Sandro Luna: “La poesía es esperanza”
Sandro Luna (L’Hospitalet de Llobregat, 1978). Profesor de instituto de Lengua y Literatura castellana y Filosofía. Ha publicado los siguientes libros: ¿Estamos todos muertos? (Pre-Textos, 2010), Eva tendiendo la ropa (Pre-Textos, 2015), Casa sin lugar (Canto y cuento, 2018), la plaquette Fuego de San Telmo (Banda legendaria, 2020) y El monstruo de las galletas (Hiperión, 2020). La noche que a Eddie Felson le rompieron los dedos (Ediciones Menoscuarto, 2024) es su último poemario, le ha valido el VII Premio Internacional Jorge Manrique y es la razón que lo trae hoy aquí.
Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?
Sandro Luna: Todo cuanto ocurre, cuando es de veras, es un misterio, caro amico… qué podría decir ante esta pregunta.
Idea y libro me parecen términos antagónicos.
¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?
Idea y libro me parecen términos antagónicos cuando hablamos de poesía. Ella nunca obedece a ningún dictado, a ningún plan previo.
¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?
Ninguna. Que ellos, si gustan, se adentren en esas aguas.
¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?
Ojalá tuviera el efecto que tuvo en mí, por ejemplo, Hojas de hierba, Blues castellano, Conjuros, La miel salvaje o Santa deriva.
¿Qué importancia tiene en él la estructura o la disposición de los poemas? ¿Fue algo deliberado o más intuitivo durante el proceso de creación?
Creo que es crucial, aunque siempre espero que sea ella quien disponga todo en esta mesa. Y que recoja los platos.
No puedo escapar de mí.
¿En qué medida veremos en él —o no— al Sandro Luna de tus anteriores obras?
No puedo escapar de mí, así que ya ves, canto desde mi cárcel.
Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘La noche que a Eddie Felson le rompieron los dedos’, ¿cuáles serían?
“Lorena”, “Girasoles” y “Bisturí” me siguen emocionando todavía.
Tras cuatro poemarios premiados -éste último con el prestigioso Jorge Manrique- y uno en prosa, ¿Supone esta obra un punto de inflexión en tu producción como poeta? ¿Y a partir de ahora, qué?
Los puntos de inflexión son falsas gemas que necesitamos los seres humanos para tirar, pero sé que no existen. Lo que tenga que venir a mi casa, será bienvenido siempre.
Por tu trabajo estás, como quien dice, “al cabo de la calle” de lo que lee la juventud: ¿hay esperanza para la poesía?
La poesía es esperanza.
Y en ese orden de cosas, ¿se le dedica el espacio que se merece en la educación reglada?
Yo, por la parte que me toca, rindo siempre en el aula pleitesía a unos cuantos poetas. Por mí, que no quede.
Por último, como lector, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?
De Agustín Pérez Leal sin dudarlo un segundo, además de una fuerte amistad me une a él un amor muy devoto (cómo podría ser si no) por lo que hacemos y una admiración más grande todavía por el milagro que es estar vivos en un mundo de mierda.
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Tres poemas de La noche que a Eddie Felson le rompieron los dedos
Bisturí
A Josep M. Rodríguez
Tiene forma de lágrima y puñal
y me abre su caricia
y le responde
mi cuerpo con la rosa de la vida.
Lorena
A Lorena de Jerez,
enfermera del Hospital Moisés Broggi.
Ella toca las venas de mis brazos
porque busca el camino de la sangre
y yo siento sus dedos que me suben
del esternón al cuello,
a la garganta.
Me traspasa una aguja:
su caricia.
Lorena huele a campo
y lo mismo varea los olivos
que recoge romero.
Y mi cuerpo,
que es tierra,
está en sus manos.
Yo sueño con las yemas de sus dedos.
Lleva su bata blanca
repleta de amapolas.
Girasoles
A Antonio Moreno
Como un brío que asoma
de donde no se sabe,
esplende esta medusa por sus pétalos
en una extraña danza ensimismada,
tan hermosa y doliente,
dispuesta en dos mitades.
Me piden que los mire fijamente
desde el temblor innato de mi médula;
sea electricidad callada, viva,
todo lo que nos mueve:
la estructura, el espacio vacío,
el baile vertical
que Dios traza en el cielo algunas veces.
Y siento que al mirar
se desplaza mi centro con la luz;
que, en orden, con las nubes,
manso como un cordero,
mi corazón no late
más ni menos que el sol.
Y cómo no rendirse,
agachar la cabeza,
dar la vida.
ENTREVISTA REALIZADA POR JAVIER GILABERT
Granada, 1973. Maestro avemariano, es autor de PoeAmario (2017), En los Estantes (2019), Sonetos para el fin del mundo conocido (2021) junto con Diego Medina Poveda, Bajo el signo del Cazador (2021) junto con Fernando Jaén, Todavía el asombro (2023). Copromotor, antólogo, coeditor y periodista cultural.