¿La escritura es una pequeña enfermedad o hipergrafía?

JESÚS MILLÁN MUÑOZ.
¿En algunos casos la escritura, pintura, filosofía, etc., es una enfermedad, una persona que se pasa toda la vida trabajando en ello y no alcanza un mínimo de aceptación? Como en todo, no sabemos si es una pregunta retórica o de la oratoria, o es una cuestión real e imaginaria. Debemos pensar que una persona que dedica diez o treinta o cincuenta años a una actividad de creación y autoría cultural, y, ha producido mil o diez mil páginas, si es escritura, o miles de dibujos o pinturas, o, otra realidad cultural, y, apenas obtiene nada, apenas publica en entidades culturales, públicas o privadas, o, y, su trabajo no existe en la sociedad cultural, o, y, el silencio es, diríamos su impronta y recepción y aceptación más importante.
¿Una realización cultural de ese tipo, es de algún modo, un síndrome o una patología leve, pero una especie de enfermedad y enfermedad cultural…? Puede que una persona haya llevado una vida normal y rutinaria, con su trabajo y en su familia y en el orden social, pero ha podido dedicar una gran parte de su tiempo a esa búsqueda de la realidad y de la realidad-verdad a través de la observación y del pensamiento, y, lo ha ido expresando por la escritura, por los textos escritos, materializados o cristalizados en diversos géneros.
Ha podido estar dándole al cobre del pensar y del observar y del escribir durante décadas, ha podido producir miles de páginas, ha podido mostrar y escribir y enviar cartas y escritos a miles de personas y entidades, y, siempre ha recibido el silencio. Todo se ha estrellado en los muros de la incomprensión y de la casi-nada. Puede que sea esa persona, el escritor o escritora de menos calidad de todos los tiempos, de menos esencialidad, de menos genialidad, de menos innovación, de menos capacidad cultural o literaria o estética o conceptual… Pero una persona que ha dedicado una parte de su existencia, no solo a la escritura, sino a la formación, al estudio, a la búsqueda de lo real-verdad, a la difusión… Y, solo ha recibido nada más que silencios y resilencios, salvando alguna excepción.
Andar un paso más, a ver, si en la siguiente esquina, hay alguna aceptación del trabajo, caminar un poco más, a ver si el año siguiente que empieza en enero, a ver si con la nueva temporada, a ver si esta nueva editorial, a ver si aquella revista, a ver si aquel autor o autora o crítico o y o… Así, una y otra vez. Algunas veces, a la misma persona, al cabo de diez o cuarenta años, o a la misma institución o a la misma entidad, pública o privada, se le ha enviado tres o cuatro o cinco veces…Y, qué decimos del correo postal, miles y miles de cartas y envíos, y, qué decimos del correo electrónico, miles y miles de envíos, aquí en este terruño ibérico y europeo, allá pasando el Atlántico. Una y otra vez.
Hablamos de escritura, pero supongo que existirán personas que les suceda esto con las artes plásticas, el ensayo, la filosofía, la fotografía, la música, y, las mil actividades o áreas culturales artísticas y estéticas existentes… Es como aquel, que horadó una y otra vez, en un pozo para encontrar diamantes en Sudáfrica. Y, así durante muchos años, en distintos periodos de tiempo, y, ya al final, después de arruinarse dos o tres veces, lo dejó. Se marchó, creo a Inglaterra, y, falleció pobre y olvidado de todos. Al cabo de unos años, otra persona y otra compañía, continuó en ese mismo pozo, horadó un metro más, y, encontró la mayor mina de diamantes del mundo, hasta ahora.
Con esa esperanza, un año y otro año, un semestre y otro semestre, y, puede haber pasado la vida, o una gran parte de la vida, o estar ya en la tercera edad, y, ya saber qué pronto la campana sonará, aunque no se conozca cuándo, ni cómo. Y, ahora, se han acumulado miles de páginas escritas, que nadie valora, que el mismo autor/a no sabe qué valor tienen, qué no sabe lo que va a suceder con ellas.
Hoy, que tanto se habla de reciclaje, cada año, cada diez años, miles de productos culturales se pierden, para qué decir y hablar y recordar, que podrían existir formas que pueden mantener esas realidades culturales para el futuro, archivos especiales o algo semejantes, reales o virtuales, que puedan acumular para el futuro, el trabajo, de cientos o miles de personas, que por territorio han estado laborando el campo de la cultura, durante diez o cincuenta años, y, que ninguna puerta o casi ninguna se les ha abierto…Y, solo queda una pregunta, ¿esto de la escritura ha sido una enfermedad, una pequeña enfermedad, un pequeño síndrome, una pequeña patología?

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