‘Los 4 jinetes del apocalipsis’, de Vicente Blasco Ibáñez
Gerardo Gonzalo.
Los 4 jinetes del apocalipsis es una novela publicada en 1916 por Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) en la que se narra la historia de una familia dividida que llega a Europa desde América, y a la que le sorprende el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Llevaba mucho tiempo deseando embarcarme en la lectura de la obra de Blasco Ibáñez, ya que había dos circunstancias que me llamaban especialmente la atención. Por un lado, su rica peripecia vital, plagada de viajes y marcada por un activismo político radical republicano (que lo llevó en varias ocasiones a prisión), que además alternó con una prolífica y exitosa producción literaria que le convirtió en uno de los escritores más famosos de la época a nivel mundial. Esto provocó que algunas de sus novelas fueran adaptadas al cine por Hollywood al muy poco de su publicación. Pero lo que me extrañaba aún más, es que a pesar de esto, su presencia actual en el panorama cultural español, sea casi inexistente. No hay reediciones de envergadura de sus obras, apenas es un escritor del que se habla y son escasísimas las biografías o documentales sobre su figura.
Solo se me ocurría un motivo razonable al respecto, que quizás su literatura, tan exitosa y aclamada en su época, no hubiese resistido bien el paso del tiempo, que se hubiera acartonado en exceso. Pero me apetecía comprobarlo por mí mismo y hacerlo con una de sus obras más celebradas, poseedora de un argumento realmente estimulante.
Nos encontramos ante una novela ambiciosa, que se mueve geográficamente entre el viejo y el nuevo mundo. Desde Francia sale de joven Marcelo Desnoyers, en busca de fortuna y un futuro, recalando en Argentina, donde se pone a trabajar a las órdenes de un muy rico y gran terrateniente, Julio Madariaga, un hombre complejo y cruel, cuyas hijas acaban casadas, una con Marcelo y la otra con otro emigrante alemán Karl Von Hartrott. A la muerte de Madariaga, ambos yernos, herederos ahora de una gran fortuna, deciden junto a sus familias volver a Europa, a Francia y Alemania respectivamente, estallando entonces la Primera Guerra Mundial, que pilla a cada uno en bandos diferentes.
“El hombre acepta como lógico y razonable todo lo que conviene a su egoísmo, colocándolo por encima de la realidad”
La génesis de la obra de Blasco Ibáñez es de por sí muy interesante, ya que como el propio autor recoge a modo de prólogo en la novela, fue un encargo del por aquel entonces Presidente de la República Francesa, Raymond Poincaré (al que describe como más amante de la literatura que de la política) que agradecido por los escritos del autor español a favor de Francia en los primeros momentos de la guerra, le pidió que fuera al frente, no ya como periodista, sino como novelista, para que de ahí pudiera nacer un libro. Al final, la obra fue escrita en París, en mitad del conflicto bélico, como reseña el propio autor, con los alemanes apenas a unas docenas de kilómetros de la capital y en las peores condiciones para escribir con las que jamás hubiese trabajado.
“Donde uno se encuentre bien y no corra el peligro de que lo maten por cosas que no entiende, allí está su verdadera tierra”
En su primera parte, la obra se centra en los orígenes de las familias y en ese nuevo mundo donde conviven todo tipo de nacionalidades. Un territorio apasionante, lleno de oportunidades y peligros. Aquí se nos relata una historia sólida, perfectamente armada, con la presentación de unos personajes muy bien retratados, en su evolución y motivaciones, hasta la muerte del patriarca.
“Para un Estado no existe la verdad ni la mentira: sólo reconoce la conveniencia y la utilidad de las cosas”
Después, el retorno a Europa. Ya inmensamente ricos y saboreando los placeres de París, pero poco después, estalla la Primera Guerra Mundial. A partir de aquí, un fresco de sensaciones, vivencias, orgullo, miedo, ideología y una inequívoca toma de partido por uno de los bandos. Un estado que acaba igualando a todos, la guerra como hecho superior, que provoca una anexión incondicional por tu país y que transforma a las personas respecto a su normalidad y cotidianeidad anteriores, sacando lo mejor y lo peor de cada uno.
“ La pobre humanidad, loca de miedo, huía en todas direcciones al escuchar el galope de la Peste, la Guerra, el Hambre y la Muerte. hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, se empujaban”
Asistimos, como unos espectadores privilegiados, al terrible espectáculo de una guerra a través de una portentosa descripción de los acontecimientos. La vida civil desaparece, los amores furtivos, los placeres cotidianos, el arte,…todo. Se nos traza el retrato descarnado de los campos de batalla, en todas sus vertientes, desde la retirada de un bando, el viaje al encuentro con el frente enemigo, la ocupación invasora, y la desbandada final. Un viaje a las tinieblas, tratado con gran verismo.
El grueso de este relato, se nos presenta a través de la mirada de Marcelo Desnoyers, que acude al frente enemigo para proteger su castillo en Villeblanche. Aquí, el protagonista se enfrenta a la crueldad de la guerra sin filtro alguno. La muerte indiscriminada de inocentes, la crueldad del invasor en todas sus formas, el saqueo, la humillación, el miedo, la rabia. En resumen, una descripción de la locura alucinatoria en la que se convierte un frente de guerra, como yo jamás había visto descrita, fundiendo realidad y dramatismo, de forma terrible y desgarrada.
“La guerra se mostró a los ojos de Desnoyers con toda su cruel fealdad. Había hablado de ella hasta entonces como hablamos de la muerte en plena salud, sabiendo que existe y que es horrible, pero viéndola tan lejos…”
Tras esta experiencia, el regreso a un París fantasmal, y la marcha al frente de los hijos, que ahora batallan en una cruel guerra de trincheras, que poco a poco va limando las mejores generaciones de jóvenes de ambos bandos. Aquí, es apasionante el paseo por las trincheras, lleno de lirismo y camaradería.
Entre medias del conflicto, todo tipo de historias y personajes, algunos con entidad propia, cargados de profundidad y emoción. Como la del hijo de Marcelo, Julio, su vida bohemia, el amor por una mujer casada, su relación con el marido de ésta, su alistamiento. También su amigo Argensola, el vecino Tchernoff y por supuesto el núcleo familiar que es la familia Desnoyers, en Francia, con una mirada siempre puesta en la parte que está en Alemania, ahora enemiga, odiada, y valedora de un discurso supremacista y racial, que visto en perspectiva es pura premonición de lo que pasaría décadas más tarde.
“Querían que triunfase definitivamente el hombre rubio sobre el moreno; deseaban esclavizar al despreciable hombre del Sur, consiguiendo para siempre que el mundo fuese dirigido por los germanos, la sal de la tierra, la aristocracia de la humanidad. Todo lo que en la Historia valía algo era alemán”
Una gran obra, con una clara pretensión en favor de uno de los bandos, que no disimula ni rehuye, pero que tampoco se resiente como artefacto literario de gran calidad. Una extraordinaria lectura, dramática, emocionante, adictiva, cuyo retrato y ambición, me hacen situarla (perdón por referirme a la que quizás, sea la novela más grande de todos los tiempos) en las cercanías de Guerra y Paz de Tolstoi, en su retrato de un conflicto, pero sobre todo, en la búsqueda de la íntima naturaleza humana, de los que de un modo u otro, participaron en él
Una obra que no deja de preguntar el por qué de una guerra, cuando se puede disfrutar tanto y tan bien de una vida en paz ¿Quién puede desear que algo así suceda? Una mezcla de crónica novelada de lo que está pasando (está escrita y publicada durante el conflicto) mezclada con una descripción veraz y profunda del ser humano, de nuestras inquietudes y ambiciones, nuestros miedos y alegrías, nuestras convicciones y contradicciones, el amor y el odio, la solidaridad y la crueldad. A todo esto intenta responder esta gran obra.