‘Nuestra parte de la noche’, de Mariana Enriquez

GERARDO GONZALO.

Una cumbre del terror, una cumbre literaria. “…te dejé algo mío, ojalá no sea maldito, no sé si puedo dejarte algo que no esté sucio, que no sea oscuro, nuestra parte de la noche.”

Nuestra parte de la noche, es una novela publicada por Anagrama en 2019 de la escritora argentina Mariana Enríquez (Buenos Aires, 1973) que fundamentalmente traza el relato de la relación entre un padre y un hijo, en el contexto de la Argentina de la junta militar, en una relación compleja, que les trasciende, repleta de amor y terror.

No me atrevo a ahondar mucho más en la sinopsis de una novela que llevaba ya tiempo rondándome y sobre la que tenía depositadas mis mejores expectativas. Solo buscaba ese momento solemne, ese asueto veraniego que como lector ha conformado muchas de mis mejores lecturas, para adentrarme en esta obra. Sin prisa, sin pausa y con la atención que merece la expectativa de leer algo realmente relevante. Un tiempo de estío que normalmente dedico a grandes clásicos, frente al curso laboral donde suelo adentrarme en lecturas más contemporáneas y de dimensiones algo más contenidas. Y ha sido este verano de 2024, cinco años después de su publicación, cuando me he lanzado, no sin cierto temor de fondo, ya que muchas veces unas expectativas inusitadas pueden dar lugar a grandes decepciones…..pero en cualquier caso, había llegado el momento de zambullirse en estas aguas.

Empezaré por el final, por mi valoración sobre la obra, anticipando que creo encontrarme ante una de las grandes novelas que ha dado este siglo. Una de esas joyas raras, trascendentes, que un lector voraz como yo, encuentra de tarde en tarde. Uno de esos escasos libros que no ya es que te gusten, sino que sabes que te van a acompañar durante el resto de tu vida y que contienen fragmentos que nunca vas a olvidar.

Todo empieza con el viaje que emprenden un padre, Juan y su hijo, Gaspar y en cierta forma la novela no abandona ese viaje en la relación entre ambos, y el terrorífico contexto que les ha otorgado sus oscuras circunstancias, con el fondo de la dictadura militar argentina. Así, se cierne entre ellos una oscuridad, con un destino trágico del que es imposible escabullirse, en el que a través de relatos fragmentados y saltos temporales, se nos traza un historia llena de amor, terror, amistad y descubrimiento, no exenta de crueldad y con un fondo permanente de tristeza y desesperanza.

En cualquier caso, seamos claros. La novela, conteniendo muchas cosas, es fundamentalmente una obra de terror, que se nos presenta de forma cruda y explícita, y en la que se percibe con fuerza el aliento del mejor Stephen King y el influjo de los mundos terribles y alucinatorios de Lovecraft, pero a la vez, entrelazados con el poso de la mejor tradición de la novela latinoamericana.

La relación entre el padre y el hijo conforma, sin lugar a dudas, una cumbre literaria en el retrato de estos dos protagonistas y la aún más compleja relación que hay  entre ambos. Rodeandoles, una amalgama de personajes, familiares muchos de ellos, que lejos de ser un refugio, muchos encarnan lo más diabólico de una determinada élite argentina, erigidos aquí en integrantes de sectas crueles adoradoras de la oscuridad.

Es aquí donde el terror se impone y se abalanza sobre el lector, como la oscuridad lo hace sobre sus adeptos en la novela, con una descripción del horror y lo sobrenatural excelsa, dramática, alucinada, terrorífica, pero a la vez precisa, de lo que son capaces de generar estas fuerzas ocultas, que nos aterrorizan por su mezcla de naturalismo cotidiano y lo despiadado de su poder.

Es en ese mundo en el que tiene que crecer Gaspar, con su padre, Juan, un personaje antológico, siempre en el límite, sometido a un torbellino de fuerzas y contradicciones, cuyo afecto hacia su hijo se materializa en una mezcla de amor incondicional y crueldad desaforada.

“… a veces hay que mentir para cuidar. Ya te miento. Te oculto. Y te voy a seguir mintiendo”

A la trama principal se superponen otras que complementan la misma y que nos explican y nos ponen en antecedentes, de los complejos terrenos por los que se desliza una novela, que aunque terrorífica, también es capaz de revelarnos lo mejor del ser humano conteniendo a la vez un relato precioso y emotivo de la amistad juvenil, los primeros amores y las inseguridades adolescentes que trazan una luz, un respiro de cotidianeidad, frente a esa oscuridad que envilece todo.

En cualquier caso, una obra mayúscula, trascendente, una cumbre del género del terror, que conmueve y aterroriza a la vez, y que nos presenta un retablo de personajes perfectamente trazados, con unas descripciones psicológicas precisas, mostrando sus pliegues de forma magistral, entremezclando en sus relaciones la cotidianeidad con el tremendismo, el relato social con el terror y el amor con la crueldad. ¿No es así la vida, al fin y al cabo?

Leedla, sumergiros en el terror y la oscuridad, pero también en el amor más profundo y en las amistades más entrañables Sufrid, llorad, pero sobre todo, sentid con esta novela singular que reitero, una vez leída, ya nunca os abandonará.

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