Álvaro García: “Lo verdaderamente ambicioso es hacer poemas breves”

Álvaro García (Málaga, 1965), traductor de Edward Lear, T.S. Eliot, W. H. Auden, Philip Larkin, Margaret Atwood y Kenneth White, ha publicado los libros de poemas La noche junto al álbum (1989), Intemperie (1995), Para lo que no existe (1999), Caída (2002), El río de agua (2005), Canción en blanco (2012), Ser sin sitio (2014), El ciclo de la evaporación (2016) y Cuando hable el gato (2023); los ensayos Poesía sin estatua (2005) y Pararnos y mirar (2009) y las novelas El tenista argentino (2018), Discurso de boda (2020) y Elenco (2022). Ganador de los premios Hiperión y Loewe de poesía y Ciudad de Barbastro de novela, fue elegido autor del mejor libro de poesía en español 2012 por la revista El Cultural. Sobre poemas de Álvaro, el músico pop Conde ha realizado los discos Ser sin sitio (2018) y La única mañana (2023).  Cuando hable el gato (Pre-textos, 2023) es su poemario más reciente y sobre el que hoy nos da su Primera Impresión.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Álvaro García: Esto es siempre dudoso. La crítica más terrible, históricamente, fue una que decía: “El señor Tal estrena una nueva obra. ¿Por qué?”. 

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Escribí un poema largo ante la llegada de una muerte y por defenderme de eso oponiendo toda mi vida. Y el poema largo se completó con otros breves, al conocer yo a Ana. Estando juntos, le enviaba por whatsapp un poema cada día, una estrofa diaria rara, rescatada, puesta a respirar, una villanela, un eco, un cosante, un ovillejo, unas coplas de pie quebrado, etc. Me parecía que así el amor era un acorde con quienes ya no están y por tanto con el futuro.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

El poema largo, simultaneísta, es un intento de tomarme la muerte con humor. Son tiempos y espacios puestos a convivir y está dicho a tramos por un gato que sobrevive. El gato es un mamoncete que se acuerda de todo. En los poemas breves, por su parte, el amor abre el tiempo.

¿Qué efecto esperas que tenga?

En poesía, prestas tu contraseña a quienes conoces y a quienes no. Ese ya es el efecto.

¿Qué importancia tiene la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo deliberado o más intuitivo durante el proceso de creación?

Intuí que había que poner la épica interior al comienzo y los poemas breves después, porque lo verdaderamente ambicioso es hacer poemas breves.

¿En qué medida veremos en él —o no— al Álvaro García de tus anteriores obras?

En todo, salvo que ahora comparto mi voz con la de un gato.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de Cuando hable el gato, ¿cuáles serían?

Dejando aparte el poema largo del gato, me identifico mucho con el cosante “Soy”, con el soneto desestructurado “Embotellamiento” y con “Desfase”, escrito en un Excel lírico que se inventó Cervantes.

Mi género preferido es el ensayo.

Han sido siete años los que han pasado desde que publicaras tu poemario anterior, aunque median tres novelas entre ambos. ¿Por qué este “silencio poético”? ¿En qué género te encuentras ahora más cómodo?

La poesía y la novela no es que me gusten. Supongo que es algo más. Mi género preferido es el ensayo. Este otoño publicaré en Oxford La vuelta a la poesía. Pero la burbuja es la novela. Y la coherencia secreta entre palabra, vida y muerte está en los poemas.

Las palabras tienen que ser cantables.

Firmas las letras de las canciones de dos discos del malagueño Conde. Uno de los mejores letristas de este país, José Ignacio Lapido, me comentaba que, a pesar de la evidente relación entre la poesía y las canciones, la manera de concebir éstas últimas era muy distinta, pues estaban supeditadas a esquemas y fórmulas diferentes. ¿Te ha resultado difícil la transición de la poesía a la canción?

Estoy de acuerdo con José Ignacio. En Ser sin sitio Conde puso música a rimas ya publicadas en libro. El disco me gustó tanto que la parte segunda de Cuando hable el gato se la confié directamente a ese talento absoluto. En un caso y en otro, las palabras tienen que ser cantables. Me incomodan las adaptaciones en que el músico se ve obligado a ir con la lengua fuera. Ser sin sitio y La única mañana son pop bailable, intenso, ligero sin dejar de transfigurar cosas de la vida.

Por último, como lector, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?

Sin duda, de Ignacio Díaz Leiva. Acaba de publicar, en Eda, uno de los mejores libros de poemas que he leído últimamente: Este otro dilema. 

 

***

Tres poemas de Cuando hable el gato 

 

SOY

Soy el ser de una tarde y tu beso

y no solo eso.

Soy el ser que no conocía

un siempre que era siempre, un día que era día,

y no solo eso.

Un siempre que era siempre, un día que era día:

soy el que sin ti no había

y no solo eso.

Un siempre que era siempre, dormido en su viva potencia,

y yo era un ser de tu inteligencia

y no solo eso.

Soy el que sin ti no había.

De mi tristeza, de tu alegría

y no solo eso.

 

 

EMBOTELLAMIENTO

No había que pensar que era en otra parte de nosotros

aquel dulce abandono de auto sin combustible;

que el amor les pasaba extrañamente a otros,

capaces de rodar la avenida invisible.

Éramos dos ante las luces rojas

del embotellamiento.

Te rozo en punto muerto los nudillos y te digo que escojas

una canción para lo que sientes y para lo que siento.

Podíamos volar sobre el atasco en aquel tramo oscuro.

Tan juntos como antes de conocernos.

Cada uno en su pasado soñaba su propio futuro

atravesando tramos de pequeños infiernos

que quedaron atrás tan de repente

en la autovía quieta de la mente.

 

 

DESFASE

Yo miraba en Wikipedia

tragedia

y en un viejo diccionario

mal fario

y en otro un poco mejor

dolor,

y veía que el amor

quitaba significados,

o dejaba desfasados

tragedia, mal fario y dolor.

 

ENTREVISTA REALIZADA POR JAVIER GILABERT
Granada, 1973. Maestro avemariano, es autor de PoeAmario (2017), En los Estantes (2019), Sonetos para el fin del mundo conocido (2021) junto con Diego Medina Poveda, Bajo el signo del Cazador (2021) junto con Fernando Jaén, Todavía el asombro (2023). Copromotor, antólogo, coeditor y periodista cultural.

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