Tierra, de Sergio Blanco: retrato de una mujer excepcional
Horacio Otheguy Riveira.
A cara descubierta y -aunque suene a guasa- a tumba abierta, para homenajear a la madre muerta a través de quienes la conocieron y disfrutaron de su inteligencia y su bondad: todos ellos con muertos a sus espaldas incluido un desaparecido de la dictadura de los 70, buscados sus restos por quien fue su hija entonces de 5 años, y persiste buscándole con la secreta esperanza de que se levante de esos huesos que se suponen en algún lado.
La muerte, los muertos, la memoria, a cargo de un autor-director interpretado por un actor y a lo largo de una representación dentro de otra representación. Entre verdades y mentiras [«¿Esto es verdad o mentira? – No te preocupes por eso ahora…»] Sergio Blanco rinde homenaje a su madre, una profesora excepcional que cumplía rigurosamente los principios esenciales del educador: ayudar al alumnado a ser ellos mismos, a afinar su propia personalidad -y nunca una prestada-, y en el camino colaborar con su propia existencia y sus dificultades.
Podría ser una Vida de santa, sin conflicto ni aristas, sin pareja (ni padre del autor), pero es tan atractivo el perfil del personaje que trasciende ese molde. El trazado de la dramaturgia es fiel al espíritu clásico del subgénero teatral -tan apasionante- del Personaje Ausente, uno del que se habla, del que todo lo sabremos por quienes hablan de él, y por tanto que nunca aparece; por no darse en escena ni siquiera hay fotos en el peculiar mundo de proyecciones que acompañan la acción, pero sí en los carteles y en el programa de mano.
De Montevideo al mundo
En el silencio de la propia protagonista, su muerte, su tumba frente al mar junto a un ciprés (mencionada, tampoco visualizada), con amplio sentido de la vital presencia de los muertos queridos. No importa que a veces el autor caiga en el ridículo («Las madres no deberían morir») porque todo está servido cálidamente en las dolencias y reflexiones de quienes conocieron y disfrutaron de las bondades de la señora amantísima de los libros y la música, todos ellos a cargo de otras muertes para desandar con su vitalidad actual episodios de existencias pletóricas o brutales; por ejemplo, un joven que mató a hachazos a su gemelo y que desde la cárcel le escribe un poema afectuoso es uno de los casos más llamativos, entre otros que existen en escena a capricho voluptuoso de un hombre (Sergio Blanco) que para rendir tributo a su madre muerta, salió a buscar gente que la conoció, que la necesitó, que la quiso… y de la que él nunca había oído nada.
Tierra es un espectáculo que llega de Montevideo para recorrer en gira la mayor cantidad de mundo posible: tiene magia dentro de un artificio con raíz pirandelliana del ser es hacerse… para ser la madre del dramaturgo reconstruyéndose a sí misma en las palpitaciones de quienes tuvieron la inmensa suerte de conocerla. Personajes, autor, actores y actrices, sobre un gimnasio ficticio que rememora verdades que cada uno ha sentido profundamente… con su propia sobrecarga de pérdidas e ilusiones.
Texto y dirección Sergio Blanco
Reparto Andrea Davidovics, Soledad Frugone, Tomás Piñeiro y Sebastián Serantes
Escenografía e iluminación Laura Leifert y Sebastián Marrero
Vestuario Laura Leifert
Diseño de sonido Fernando Castro
Diseño de vídeo Miguel Grompone
Operación de sonido en vivo Francesca Crossa
Operación de vídeo en vivo Renata Sienra
Coordinación técnica Paula Martell
Diseño de cartel Emilio Lorente
Fotografía Nairí Aharonián
Ayudante de dirección Carolina Simoni
Asistencia de producción y tour manager Danila Mazzarelli
Producción general Matilde López Espasandín
Producción Centro Dramático Nacional, Marea, Dirección Nacional de Cultura de Uruguay, Complejo Teatral de Buenos Aires
y Centro Gabriela Mistral de Chile