ESPAÑA EN SORDINA

CRIATURAS EN LA GRANJA DE SAN ILDEFONSO

Me dije: A estos Borbones les gustaría el clasicismo, pero también les gustaba la soltura y la vida. Les gustaría la sensatez elegante, pero tomaban su gota de delirio. Negaban el barroco.

Pero guardaban una dosis de veneno barroco. Como si guardaran la compostura, pero se tomaran un buen whisky a escondidas, cuando no miraba el filósofo.

Y es que no hay nada como la vida. Y si eres rey, y tienes un palacio como tú quieres, qué menos que concederte un poco de vida. Estaba bien racionalizar España, centralizar los poderes, mejorar la administración y acabar con las supersticiones, como les pedía Feijoo.

Pero también estaba bien soltarse en una libertad íntima, como si nadie mirara, como quien no quiere la cosa.

Y el propio Feijoo, que quería la razón y la luz en todo, hablaba del no sé qué y ponderaba la libertad en la música.  Y el propio Jovellanos, que lo quería todo tan racional, se explayaba a veces de sentimiento incomprensible en sus diarios.

O en algún poema que escribía poniéndose de  perfil,  como si fuera un pecadillo de juventud en su madurez.

Me decía: Está muy bien ser un rey neoclásico e ilustrado (le llaman ser ilustrado a limitar y encerrar las cosas) pero ellos querían, al menos de broma.

, y como quien no quiere la cosa, soltar los pechos de sus ninfas, y abrir las bocas de sus caballos y lanzar los cuernos de las criaturas. Y soltar el agua, el agua siempre tiene un poco de delirio.

ANTONIO COSTA GÓMEZ                      FOTO: CONSUELO DE ARCO