Se traducen por primera vez dos importantes textos del humanista Leonardo Bruni
Redacción.- Aunque del humanismo del Renacimiento son los más célebres los nombres de Marsilio Ficino, Giovanni Pico della Mirandola, Erasmo de Rotterdam o Juan Luis Vives, lo cierto es que todos estos autores se pueden considerar pertenecientes a una segunda fase del movimiento, caracterizada por el triunfo de sus propuestas y la consolidación de los studia humanitatis como el abecé del hombre culto de la época. Pero lo cierto es que, para alcanzar un espacio tan destacado y hasta indiscutible, antes hubo que recorrer un largo camino en el cual algunos escritores descuellan por su audacia y su tenacidad: Francesco Petrarca, Coluccio Salutati y Leonardo Bruni forman parte de esta avanzadilla cuya combatividad permitió que se abrieran paso conceptos y prácticas que, por aquel entonces (finales del siglo XIV y principios del XV) no estaban ni mucho menos a la orden del día.
Dentro de esta primera fase del humanismo renacentista, dos textos de Bruni constituyen una referencia absoluta para cualquiera que quiera conocer, de primera mano, cuáles eran los principios que defendía dicho movimiento. Se trata de Los estudios y las letras y de La doctrina moral, cuya traducción al castellano acaba de editarse, dentro de la Biblioteca del Humanismo Renacentista que promueve Cypress Cultura.
Los estudios y las letras, una obra escrita entre 1422 y 1429 para Battista Malatesta, es uno de los manifiestos de la cultura humanística. En él se aborda, de un modo orgánico y vivaz, el tema fundamental del valor de las humanidades, cuyo cultivo conduce al individuo -hombres y mujeres- a la elevación y a la realización de la persona en su integridad.
En La doctrina moral, escrita entre 1421 y 1424, se apela a la vida buena como norte existencial sin el cual erramos a oscuras, imposibilitados para alcanzar el sumo bien o finalidad última que por naturaleza ansiamos. Se impone entonces el recurso a la filosofía, la única materia capaz de disipar la bruma que nos ofusca y de indicarnos el camino recto a seguir.
Con estas traducciones, realizadas por José Luis Trullo, se enriquece el acceso a las fuentes de una propuesta, la humanista, que resulta tan necesaria en el siglo XXI como hace quinientos años o hace mil quinientos. Y es que la batalla por las letras y por la virtud no conoce de modas: siempre resulta necesaria, ante la amenaza permanente de la barbarie siempre alerta.