Lorenzo Roal: “Todos creamos una fachada más al crear”

Lorenzo Roal nació en Oviedo en 1992 y ha pasado la gran parte de su vida en esta ciudad. Es maestro interino de inglés en la escuela pública que la providencia le otorga cada curso. Actualmente canta en el Coro de la Ópera de Oviedo con el que participa en la gran mayoría de producciones del Teatro Campoamor. También canta en la Escolanía San Salvador y el Ochote Alfredo de la Roza. Además, fue durante años editor de Maremágnum y su homónima revista. Ha elaborado una antología de Emily Dickinson, Abrir mis breves Manos ampliamente (Impronta, 2021), encargándose él mismo de la traducción. Acaba de ser ganador del XXXIX Premio Hiperión de poesía con su segundo libro, Oro en las grietas. Antes de este libro había publicado Última noche (Sonámbulos, 2021) y la plaquette Trabajo pendiente (2017). Hoy nos acompaña para darnos su Primera Impresión acerca de Oro en las grietas.

Javier Gilabert: ¿Por qué este libro y por qué ahora?

Lorenzo Roal: Soy de escritura lenta. Además de porque escribo poco, porque soy muy exigente conmigo mismo. Sin embargo, eso me permite saber claramente cuándo tengo una idea de libro y cuándo está más o menos cerrado. Este Premio Hiperión era la última oportunidad que le daba a Oro en las grietas antes de buscar, de nuevo, como sucedió con el primero, las amables manos de Sonámbulos Ediciones o de alguna otra editorial que tan gentilmente se abren a autores menos reconocidos. La suerte esta vez fue agradecida y aquí tenemos este libro.

¿Cómo y cuándo surge la idea del libro?

Los primeros poemas los escribí a principios de 2021. Por aquel entonces tenía una idea completamente diferente. Los poemas que escribí me llevaron por otros derroteros y fueron los que fraguaron el libro actual. Los catalizadores fueron muchos y muy diferentes: la ruptura de mi última relación monógama hasta la fecha; empezar a ir a la psicóloga; pausar mi trabajo y dedicarme al arte; publicar mi primer libro y mi traducción; ligar, ligar mucho y descubrir otras maneras de emparejarse; descubrir mi voz lírica como cantante y empezar a trabajar en ella, y formar nuevos grupos de amigos pasados los 30, que es muy diferente a cómo los haces en la universidad, por ejemplo. Todos estos factores creo que se reflejan en el libro, aunque quizá especialmente la frustración creativa y el poliamor.

Los libros, especialmente los pequeños, son para jugar y volver sobre ellos.

¿Qué pistas o claves te gustaría dar a l@s posibles lector@s?

Yo creo que es un libro sencillo de leer y de entender y bastante disfrutable incluso sin compartir mi situación personal. Se cuentan las experiencias y pensamientos de un poeta a lo largo de un año (los poemas con fechas y los poemas “Kintsugi”, que dan puntadas puntuales a lo largo del libro, cosen la historia a un tiempo concreto —o a una estación—). Siguiendo ese hilo conductor, sí que me gustaría que quien leyera tuviera en cuenta que cada poema de amor es para un hombre diferente, aunque todos hablen de la misma ternura, en cada una de sus facetas. Además, personalmente creo que no tiene una sola lectura, hay guiños entre poemas que en una primera pasada pueden perderse. Creo que los libros, especialmente los pequeños, son para jugar y volver sobre ellos.

¿Qué efecto esperas que tenga en ell@s?

Las primeras personas que me leyeron dijeron que era muy desgarrado, que si me encontraba bien (emocionalmente hablando). No sé si logrará eso en todas las que lo lean. Mi intención, aparte de mi propia catarsis escribiéndolo, era mostrar esperanza y curación, esa es la idea del Oro en las grietas, del kintsugi, ser capaz de observar las heridas desde el brillo de las cicatrices. A pesar de toda la ruptura del principio del libro, espero que llegada la primavera puedan leer poemas animados y animantes, que incluso les saquen alguna sonrisa.

¿Qué importancia tiene la estructura o la disposición de los poemas en el volumen? ¿Fue algo deliberado o más intuitivo durante el proceso de creación?

Última noche fue un libro muy estructurado, con secciones para tipos de poemas en específico (amor, metapoesía…). Aunque en esta ocasión es un fluir constante de poemas, también lo pensé con su estructura: espero que la idea del año que comentaba más arriba se pueda entender. El esqueleto inicial surgió mientras iba escribiendo poemas, pero muchos de los que escribí posteriormente ya fueron hechos a propósito para completar ideas que habían quedado pendientes por el medio del libro; el poema de presentación, por ejemplo, lo empecé a escribir en 2022, pero lo acabé y coloqué al principio justo antes de presentarlo al premio.

Hay algo de ficticio al ponerte a escribir.

¿En qué medida veremos en él —o no— al Lorenzo Roal de tus anteriores obras?

Yo creo que todos creamos una fachada más al crear. El Lorenzo poeta no es el Lorenzo con el que te tomas unas cañas, hay algo de ficticio al ponerte a escribir. En Última noche el poeta es mucho más aséptico, apenas se deja llevar por las emociones. En este segundo libro son las emociones las que guían al poeta y es él el que tiene que moldear tanto lirismo hacia algo más legible. Dicho esto, también hay guiños entre los libros; al fin y al cabo, todos tenemos un idiolecto y unas referencias propios: hay palabras y locuciones que repito en ambos y que creo que dan una coherencia autorial a mi poesía.

Concibo el libro como una totalidad.

Te pongo en un aprieto: si tuvieras que quedarte solo con tres poemas de ‘Oro en las grietas’, ¿cuáles serían?

¡Y tanto aprieto! Concibo el libro como una totalidad, aunque los poemas puedan leerse por separado. Así que esta selección no va a ser Oro en las grietas, pero da una muestra de los tres palos que más toco en el libro: el amor, la poesía y el humor. Son “Adiós rogando”, “La patria invent” y “Se dice poemas”.

El libro te ha valido nada menos que el prestigiosísimo Premio Hiperión. ¿Qué ha supuesto para ti, para tu carrera literaria dicho galardón?

De momento, no mucho. Enhorabuenas de poetas coetáneos que ya conocía (pero ellos a mí no) y que seguía desde hace tiempo; algunas nuevas “amistades”. Conversaciones y entrevistas como ésta con compañeros más amables y verdaderamente cercanos. Con el tiempo, espero, un reconocimiento de mi obra de manera más formal, aunque yo escribo por necesidad, no para acabar en ningún libro ni en ninguna foto generacional. Lo que más me ha ilusionado es el cariño genuino que me han expresado amigos y conocidos no muy aficionados a la poesía, pero que sí habían oído hablar del premio y estaban muy felices de que lo ganara yo. Y los “ya era hora” de algunos amigos y familiares más cercanos. Lo que me ha dado el premio, aparte de una publicación preciosísima, es unas ganas renovadas de seguir escribiendo y algo menos de frustración creativa. 

El Lorenzo poeta y cantante es mucho más real que el Lorenzo maestro cumplidor.

Maestro, cantante, editor, traductor y poeta, menuda –y renacentista– combinación. ¿En qué medida interviene el resto de facetas en tu poesía?

Las facetas más creativas, como la traducción o la edición, sí que se ven claramente filtradas un poco en mi poesía. Por ejemplo, menciono a Dickinson y escribo a su manera en uno de los poemas hacia el final del libro. La música, en particular la lírica, que tanta atención presta a la prosodia, me facilita la escritura rítmica y la adecuación métrica; creo que también me ha hecho ganar en musicalidad y referencias, además de en lirismo, nunca mejor dicho. La educación es mi trabajo, pero no parece que se haya quedado muy pegada a mi arte, quizá porque separo mucho el trabajo, la necesidad capitalista y deshumanizadora de tener un sueldo, del ocio humanista y su verdadera libertad; el Lorenzo poeta y cantante es mucho más real que el Lorenzo maestro cumplidor.

 Por último, como lector, ¿de quién te gustaría conocer su “Primera impresión”?

Voy a ceder la palestra a dos jóvenes compañeros premiados también en la editorial Hiperión: Paula Escrig Peris, que se ha decantado por explorar el lenguaje, y Alejandro Ruiz de la Puente, que explora las formas más clásicas.

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Tres poemas de Oro en las grietas

 

ADIÓS ROGANDO

Este huracán dorado que disloca 

tan dulcemente mis ideas dónde

se irá cuando ya no me toque, quién

será su víctima de amor siguiente?

Por favor, no te marches todavía, 

déjame que descubra tus secretos, 

tu mirada de río milenario, 

tu garganta políglota y violeta, 

el aroma a tabaco de tu ropa, 

el mapa dactilar de tus rincones, 

el aire y el lugar de tus lunares; 

aprenderte del todo y de memoria,

para que cuando impávido se lance 

con la distancia el tiempo pueda aún

cantarte alguna copla, escribirte poemas, 

ojos de niño sabio y de buen trigo, 

aunque ya te hayas ido y solo haya 

quedado mi mirada tierra yerma.

 

 

LA PATRIA INVENT

Ahora que tengo 

cuatro veces la edad 

de un niño de segundo de primaria 

regreso a esos momentos en que solo 

tenía una o dos veces esos años.

(No me acuerdo de nada, pero me han comentado 

que para ser poeta 

necesito escribir sobre mi infancia: 

a ver lo que me invento.)

 

 

SE DICE POEMAS

Dije para mí mismo:

«tengo que transcribir mis poesías».

Lo escribí en mi libreta 

y vi que estaba bien. Pasó una noche 

y una mañana y el día segundo 

taché el verso con rabia 

porque sus once sílabas no eximen 

de tremebundo crimen contra el léxico.

 

ENTREVISTA REALIZADA POR JAVIER GILABERT
Granada, 1973. Maestro avemariano, es autor de PoeAmario (2017), En los Estantes (2019), Sonetos para el fin del mundo conocido (2021) junto con Diego Medina Poveda, Bajo el signo del Cazador (2021) junto con Fernando Jaén, Todavía el asombro (2023). Copromotor, antólogo, coeditor y periodista cultural.

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