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«Un lugar soleado para gente sombría», de Mariana Enriquez

Gerardo Gonzalo.

Un lugar solitario para gente sombría, es la última obra de Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973). Publicada este año 2024, se trata de un libro compuesto por 12 relatos, que como es habitual en su autora, deambulan por los terrenos del terror, el desasosiego y lo sobrenatural.

Abordo este libro, todavía impactado por mi reciente lectura de esa novela excelsa y magistral que es Nuestra parte de noche (2019). En cierto modo, la autora es reconocible en esta obra, abordando y manteniendo su tono inquietante y espectral habitual. En los relatos se agolpa la enfermedad, la deformidad, el mal, la familia, el pasado reciente de terror político de su país o los fantasmas.

Si nos adentramos en el estilo, la autora nos plantea finales abiertos, situaciones terribles, en muchas ocasiones algo evanescentes, donde la resolución se nos escapa entre los dedos y la comprensión no alcanza, dando más prioridad al horror y la sinrazón, que caracteriza lo sobrenatural, que a un cartesianismo más clásico. De fondo, como no puede ser de otra manera, se acierta a ver la presencia de Stephen King, aquí en su vertiente más Salem´s Lot. En cualquier caso, y como es lógico, esta serie de relatos, aunque reconocibles en estilo, presentan irregularidades. No todos me parecen excelentes, aunque sí mantienen un buen nivel medio, llegando a apasionarme muy especialmente cuatro de ellos.

Empezando por ahí, por lo mejor, me gusta mucho el relato La desgracia de la cara, en la que se nos presenta la terrible descomposición de un rostro, que se muestra como una especie de herencia, y que se lee con angustia y espanto en un in crescendo terrible y desolador de tintes kafkianos. Me encanta Julie, no tan terrorífico, pero más ambicioso,  se desarrolla en varios niveles que deambulan por el drama familiar, la idiosincrasia y diferencias entre los argentinos que permanecen en Argentina y los que emigraron, entremezclándose el egoísmo, la convivencia,… y de fondo Julie, un personaje enigmático y original, que averguenza a sus padres y que asegura practicar sexo con fantasmas. Me gusta también mucho el tono y el aroma de Un lugar soleado para gente sombría, que parte de hechos reales, y se desarrolla en Los Ángeles, una ciudad que marca el estado de ánimo del relato y que a la vez es el escenario de un enigmático y viral crimen del pasado y del reencuentro de la protagonista con vivos y muertos. Por último, Un artista local, simplemente magistral, empieza siendo inquietante, para acabar aterrorizando, en una historia protagonizada por una pareja en un pueblo aislado, que evoluciona de la incomodidad acechante del entorno, al terror más insano.

Me gustan algo menos el resto, aunque reconozco que ninguno carece de interés. Como  Mis muertos tristes, una historia de fantasmas errantes en un barrio. Los pájaros de la noche sobre dos hermanas y de la vida y de la muerte. Metamorfosis, muy influida por David Cronenberg. Los himnos de las hienas y su alusión a los espacios y los desaparecidos. Diferentes colores hechos de lágrimas, con la presencia del mal, el recuerdo y la maldición a través de la ropa. La mujer que sufre, con la enfermedad como amenaza, como ese fantasma que acecha. El cementerio de heladeras, que gravita sobre el duelo, la culpa y los fantasmas del pasado. Y para terminar, Ojos negros con una presencia terrorífica, sin límites, capaz de acabar con todo, un cierre que deja al lector al borde del abismo por lo que está por pasar.

En resumen, más allá de algún entendible altibajo en el nivel, en su conjunto estamos ante una serie de relatos desasosegantes, terribles e incómodos en la medida en que desde las raíces de la cotidianeidad más reconocible, Enriquez nos traslada por las sendas de lo sobrenatural, el terror y el miedo más profundo. Recomendables y estimulantes lecturas.

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