“Una pequeña fiesta llamada Eternidad”, de Gabriela Wiener

Por Bernardo Santos.

Una pequeña fiesta llamada Eternidad es el nuevo libro de poemas que ha publicado Gabriela Wiener en la Bella Varsovia, la misma editorial donde en 2014 publicó Ejercicios para el endurecimiento del espíritu.

Se trata de un libro que no solo no evita, sino que afronta con determinación los conflictos que afectan a su generación, la globalización, el triunfo del liberalismo, las tecnologías ubicuas, que habla sobre la naturaleza amenazada, la propia supervivencia de la especie, la identidad grupal e individual, el cuerpo, los proyectos personales de vida, es decir, que habla sobre la decadencia de este capitalismo patriarcal y colonial, el final de un mundo que contemplamos sin herramientas epistemológicas o sociológicas, que solo puede ser abordado desde la poesía.

Una autora que ha hecho de su vida personal una palanca para muchas revoluciones también utiliza esa estrategia en su poesía, que siempre parte de lo personal para desembocar en lo colectivo, en lo social. Una mirada desde los ejes de ser mujer, persona migrante y periodista precaria, tres condicionantes que atraviesan casi todos los poemas:

 

Llegamos de Lima a un piso don doce personas / y un solo váter en Pla de Palacio. / Hicimos progresos. / Pudimos subalquilar a un alemán / un piso de 20 metros cuadrados en Sagrada Familia. / …. / Yo metí nombres en una base de datos / de la Asociación de Veterinarios de Cataluña. / Lloré en el baño de la Asociación de Veterinarios de Cataluña. / Fui becaria a los 30. / Fui a muchos cócteles literarios. / Demasiados. / Escribí por dinero, todo, / hasta el horóscopo de cómo folla cada signo. / Y nunca había oído la palabra “decolonial”. / … / Podía ver a los turistas desde mi váter. / Yo nunca había oído la palabra “gentrificación”. / …./ pero queríamos más. / Fui tentada por el diablo / y acepté trabajar en una revista femenina. /… / Una mujer peruana me limpiaba la casa, / una vez a la semana como en Lima. / Una mujer peruana / limpiando la casa de otra mujer peruana. / ¿Había llegado? / …./ Sin embargo, / si no vomitamos un poco, / no es mi revolución.

 

Porque Gabriela habla de cosas relevantes, hace poemas con la misma sustancia que alimenta las sobremesas o las confidencias telefónicas, lo que nos importa, lo que está en la frontera, aquello que, enfocado de una manera o de otra, puede producir sufrimiento o liberación, habla de lo que aún está en proceso, de lo que ha sido y está siendo un enorme ejercicio de ensayo-error por parte de quienes querían acelerar el tiempo, quemar las circunstancias, inventar la vida. De otros autores se podría decir que buscan los temas de actualidad por fidelizar un público, por vender, por ser cool, por generar controversia, pero en el caso de Gabriela no es así, su poesía surge de una necesidad, de una experiencia vital rica, arriesgada, multiplicada, nos habla del dolor y la frustración, del desencanto de lo que ocurrió después de que el sistema se encargara de cercenar los sueños, aunque también nos habla de la supervivencia de algo, de un triunfo en ciernes, de un pilotaje de lo que está por venir. Aquí sí se puede hablar de una poesía de la experiencia verdadera, no tanto porque la poesía que leemos sea verdadera, que lo es, sino, sobre todo, porque la experiencia de la que se parte lo ha sido con creces, no como esa otra supuesta poesía que nos inunda, hegemónica, y que se basa en vidas pequeñoburguesas, anodinas, reprimidas, superficiales.

Además, la rabia y el relato vital de Gabriela pasa por una reflexión profunda, no solo personal, sino colectiva, algo generacional o, al menos grupal, de forma que se diría que escribe más desde esa reflexión, que desde los hechos y sentimientos mismos. Siguiendo a Preciado, se podría decir que este libro de Gabriela es la transcripción en poemas de esa dysphoria mundi, ese malestar con lo que nos rodea y esa necesidad de subvertirlo todo, todo, todo. O al menos, empezar por desvelar el trampantojo:

 

Nuestra vida de mierda mola. / Nuestro mundo de mierda mola. / A precarias, pobres y paradas / les pones el filtro y te quedas con flexibles, / poco consumistas y emprendedoras. / A desterradas, les pones migrantes. / A autoexplotadas, freelancers. / A segregadas, refugiadas. / A perfectos extraños, amigos. / A panda de borregos, seguidores. / A macho de toda la vida, genio incomprendido. / A trabajos de mierda, experiencias. / A estar borracha, nueva sinceridad. / A perdido, globalizado. / Y listo. / … / El neoliberalismo pone el filtro, / nosotras ponemos el cuerpo. / Que es de mujer.

 

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Una pequeña fiesta llamada Eternidad

Gabriela Wiener

Barcelona / La Bella Varsovia, 2024

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