercado a artistas que gravitan en universos musicales similares. Pienso en Magic Malik, Stéphane Payen, BC Manjunath, todos ellos presentes en las producciones del sello Onze Heures Onze.
MARH: En álbumes como Cadran Astronomique, parece que se invita al oyente a viajar por paisajes sonoros. ¿Cómo describiría el papel de la emoción en la transmisión de estas atmósferas?
OL: Este mecanismo me resulta bastante oscuro. Ciertamente está relacionado con la experiencia y la cultura del oyente. Quizás, como pensaba Jung, existe un inconsciente colectivo que permite al compositor transmitir emociones explorando ese inconsciente. ¿Quién sabe?
MARH: Como trompetista de jazz y compositor, ¿cómo integra la improvisación en su proceso creativo?
OL: En mi opinión, la improvisación y la composición son lo mismo, pero en diferentes dimensiones temporales. La improvisación surge en el momento presente, sin posibilidad de retroceder, y es muy instintiva. Veo la composición como trabajar la arcilla: se parte de una materia bruta que se modela hasta encontrar una armonía o equilibrio.
MARH: ¿Es la improvisación una herramienta central para usted o más bien un medio para explorar ideas tras la composición inicial?
OL: Por lo general, uso las mismas herramientas en mis composiciones y mis improvisaciones. Estas herramientas evolucionan con el tiempo, a partir de encuentros, contextos y deseos. Aunque, de nuevo, en la improvisación hay una parte de instinto y de inconsciente que emerge.
MARH: Su música explora las fronteras entre el jazz, la música electrónica y la música contemporánea. ¿Cómo dialogan estos géneros en sus composiciones y actuaciones?
OL: Los géneros musicales han sido, en mi opinión, un problema que tiende a encasillar innecesariamente. La palabra «jazz» y lo que implica tiende hoy a alejar al público más que a atraerlo. En mis composiciones incorporo elementos de diversas músicas, ya sean tradicionales, contemporáneas o populares, siempre que me parezcan interesantes para lo que quiero transmitir.
MARH: ¿Qué representa la música para usted, no solo como expresión artística, sino también como medio de reflexión o compromiso personal?
OL: Para mí, la música es un medio de expresión que permite conectarse de una manera más visceral, más profunda, más primordial que con las palabras. Me encanta la idea de Giacinto Scelsi, que se veía como receptor/transmisor de una fuerza que nos supera. Formamos parte de algo que ni comprendemos del todo ni controlamos.
MARH: Como actor de la escena de jazz contemporáneo en Francia, ¿cómo ve la evolución del género en los próximos años y qué papel espera desempeñar en esa transformación?
OL: Cada vez hay más jóvenes músicos interesados en cosas muy diversas. Sin embargo, se ha vuelto difícil tocar regularmente con proyectos de música «creativa». Los festivales pequeños tienen menos recursos y los grandes asumen menos riesgos. Las salas parisinas ya no programan mucho y se limitan a alquilar espacios. Es probable que la forma de hacer música improvisada cambie. Quizás vuelva a las calles, para conectar con el público de otra manera.