“La exacta quietud del ahora (Antología poética 1988-2018)”, de Pedro Enríquez

Por Ana Isabel Alvea Sánchez.

La poesía como esperanza y voz de otro mundo posible.

Norberto Barleand en su prólogo a esta antología de poemas intimistas y reflexivos –a veces existencialistas, otras, religiosos- resalta la profundidad de su poesía, sus imágenes y metáforas bien logradas, la belleza que sabe crear con sus versos llenos de lirismo y de fuerza vital. En ellos se recogen las vivencias y su pálpito con un inevitable sentir elegíaco por todo aquello que vamos perdiendo con el paso del tiempo y por lo que anhelamos y no acontece; aunque el sujeto poético siempre encuentre la luz por muchas y amargas sombras que le acechen. Le sustenta un ánimo vital reflejado muy bien en el poema Soy el espíritu de la cerbatana. Su poesía recorre la montaña rusa de la vida, las curvas de sus contrastes. Se alza hacia la luz, la esperanza, el amor, el esplendor y la plenitud para caer en picado en el dolor del desengaño, de los sueños rotos, del desamor, en los brazos de una fría soledad, en poemas que acentúan su fuerza expresiva en los rotundos finales. Una poesía con una voz singular y propia, en ella puede verse cierta influencia y eco de Lorca por sus brillantes metáforas e insólitas imágenes, poemas que logran el asombro y la sorpresa en el lector, quien se encuentra con lo inesperado al evitar el autor pisar los lugares comunes. La felicidad es / la cereza caída que duerme / en una línea de la tierra (poema El eco de los sueños).

El título de la antología de Pedro Enríquez -poeta, narrador, editor y gestor cultural- procede de unos versos propios que constan en la cita inaugural del libro: tesela de lo perdido / grito pentagonal del descubrimiento, / matemático de la mística, / de la observación donde mora / la edad de los sueños, / la exacta quietud del ahora. Se canta lo que se pierde nos decía Antonio Machado, pero también la poesía puede suponer una revelación, caer en la cuenta según Valente, donde coexisten el rigor y la exactitud matemática con el misticismo o la espiritualidad. En ella la mirada contemplativa juega un papel clave y el poema es nido o lugar de nuestros sueños más irrenunciables. Será la mano de la poesía quien traiga nuestros anhelos al presente, en la exacta quietud del ahora, para que no olvidemos la esperanza de alcanzarlos.

Encontramos tres manantiales que otorgan cobijo y fuerza al sujeto poético: la fe, el amor y la poesía. Estos constituyen los principales temas de esta antología que recoge sus libros en orden cronológico, desde el más reciente, En el hueco de su mano, del año 2018, hasta Extremo a extremo del silencio, de 1988.

Contiene una emotiva y hermosa poesía amorosa, motivo clave de su poesía a partir de Ese filo (2009), pero principalmente desde Lienzos del deseo (2015), un poemario erótico inspirado en la pintura. Guarda, por tanto, su contenido una fuerte cohesión y unidad, aunque se preocupe de otros temas como la amistad, el sentir del paso del tiempo, la memoria y el olvido -la eternidad de los recuerdos y la necesidad de olvido-, exponer una mirada crítica al mundo actual; incluso diría que conforma una estructura circular, pues el último poemario escrito, En el hueco de la mano, se relaciona estrechamente con el primero, Extremo a extremo del silencio, en ambos se ampara en Dios y nos habla de la fe.

En cuanto al amor, lo considera un misterio y es constante la búsqueda de un amor pasional y sensual,  sus versos recuerdan la Rima XI de Bécquer, yo soy un sueño, un imposible / vano fantasma de niebla y luz /… ¡Oh, ven; ven tú! El amor, tan anhelado, se vuelve un imposible y así lo afirmará en Poesía para desafinados, perenne encuentro de nombres posibles para la canción imposible, esa es la  poesía para desafinados.

Como consecuencia del desengaño amoroso siente en su aterida soledad el mundo vacío y hueco. La escritura poética beberá de esa soledad, de la propia herida, deteniendo el tiempo y la memoria. En cualquier caso, subyace una pasión y un furor último irrebatible y se aferra a la belleza pese a todo, en un sentir propio de los poetas del Romanticismo – por los conceptos de libertad, aventura, pasión, la primacía y consideración del amor como un misterio, espiritualidad, su rechazo a la sociedad vigente-. Este desengaño le lleva a concebir el amor como una mentira, un espejismo -igual la poesía- y la vida un teatro, una farsa.

Respecto a la escritura, la poesía y su magia, en El eco de los pájaros (2011) la define: luz, sabiduría, descubrimiento, misterio, memoria, fuerza, libertad, enigma. En Sueños en el laberinto (2008) la lírica rompe el velo y es capaz de llegar a lo infinito y hondo; pero también puede traernos monstruos de la nada y el poema ser oasis y espejismo. Ciudad en obras (2007)  es el que inicia su andadura hacia el lenguaje y la escritura. Alfa, poema hermosísimo y exuberante, una cascada de imágenes y metáforas, mira la infinitud e inmensidad de una poesía capaz de multiplicarnos la existencia. Este poema puede aludir a la poesía o al amor -Bécquer se refería a ambas en sus poemas- cuando habla a un tú puede ser el lector o la amada: En el principio de tu fantasía fui cuento, /  Úsame y vive.

En El hueco de su mano regresa una felicidad que parecía perdida por gracia de Dios, se encuentra con la belleza y el misterio. La fe insiste en el vuelo. Desea comprender el mundo, alcanzar otro nivel de conciencia, poder vivir con alegría y amor y cuando encuentra el amor, su única certeza, se hace la luz. Hemos referido que en su primer poemario, Extremo a extremo del silencio, ya afirmaba su fe ante un mundo considerado falso, materialista, acelerado y superficial, en el que hallaba solo vacío y absurdo una vez que se pierde la niñez y la inocencia; no obstante, basta un hombre que se entregue y sienta la vida con locura, que sencillamente ama, sufre, perdona, para que la poesía sea raíz de esperanza (poema Teatralmente distante).

En su dilatada y sólida trayectoria podemos apreciar sus rasgos de estilo más característicos y propios, así como los giros y cambios que introduce en cada poemario, con predominio del verso libre y de un lenguaje sugerente. Un lenguaje que persigue y perfila la belleza, otorga importancia a la estética formal, al cómo se dice, sin caer en un esteticismo huero, nombrando la realidad con el lirismo de su mirada e innovadoras metáforas. Su lenguaje ha derivado de la claridad, un estilo más directo, a una cada vez mayor sugerencia inducida por las imágenes. En cuanto al tono, en un principio sus poemas ostentan mayor gravedad y pesadumbre y van aligerando peso hacia un tono más sereno, incluso irónico a veces.

Lienzo del deseo  introduce la novedad de intercalar versos en cursiva dando la posibilidad de leer el poema de dos maneras diferentes. Serás mi musa, por ejemplo, introduce un diálogo entre los amantes. Sus versos se afilan y afinan, parecen sentencias o aforismos.

En El eco de los pájaros usa recursos vanguardistas, imágenes visionarias en un estilo más surrealista, no por lo irracional sino por lo sorprendente de unir términos dispares; falta de puntuación propia de las vanguardias; la yuxtaposición, fragmentación y elipsis, introduce el dibujo en el poema Línea roja. Expresa con la brusquedad del encabalgamiento, la sintaxis y la elipsis el dolor y desencanto.

Se sitúa en la voz de una mujer en Liturgia del olvido (2009) para tratar el olvido, la pérdida y el dolor hasta llegar a lo que puede considerar felicidad: Encender el silencio, no para triunfar, sino la verdad de ser feliz y ofrecerse, / un aliento de viajes, inviernos y poemas (Esta es mi casa).

Vigilante de niebla (1995) puede constituir el más desolador y amargo a pesar de su esteticismo y brillantez, su libro más existencialista. Con descripciones propias de los simbolistas crea una atmósfera que representa la tristeza, el vacío, el alma de la nada silba en la nocheLiturgia del abandono y la nostalgia. Un retrato del vacío y del absurdo de la vida cuando se vive sin amor. La escritura se convierte entonces en veneno, aunque también nos otorgue belleza y esplendor. Llega un momento en el que el sujeto se rebela contra la nostalgia, a sabiendas de que el ayer no existe, y prefiere el olvido para ser libre y poder vivir en la luz y alegría, en la dicha de la fe.

Soy un sueño de lo que fui nos indica en Historias de arena (1993), se lamenta de que la verdad no mueva el mundo y solo conozca el desamor y la soledad, pero no ceja en su empeño, la poesía, raíz de esperanza, le insiste en el milagro, tal vez algún día se encarne en verdad, en la exacta quietud del ahora. Nos lo afirmaba Gil de Biedma: La cuestión se reduce a estar vivo un / instante / aunque sea un instante no más, / a estar vivo / justo en ese minuto / cuando nos escapamos / al mejor de los mundos imposibles.

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