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Carles Sans, el guapo de Tricicle, en «¡Por fin solo!»

Horacio Otheguy Riveira.

Inolvidables, apenas nada cuando se apearon de los escenarios, cuatro décadas juntos: El Calvito, El Gordito y El guapo: los tres chiflados catalanes que recorrieron país y mundo con el fantástico lenguaje del mimo y el teatro gestual, técnicas primas hermanas de un estilo al que le siguieron varias compañías con igual o mayor éxito, como Yllana.

Los grandes de Tricicle: Joan, Paco, Carles en una de las históricas secuencias como palomiteros en un cine…

Ya han ofrecido dos formidables espectáculos como despedida. No los volveremos a aplaudir entre carcajadas, si bien Paco Mir sigue adelante como autor y director de obras propias y ajenas, Joan Gracia, parece disfrutar de un merecido descanso, y este Carles se lanza a la pista a cargo de un monólogo aparentemente desprolijo, pero que se atiene a coordinadas de un guion que impulsa las risas muy bien calibradas, entre anécdotas personales y profesionales de los buenos tiempos de cuando eran tres y, sinceramente, el disfrute era muchísimo mayor, ya que lo que falta en este show —sin duda simpático— es la solidez de un argumento que se expanda en torno a los vaivenes de determinados ámbitos, tales como el género de terror, el deporte, una isla, un aeropuerto… Un lugar, en fin, que aísle modos y maneras de la vida cotidiana de la que reírse de uno mismo y ellos de sus propias vanidades, sus debilidades, su enorme sentido del humor.

 

 

Solo en escena, disfruta de su absoluto protagonismo y borda algunas secuencias con una voz con variados registros cómicos y la flexibilidad de su gracioso cuerpo heredado del trío genial. Pero este Carles Sans, aquí y ahora, no pasa de ser un contador de chistes que mide las risas del público paso a paso y añade, eso sí, un puñado de gags brillantes, mechados de un par de golpes bajos, muy humor negro. Teniendo en cuenta su valioso bagaje escénico se esperaba más, sobre todo del jugoso anecdotario de Tricicle, del que no da todo lo que debiera, quedándose a medias, explotando situaciones de la época en que muchos los confundían con La Trinca, y poco más.

Divertido, sin duda, un tipo que cae muy bien, pero en una función que promete más de lo que termina ofreciendo, considerando su talento y nada menos que 40 años actuando con dos compañeros de tan alto nivel.

 

Muy serio cual galán maduro, pero lo cierto es que su ¡Por fin solo! lo muestra siempre gracioso, dicharachero, ágil, en forma, provocando risas y reconociendo al final que compartir carcajadas le enriquece y hace siempre muy feliz.

 

 

Una de las secuencias más ingeniosas, cuando cuenta un episodio en el que los tres acabaron compartiendo cama: «Fue lo más cerca que estuve de una orgía».

 

Guion e interpretación: Carles Sans
Dirección: José Corbacho y Carles Sans
Producción: Lustig Media
Administración: Arantxa Rodríguez

Coordinador técnico: Sergi Illa
Técnico Iluminación y sonido: Ricard Pons
Diseño Gráfico: Maxianplanet.com
Fotos: Elena Infante
Producción ejecutiva: María Antonia Rodríguez

Una producción de Lustig Media SLU.

TEATRO BELLAS ARTES DE MADRID

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