‘En la montaña’, de Diego Enrique Osorno

En la montaña

Diego Enrique Osorno

Anagrama

Barcelona, 2024

370 páginas

 

Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca

La infancia consiste en la espera del momento en que encontremos la isla del tesoro. Ese sueño se guardará en algún lugar de los pulmones y de vez en cuando, con alguna buena bocanada de aire, volverá al córtex frontal para recordarnos quienes deberíamos seguir siendo: el niño con derecho a arribar a la playa de palmeras dispuesto a vivir la mejor de las aventuras con el mejor de los premios. El resto del tiempo, la mayoría de nosotros llevamos una vida a ras de existencia. Pero otros seguirán convencidos de que ese sueño puede ser tan real como el deseo de cambiar el mundo. Rebelión viene de unir el prefijo re, que marca un movimiento en sentido contrario o el incremento de intensidad, y el sustantivo bellum, que quiere decir guerra. El tesoro de la rebeldía no se puede detectar por ningún escáner en ninguna frontera, no podrá jamás ser arrebatado al que lo posea. En algún momento hemos podido sentir que esa isla del tesoro todavía existe, que el sueño se actualiza gracias a algún grupo que se asienta en las plazas a protestar en silencio o a un movimiento armado, como el levantamiento de miles de indígenas mayas que protagonizó el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en 1994. El niño que juega a encontrar la isla del tesoro también tiene que empuñar armas, aunque se parezcan más a un palo de escoba, para combatir a los piratas. Siendo adulto, imagina que las que llevan los miembros de EZLN son de plástico, para así mantener vivo el sueño.

El impulso a reencontrarse con este movimiento es muy natural, y un cronista de oficio, como Diego Enrique Osorno (Monterrey, 1980) siente que debe responder a él a lo largo de muchos años. Este libro comienza a construirse hace veinte años y se decide a tomar forma cuando un grupo de zapatistas se embarca en una travesía que les traerá a Europa, donde confían en que explicando una revolución que sorprendió al mundo, se extienda la llama. Osorno se sube al barco, aunque deberíamos más bien decir que en ningún momento se bajó de él. Cuando comienza reconociéndolo dentro de un contexto de crónica global de México, en los últimos años, nos lo expone como parte de un país sometido a diversos impulsos, a diversas presiones. El movimiento zapatista es una buena razón para revisar buena parte de lo más significativo que ha afectado al país. Osorno pasará a mostrarnos los fundamentos del EZLN a través de las voces de varios de sus dirigentes, antes de embarcarse en la travesía que refleja, sobre todo, también mediante las voces de quienes la protagonizan.

El conjunto el libro es un documento muy valioso para ponernos al día acerca de un levantamiento que supuso grandes cambios en el modo de vida de mucha gente, habitantes de Chiapas, y que todavía sigue activo. La postura desde la que nos lo expone Osorno es la del mejor cronista, la de quien se implica pero permite que sea el lector en que saque las conclusiones. Hay que seguir dando fe de los movimientos que sueñan con cambiar el mundo y permitir que la lectura sea, a su vez, una dedicación activa. Mientras uno lee En la montaña, no cesa de hacerse preguntas sobre los valores que deberían estar vivos y cómo deberíamos activarlos para mejorar, aunque solo sea un poco, la vida de los demás.

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