“¿Qué me pasa, doctor?”: Líos sofisticados

Por Paco Martínez-Abarca.

Sobrevuela en la película ¿Qué me pasa, doctor? (1972) una extraña sensación en su tono. Un tono bastante inusual, aunque familiar. Sus extravagantes personajes y el humor desenfadado, hacen de la película una experiencia muy relacionada al cine del absurdo. Pero no estamos exactamente en esos registros. Esta extrañeza, en realidad, está muy condicionada (totalmente condicionada) por el hecho de que estamos ante un homenaje a un cine de otro tiempo. A todas luces se trata de la revisión que realiza su director, Peter Bogdanovich (EEUU, 1939-2022), de las comedias sofisticadas de los 30 y 40. Sorprende ver cómo el contexto y los tiempos en que se filma una película afectan tan enormemente a cómo se percibe. Un remake lleva la misma historia a un contexto presente (entendiendo los 70 como el presente). Cuando Bogdanovich filma ¿Qué me pasa, doctor?, pretende rescatar el espíritu (tristemente desaparecido) de este género del Hollywood clásico. Ecos a Howard Hawks o a Lubitsch demuestran toda la cinefilia desmedida de este cineasta, quien estuvo volcado durante toda su vida al cine, no solo realizando películas, sino también escribiendo excelentes libros como Las estrellas de Hollywood.

Su premisa no puede ser más sencilla: cuatro maletas exactamente iguales llegan al mismo hotel. Mucho de lo que sucede es predecible. Pero no importa, a la película no le preocupa serlo. Lo que realmente importa es cómo ocurre: los líos y equivocaciones darán lugar a los escenarios más disparatados a través de una desenfrenada inverosimilitud, que es contrarrestada por el frenético ritmo: antes de asimilar del todo lo que sucede, ya está sucediendo otra cosa. Los diálogos se atropellan unos sobre otros, a la manera en que lo hacen las películas de Howard Hawks. De este cineasta también toma las estructuras de sus personajes (especialmente de una de sus obras maestras, La fiera de mi niña): la prometida rottenmeier, el guapo doctor en algo, y la alocada pero inteligente señorita, que no cumple con lo que se espera de una chica de bien, pero que es asombrosa. Si en esta película de Hawks, el personaje que interpreta Cary Grant es el de un paleontólogo obsesionado con el esqueleto de un brontosaurio, ahora Ryan O’Neal encarna a un musicólogo que no para de golpear piedras volcánicas para ver cómo suenan. La química (algo irregular) entre una desatada Barbra Streisand y un menos carismático Ryan O’Neal es la base sobre la que se sustenta la película de Bogdanovich. Tampoco faltan (herencia pura de Lubitsch), todas esas puertas que esconden tras de sí incógnitas, enredos y chistes. Irónicamente, todo sucede dentro de un hotel, lleno de habitaciones y pasillos. Solo alguien como Bogdanovich, estudioso y crítico de cine, sería capaz de apreciar la gran oportunidad que ofrece una puerta cerrada y todas las posibilidades que puede esconder el lado oculto de la imagen. Ernst Lubitsch fue aquel cineasta que a través de puertas cerradas era capaz de contar todo lo que necesitaba, sorteando la censura del código Hays y optando por mostrar con geniales elipsis los enredos que no se podían representar de forma explícita, como cuando relata el paso del tiempo en un reloj durante una escena de Un ladrón en la alcoba.

La intrincada secuencia de la persecución es todo un alarde de ideas y gags (que de nuevo remiten a otras épocas, concretamente al slapstick de Buster Keaton) es larga pero sumamente entretenida. Las empinadas calles de San Francisco son el motivo ideal para romperle los frenos al coche de los protagonistas y que se precipiten hacia abajo. Pone todo su bagaje a disposición del entretenimiento más puro, sin concesiones intelectuales, sin ningún tipo de reflexión.

Durante los 70, década de cambios en Hollywood, Bogdanovich encuentra su hueco realizando películas con aspiraciones más comerciales, pero sin renunciar nunca a aportar interesantísimas perspectivas sobre el cine. Con ¿Qué me pasa, doctor? está reviviendo un género que no tiene continuidad en la época en que se estrena. Bogdanovich aspira o quizás, simplemente desea, que vuelvan a verse en pantalla esas comedias inteligentes, pícaras y sarcásticas, que hacía más de 30 años que habían dejado de estrenarse en las salas. Sin embargo, al ver ¿Qué me pasa, doctor?, uno de los homenajes más acertados a la comedia sofisticada, no podemos evitar presenciar que hay algo distinto respecto de las películas de las que parte. Si el cineasta fuera otro, podríamos pensar que lo que ha pasado es que simplemente no hemos presenciado un buen homenaje. Sin embargo, él es un buen director, el guion es bueno y los actores, también. No estamos ante una película del montón. De hecho, es seguramente, la única aproximación verdaderamente buena a la comedia sofisticada desde que ésta desapareció. Sin embargo, al verla, sentimos que estamos viendo algo distinto. Se parece, pero no es igual. ¿Por qué? Quizás porque es imposible escapar del presente.

¿Qué me pasa, doctor? no es la única película de Bogdanovich que habla sobre cine. De hecho, podría decirse que todas ellas reflexionan sobre el medio. Con Un héroe anda suelto, en un género completamente diferente a la película protagonizada por O’Neil y Streisand, Bogdanovich nos dice que las estrellas del Hollywood nunca mueren, porque ahí permanecen por siempre sus arquetipos en las películas. Porque cuando un personaje se hace memorable o un actor o actriz llega a alcanzar el firmamento del star-system ya nunca morirá. Drácula siempre va a acompañarnos con el rostro de Bela Lugosi, las rejillas de aire de las ciudades nos harán pensar en Marilyn Monroe y el cine negro tendrá siempre la voz de Humphrey Bogard. Incluso en otra película suya como es ¡Qué ruina de función!, en la que aparentemente habla del teatro, en realidad está reflexionando sobre las formas que hacen único al séptimo arte.

Con todo, Bogdanovich nunca se olvida del gran público. El director siempre se las apaña para hacer de sus películas un entretenimiento comercial. Esto es también una muestra de su vasto conocimiento sobre el cine. Su cinefilia no proviene de pequeños autores, sino de grandes cineastas, creadores de películas memorables por todos, y que en su tiempo fueron grandes éxitos comerciales. Por eso Bogdanovich cuenta con estrellas reconocibles y con escenarios que los espectadores ubican en el mapa. Admira a esos cineastas y también quiere hacer lo mismo. Su pretensión no es la de hacer una película de culto que solo unos pocos apasionados del cine comprendan, sino que más al estilo de Tarantino (salvando las obvias distancias) quiere hablar de las películas que le hicieron amar el cine a él, pero también a millones de personas.

6 thoughts on ““¿Qué me pasa, doctor?”: Líos sofisticados

  • el 9 julio, 2024 a las 7:10 pm
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    Buenísima película, buenísimo Bogdanovich director. Genial actor representando al superpsiquiatra en Los Soprano.
    Un placer esta crítica,llena de sesudo aire fresco sobre una divertida película setentera sin pretensiones y llena de maestría y oficio.

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  • el 9 julio, 2024 a las 7:25 pm
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    Toda una lección magistral, de prosa ágil y amor al cine, sobre la “comedia sofisticada”. Paco Martínez-Abarca me despierta cierta ansia intertextual, me da hilos para enhebrar asociaciones. Por ejemplo, a mí, más apegada a la literatura, este artículo me hace evocar la comedia de enredo que, desde el Barroco, explotaba ya el arte de las puertas. No es fácil, es todo un arte hacer cine con esos presupuestos, más acá del absurdo y más allá de lo cotidiano.
    No es un género que se trabaje hoy en el cine. Con todo, no he podido sino pensar en una serie actual que explota el arte de las puertas hasta la extenuación, los personajes extravagantes, el diálogo ágil, la ironía, la parodia y el homenaje intertextual: “Solo asesinatos en el edificio”.

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    • el 28 julio, 2024 a las 8:55 pm
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      Un recordatorio fabuloso que me servirá para volver ver esta divertida película con otros ojos después de tanto tiempo.

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      • el 5 agosto, 2024 a las 11:20 am
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        Me ha resultado muy divertido volver a ver la película después de muchos años y leer el análisis comparativo de Paco Martínez. Si la película incorpora los personajes y situaciones de la comedia sofisticada de los años 30-40, también parece un claro homenaje a las escenas disparatadas de Bugs Bunny y los dibujos de la Warner, desde el título de la película, pasando por Barbara Streisand mordiendo zanahorias (mientras pronuncia el famoso saludo de Bugs Bunny: what’s up doctor? ) en su encuentro con Ryan O’Neil, hasta el guiño final a los dibujos animados en el avión. La película recupera una narrativa llena de gags disparatados y efectivos que impregnó tanto al cine de comedia como al de animación de aquellos años y que, como explica estupendamente Paco Martínez Abarca, Bodganovich actualiza con acierto. Un buen artículo, como siempre.

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  • el 10 julio, 2024 a las 7:22 pm
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    La comedia está genial pero lo que más me gusta es el artículo que describe tan magníficamente los personajes de la comedia y sus conexiones con otras películas.
    Siempre, un placer y un aprendizaje, leer sus artículos.

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  • el 11 julio, 2024 a las 7:28 am
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    Me encantó esta gran película repleta de situaciones absurdas y divertidas. Una joya y buen homenaje al cine clásico, que no te deja tiempo para aburrirte. Volveré a verla.

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