«El aire dividido», de Antonio Díaz Mola
Por Pablo Llanos.
El poemario al que quiero acercarme lleva por nombre El aire dividido consiguió un accésit del Premio Adonáis 2023, cuyo jurado argumentó calificando la obra como «un sorprendente cancionero amoroso de gran virtuosismo formal, que esconde una ironía contra el mundo, concentrándose en una amada que se convierte en eje de su universo».
“El aire dividido” vio la luz de la mano de Ediciones Rialp en 2024, dentro de su colección “Poesía Adonáis” en una edición sencilla que deja todo el peso del libro en los propios versos de Antonio Díaz Mola. La obra está estructurada en tres partes, «El aire dividido», que consta de 28 poemas, «Dos sextinas» , compuesto como su propio título indica por dos poemas en forma de sextina clásica y «Escenas de nocturno», de tan solo seis poemas. A través de los tres apartados Antonio explora la cotidianidad del amor, desde lo cotidiano hasta lo más íntimo y sensual.
Con cada poema, el autor va mostrando el desarrollo de una relación de pareja, en la que todo, desde el espacio sideral hasta la pata de la cama es parte de un universo común. El universo de la fascinación por el otro, el de la reflexión por el uno y cómo no, el del sexo en común.
Poemas de títulos sencillos: Nube, Alianzas, Prórroga, Hago tiempo, Los eucaliptos, Semáforos, escritos en silvas que denotan un afán endecasilábico por escribir bien. Una obsesión por el metro que desemboca en las dos sextinas que componen la parte central del poemario. La sextina es una composición con muchas reglas (Además de las seis estrofas de seis y una final de solo tres, todas en endecasílabos). Al final de ciertos versos se debe acabar con las mismas palabras y con la voz final de cada estrofa se construye el inicio de la siguientes. Reglas que Antonio Díaz Mola asume y consigue que aparezcan naturales, casi desapercibidas dentro de las dos composiciones.
Al llegar al final de esta parte uno se pregunta ¿Por qué solo dos sextinas?
Antonio Díaz Mola es aún un poeta joven, así lo acreditan los treinta años que lo contempla en el momento de esta reseña. Sin embargo, este poeta malacitano es de esos poetas jóvenes que, sin renunciar a la utilización como medio de las redes sociales, tiene una delicada preocupación por respetar, explorar y desarrollar todos los recursos del género. No en vano, es graduado en Filología Hispánica y doble máster en Cultura Clásica y Gestión del Patrimonio Literario y Lingüístico Español.
A estas alturas de la historia del amor y del cosmos es difícil establecer metáforas originales sobre los sentimientos que atraviesan las relaciones de pareja. Antonio explora los campos semánticos:
La astronomía: “En noches de perseidas/ cuando veo estrellas fugaces / no quiero ser fugaz.” “Me prestas tu reloj / […] /para que algo ocurra / en la constelación de las esferas.”
El tiempo:
“Aspiro a que, íntimamente, / organices mi agenda y reserves un día al infinito.”
“A veces se me ocurre/ que el mundo nos concede un tiempo extra.”
“la duración de un coito o un matrimonio”
La ciudad:
“Señal de los semáforos / tan verde y tan precisa. / Dadnos más.”
“Hago tiempo en el bar. / Pido café.”
En definitiva, El Aire Dividido es un muy interesante paso en la poética de Antonio Díaz Mola, donde afianza su gusto por la expresión, por la métrica, por la sonoridad, sin renunciar a encerrar una verdad subjetiva en sus poemas. Una verdad que en algunos poetas jóvenes con más edad que Antonio, tienden a sustituir por una obviedad.
DATE cuenta: el rosa es un color
de una nube camino a no ser nube,
de un algodón de feria en el agosto
de la ciudad al sur
y, en ambos casos,
rosa es un hecho sometido
a la caducidad:
descolorida nube si anochece
o digerido algodón si lo mordemos.
Tan solo prevalece la esencia de lo humano.
Rosa es también el nombre de una chica
que rozó con placer
el clítoris rosado y sigiloso.
Rosa es el alma
cuando pasas el beso
de tu boca mojada hasta la mía.
En biblias grises, rosa es el milagro.