‘El hombre invisible’, de H.G.Wells
FRANCISCO JOSÉ GARCÍA CARBONELL.
Algunas novelas de H. G. Wells fueron tan premonitorias, en ciertos aspectos, como las de Julio Verne. Aunque las del autor inglés,también en ciertos aspectos, no hayan logrado materializarse y han quedado constreñidas al mero campo de la fantasía.
En el caso del Hombre invisible, un clásico de la literatura de ciencia ficción, las inexactitudes científicas que encierra la elaboración del personaje han despertado ciertas suspicacias, cosa absurda, que van más allá de lo literario. Quizás haya contribuido a esto la formación científica del autor , el cual quiso darle cierta verosimilitud al relato parándose en ciertos detalles biológicos mientras, seguro sin querer, obviaba otros. De todas formas, lo importante aquí es no traspasar lo literario que tiene esta singular novela.
El eje principal sobre el que gira la trama, al menos así lo veo yo, es la locura. Un tipo de locura que tiene más que ver con la falta de responsabilidad de Griffin, el otrora joven estudiante de medicina que ha conseguido una fórmula para que su cuerpo coincida exactamente con el del aire y no absorba ni refleja la luz. Este logro le ha permitido que pueda dar un salto más allá de los convencionalismos y límites sociales. Es por tanto que sintiéndose fuera de los mismos, dejara de percibirse como alguien sujeto a unos determinados límites morales.
El desarrollo de los acontecimientos, desde que llega al tranquilo pueblo de Iping, hasta que consigue dar con su antiguo profesor el doctor Kemp, así como el posterior suspense que se levanta cuando el segundo intenta detener las locas e “inmorales” intenciones del primero, terminan por darnos a entender sobre nuestra fragilidad social ¿Acaso los hombres y mujeres invisibles de nuestra sociedad, aquellos que viven al margen de esta, no sé sitúan por el propio ambiente desestructurado en el que viven como elementos desestabilizadores del sistema?