De qué se esconden las tortugas, de Ianire Doistua

Daniel González Irala.

La narrativa aristotélica tradicional por la que una historia ha de contener necesariamente al menos tres actos, se rompe con la fuerza en el uso del vocablo preciso en casi todos los cuentos que esta escritora vasca nos brinda, a través de quince historias de mujeres que o bien viven rotas por los dolores del cuerpo y del alma a través de esa institución que a veces ellas mismas fundan y que no quita para que desde su núcleo más profundo implosionen antes o después de tiempo, la familia, o que confundan el grado de infancia necesario para vivir aventuras, con el estrépito ahogado que las hace adultas. Son relatos con música y literatura de fondo, desde los que se escuchan nanas, villancicos, y se lee Jane Eyre en voz alta, si bien se preferiría hacer lo propio con las Historias de cronopios y famas, por lo que de divertidamente doloroso tienen, o Ancho mar de los sargazos, probablemente por lo sesudo.

Ya en El puente vemos cómo mediado el relato y gracias o por culpa de una risa burlona todo se rompe y corrompe. En Efecto Doppler, publicado en la revista La Gran Belleza, se introduce el juego siniestro de las ambulancias en personajes infantiles que cantan, este juego además no es ajeno a otros relatos posteriores, y en concreto en este aparece el fuego antes de que se realice el mecanismo de relojería —explosivo, como no puede ser de otro modo— en su punto final.

Son relatos concisos y a la vez llenos de poesía. Agujeros precede a Tortugas de manera sabia algo más adelante para enfocar el título del volumen y poner a cada uno en su sitio. En ISO 400 y Localización interior demuestra su conocimiento de los resortes y el mundo engañoso de la imagen en sociedades que aprenden a esconder igualmente lo que un día exhibieron.

De los siguientes, el doliente Mamamá no huye a su vez de la tradición realista —muy consciente de que innovar todo el tiempo podría no ser adecuado—, Lentejas consigue jugar con lo vulgar y extraño, para dar de cabeza con Rarurezas, donde a una hija de familia no menos extraña, se le enquistan letras como recién salidas de una máquina de escribir y erupcionan bajo su piel.

Hormigas de ciudad, relato que igualmente tuvo éxito en 2019 allende los océanos publicado por la Universidad de Nueva York, tiene una estructura más fílmica y a la vez europea, con uno de esos desconcertantes finales, que para cerrar temáticas y a la vez condensarlas, diremos que acaba con un selfi imposible.

Publicado este 2024 en la editorial Tres Hermanas que ya vio nacer su primera novela Una casa de verdad Doistua, que también despunta esta vez en el relato breve, se convierte así en garante de toda una colección (Tierras de la Nieve Roja) que sorprende en su empeño de mostrar la labor de autores menos conocidos en el panorama editorial actual.

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