La violencia psiquiátrica a escena: «Contención mecánica» por el Teatro de Los Invisibles
Redacción ESCENA
Un teatro documental en el que «la locura del teatro» combina perfectamente con «la locura del enfermo mental». Teóricamente una hipérbole mal vista, ya que la nueva psiquiatría ha establecido hace ya muchos años que las palabras loco y locura se descartaron para nivelar la relación psiquiatría-paciente y convertir a los hombres y mujeres con enfermedades mentales en gente que necesita ayuda. De ese modo el estigma se quebraba aportando nuevos conceptos, tratamientos diversos como laborterapia muy variada y presencia vital de psicólogos que tratan a psicóticos, esquizofrénicos o paranoicos con estilos humanistas. Dentro de este nuevo punto de vista también adquirió renombre la Anti-psiquiatría en una especie de revalorización creativa del cuadro poético del mal que impide una fluida relación con la realidad «cuerda». Pero como esta realidad social es mucho menos racional de lo que se cree y conforma nuevas psicosis que las instituciones tratan cada vez peor.
Así, la Compañía Teatro de Los Invisibles se hace cargo de este tema, sin duda, uno de los más complejos y dolorosos. En esta ocasión presenta la obra Contención mecánica en la categoría Emergentes del festival Surge Madrid 2022.
Coincidiendo con el mes de la Salud Mental, ‘Contención mecánica’ de Teatro de los Invisibles vuelve a estar programada en Teatro del Barrio los días 17 y 18 de octubre a las 19:30h. Con estas dos únicas funciones, se cumple un año desde el estreno de la pieza en el 41º Festival de Otoño. Desde entonces, la obra, que denuncia la violencia psiquiátrica y el uso de correas para atar a personas en camas de hospital, ha tenido recorrido en contextos tan importantes como el Festival MeetYou de Valladolid o L’altre Festival de Barcelona. Además, ha conseguido traspasar la escena y llegar a la Asamblea de Madrid o el Ministerio de Sanidad.
El objetivo es denunciar las distintas violencias que las personas psiquiatrizadas experimentan durante sus ingresos médicos, poniendo el foco en la contención mecánica. Los tan denostados —por los buenos especialistas— términos de loco y loca aquí se plantean desde la propia presentación de algunos de sus intérpretes y hasta de una organización LoComún, ya que consideran que cualquier otra cosa es un eufemismo que nada tiene que ver con la constancia cotidiana entre pacientes y gente corriente, así como el maltrato, el desprecio o la indiferencia por parte de los estamentos del Estado.
Se recogen testimonios reales de quienes han experimentado una vulneración de sus derechos durante sus ingresos en instituciones sanitarias, y pone el foco en una práctica que, aún a día de hoy, sigue siendo común: la contención mecánica. Es decir, atar a personas en camas, haciendo uso de correas.
La pieza, que entremezcla aspectos performativos y testimoniales, quiere servir de altavoz para denunciar esta situación.
«Los profesionales de salud mental y las violencias que ejercen contra nosotras han conseguido que tenga pánico a los hospitales. En una crisis necesitamos cuidados y acompañamiento, allí ofrecen control y vigilancia, y son cosas radicalmente distintas», asegura Marta Plaza, activista loca que colabora en ‘Contención Mecánica’.
«Queremos hacer visible lo invisible mostrando una realidad desconocida para la mayoría, la de las personas psiquiatrizadas que han sufrido algún tipo de maltrato durante sus ingresos médicos y han querido compartir con nosotras su verdad. Una verdad que trasladamos a escena valiéndonos de una convergencia de prácticas artísticas (teatro, poesía, performance, danza, música en directo, videoescena, piezas sonoras, etc.) inspiradas en los testimonios recopilados y en las aportaciones de las personas implicadas, algunas de las cuales se subirán al escenario con nosotras», añade Zaida Alonso, directora de la obra.
Un proyecto urgente
La contención mecánica (la aplicación, control y extracción de dispositivos de sujeción mecánica utilizados para limitar la movilidad física) sigue siendo una práctica habitual en las unidades de psiquiatría y servicios de urgencias de nuestro país. Las personas a las que se les aplica, pueden permanecer atadas con correas en cintura, muñecas y tobillos durante horas, o incluso días, dependiendo de la decisión del personal sanitario. Esta privación de la libertad se suele ejercer de forma opaca y no controlada, siendo imposible acceder a registros donde se explique quién es atado, por quién, por qué, durante cuánto tiempo ni cómo. Además, los casos de secuelas graves o mortales suelen quedar impunes, tal como denuncia el colectivo LoComún, que lleva años luchando contra esta problemática a través de #0contenciones, campaña de la que Teatro de los Invisibles ha tomado referencia.
Este proyecto surge de una necesidad urgente tras los últimos años que hemos vivido de confinamiento y crisis sanitaria sin precedentes y con episodios de violencia psiquiátrica silenciados para el público generalista. Tal vez, el más paradigmático sea el de Andreas Fernández González, fallecida en la unidad psiquiátrica del Hospital Central de Asturias después de permanecer 75 horas atada a una cama. Le habían diagnosticado una enfermedad mental, pero tenía meningitis.
Así, ante esta realidad se nos abren varios interrogantes: ¿por qué se sigue realizando esta práctica?, ¿nos falta infraestructura?, ¿falta inversión?, ¿falta educación y concienciación?, ¿qué ocurre con la dignidad de los afectados?, ¿existen alternativas?, ¿se escucha realmente al paciente o es anulado sistemáticamente por su diagnóstico?
Contención mecánica entrelaza ficción y realidad para dar testimonio, a través de las artes escénicas, de la creatividad que siempre la psiquiatría moderna ha defendido para apuntalar tratamientos «sanos» que diferencien a los psiquiatras de los feroces inquisidores del pasado. Cuando las instituciones fallan, se vuelve a lo peor del ser humano que se supone cuerdo. De estos y otros asuntos colindantes trata este espectáculo que, en 75 minutos logra una síntesis imprescindible para un conflictos psicosocial que nos afecta a todos.
Dramaturgia y dirección: Zaida Alonso
Ayte Dirección y asistente en la dramaturgia: Javier Pardo
Interpretación: Zaida Alonso, Jesús Irimia, Javier Pardo, Júlia Solé y la colaboración especial de Rafael Carvajal
Activista loca colaboradora: Marta Plaza
Diseño de iluminación: Rocío Sánchez Prado
Espacio sonoro: Jesús Irimia
Videoescena y fotografías: Jessica Burgos
Coreografía: Javier Pardo
Diseño gráfico y comunicación: Javier González, Adiria
Mirada externa: José María Esbec y Camila Vecco
Mucho peor es la violación de pacientes, principalmente mujeres, en los recintos, donde la palabra del paciente nada vale, ej en Chile.
También ha y un Hospital donde los pacientes están llenos de piojos.
También hay un recinto donde a los enfermos crónicos les facilitan la salida para ir a mendigar .
Y lo más horrendo e increíble: hay delincuentes homicidas y sádicos que son enviados, sin contención, a las salas comunes para compartir habitaciones y pasillos y baños obviamente, con pacientes sedados o semisedados, a los cuales agreden impunemente.
La frasecita «uso de correas para atar a personas en camas» de por sí ya contiene mala baba y es intencionada esa mala baba. Algún mal periodista y desconocedor del tema de la contención, o sujeción, como quieran llamarlo, la lanzó un día y se ha quedado en la mente de la gente. No se «ata» a nadie, se le contiene de forma mecánica, para que no se autolesione o no lesione a terceros. Lo curioso es que nadie dice lo mismo de la contención química (el chute que le dan al tip@ cuando lo llevan a urgencias porque está fuera de sí por drogas, alcohol, chaladura, o todo mezclado) Esa gran tontería de «0 contenciones» también se la ha inventado alguien que se dedica al negocio de enseñar a los centros geriátricos, y cobrar por ello, a no usar contenciones (ninguna) en esos centros. Cuando tengas un familiar de edad avanzada, con demencia elevada al cubo, y un día te lo encuentres que se ha caído y se ha abierto la cabeza, roto el femur, o algo peor, porque las caídas son inevitables, que está ingresado en un centro de esos de «0 contenciones» te preguntarás qué ha pasado, y lo que ha pasado es que las caídas son inevitables…..pero quizás ese familiar tuyo ha matado al compañero de cuarto (eso pasa y más frecuentemente de lo que imaginamos). Entonces, analicemos este tema. No debe decirse «0 contenciones» debería decirse «0 sujeciones». La diferencia es sutil pero muy importante. Las dos barandillas de una cama son una contención, lo son, no permiten al paciente salir de la cama y si lo hace es saltando la barandilla y cayendo desde bastante más altura, con lo cual las consecuencias son más graves si cabe. A ese ancian@ con demencia que deambula por la noche hay que ponerlo en una cama especial de altura cero para que salga de la cama evitando una caída desde una altura. Pero luego ese mismo anciano quizás no pueda levantarse suelo, no se sabe qué es peor. Nadie habla de los ancianos que matan al compañero de habitación, eso no interesa, pero lo de atar sí mueve a que la gente ignorante en estos temas se conmueva, eso vende más. La sujeción o contención física, a veces, es necesaria e inevitable. Nuestras residencias no están preparadas para que convivan pacientes con demencia con pacientes válidos, con absoluta seguridad. Se necesita inversión y mantener a según qué pacientes en instalaciones separadas. Y ahora viene lo de, pero qué dices, mejor juntos, así socializan más. Ya. A los que no tienen ni idea sobre las sujeciones/contenciones no se les debería permitir opinar sin más, confunden a la gente y no la informan correctamente. Volviendo a la contención química, el chute (o la pastillita) para mantener al abuel@ tranquil@ y que no dé problemas nadie lo comenta, nadie dice nada, pero existe, y más de lo que imaginemos, y no parece que esté mal visto, pero es tan castrante, o más, en los derechos de paciente, y no está mal visto, pero lo de atar sí, mecachis. Ya está bien de hablar de «atar» y de «0 contenciones» (mejor 0 sujeciones) Son las típicas idioteces para ocultar la realidad, y es que nuestro sistema sanitario es deficiente en inversión y en formación de l@s que cuidan de los ancianos con demencia. Existen soluciones para cuidar de esos ancianos, pero son soluciones costosas, y nuestro Estado lleno de mangantes y vividores, que además son ignorantes en estos temas, ni se preocupan, ni lo harán. Estamos abocados a un estado de cosas que ocultan esa realidad y la gente vive en la inopia y votan con el pompis. Si alguien quiere saber más de estos temas que busquen en internet «solucionesparalacontencionterapeutica» aprenderá algunas cosas interesantes.
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