Le Congrès ne marche pas: mucho barullo, poca solvencia

Horacio Otheguy Riveira.

«El ministro austríaco de Asuntos Exteriores, Klemens von Metternich, sabe que las revoluciones deben detenerse antes de que empiecen. Con este objetivo, ha invitado a los mandatarios de Rusia, Inglaterra y Prusia a pasar unos días en Viena. Ni se imagina que la noticia de la celebración del congreso atraerá la curiosidad de todos los gobiernos del mundo y que lo que debía ser una reunión sencilla se convertirá en una fiesta multitudinaria que se prolongará más allá de nueve meses. No es fácil separar las negociaciones territoriales de los conflictos amorosos, los debates ideológicos de las simples luchas de ego…

Cuesta saber cuándo estamos celebrando y cuándo estamos trabajando. Mientras, las botellas de champán empiezan a terminarse, las bandejas de comida son cada vez más escasas y el retorno de un antiguo enemigo nos hace pensar, por un momento, que quizás las cosas podrían ser de otro modo. El delegado belga Charles-Joseph de Ligne escribe en una carta: “El congreso no avanza, baila”».

 

Bufonada 

 

Un espectáculo muy histriónico donde se parodia a los adalides del nuevo mundo después de la primera gran derrota de Napoleón (después llegará la definitiva en Waterloo, que también consta en esta función). Si el pequeño y feroz emperador hijo malcriado de la Revolución de 1789 no aparece en escena, sí lo hacen, más o menos travestidos los intérpretes, personajes de la monarquía y la política imperante en una comedia a la que poco le falta para rendirse al cine mudo con sus caídas y tortazos. Más impúdica que aquellos tiempos, juega con la teta del símbolo de la República francesa, desnudando una de actriz para que un criado complaciente vaya y chupe.

El vaivén de compraventa de países libres de carga napoleónica deviene en salto gigantesco y mortal, de mediados del XIX al 1990 de Margaret Thatcher (en excelente composición actoral, eso sí) para ilustrarnos sobre la persistencia del crecimiento capitalista ante nuestra pasividad. Se saltan las dos grandes guerras mundiales y acaba con un no-va-más histriónico tan ingenuo como antiguo en el arte de la protesta escénica típica de otro tiempo, dirigida a quienes ya están previamente convencidos de todo esto. ¿Esto? La fiesta permanente, el vals inmisericorde de los grandes poseedores de las mayores fortunas…

El resultado es pobre.

Ingenioso escénicamente, pero ideológicamente muy pobre. Avanza despilfarrando ideas y autocomplaciéndose en una crítica a los poderes ciertamente vetusta. Lamentable resultado por tratarse de una muy buena Compañía de cómicos que, dándolo todo, poco pueden hacer con un texto tan elemental.

 

 

 

Nota de la compañía En otoño de 1814, las cuatro grandes potencias del Antiguo Régimen celebran en Viena la primera cumbre internacional de la historia con el objetivo de perpetuar su poder y de asegurar una respuesta contundente en caso de que el pueblo vuelva a revolucionarse. Le congrès ne marche pas es una pieza sobre el congreso de Viena, el fin del Antiguo Régimen y nuestra sociedad capitalista que se celebra a sí misma al borde del colapso. Una comedia grandiosa, frívola y rabiosamente política. La Calòrica

 

Creación La Calòrica

Texto Joan Yago

Dirección Israel Solà

Reparto Roser Batalla, Joan Esteve, Xavi Francés, Aitor Galisteo-Rocher, Esther López, Tamara Ndong, Marc Rius, Carles Roig y Júlia Truyol

Voz en off Vanessa Segura

Voz en off francesa Corentine Sauvetre

Espacio escénico Bibiana Puigdefàbregas

Iluminación Rodrigo Ortega Portillo

Vestuario Albert Pascual

Espacio sonoro Guillem Rodríguez y David Solans

Caracterización Anna Madaula

Coreografía y movimiento Vero Cendoya

Traducción y asesoría fonética en francés e inglés Julia Calzada

Traducción y asesoría fonética en ruso Gerard Adrover y Yulia Karaganova

Asesoría de canto coral Laia Santanach

Ayudante de dirección Pau Masaló

TEATRO VALLE INCLÁN. HASTA EL 20 DE OCTUBRE 2024

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