“El haiku en la poesía española y catalana del siglo XX”, de Yoshiko Tazawa
Por José Antonio Santano.
Si la poesía, por regla general, persigue la concisión, la coherencia temática y un valor estético que depende del poeta y de su particular concepción del hecho poético, cuando esa misma brevedad puede llegar a ser aún menor, aunque distinta al aforismo o sentencia -la más breve de todas-, nos hallamos ante un género tan inusual como atractivo, que toma por nombre haiku, poema procedente de la cultura japonesa, cuya estructura es una estrofa de tres versos de 5, 7 y sílabas (17 moras para la métrica japonesa), sin rima y de una extraordinaria sencillez, donde la naturaleza juego un papel fundamental. Pues bien, resumida la cuestión, el presente comentario tiene que ver con el libro de reciente publicación que alude a unos versos de Antonio Machado en su título: Como una ballesta en el aire azul. El haiku en la poesía española y catalana del siglo XX, obra de la profesora de lengua castellana en la Universidad de Kansai, traductora y ensayista Yoshiko Tazawa (Kobe, Japón). Este ensayo es una síntesis de su tesis doctoral, en la que la filóloga japonesa se acerca al haiku, poema emblemático de la cultura nipona, para demostrar cómo llegó hasta España, a través de Inglaterra y Francia, y su influencia en los poetas españoles y catalanes más importantes del siglo XX.
En la introducción de este libro Yoshiko Tazawa establece un mapa muy interesante de cómo se va configurando y estableciendo el haiku en España, pasando por el papel de Octavio Paz en este itinerario, que destaca la figura de Tablada como introductor de dicho género, aunque no fuese así exactamente, como también de los textos publicados por diversos autores que tuvieron al haiku como unidad o elemento de estudio. El lugar de entrada del haiku en Europa queda fijado en dos grandes ciudades: París y Londres, premisa que le valdrá a Tazawa para establecer posteriormente las conexiones e influencia en los poetas españoles (A. Machado, Juan Ramón Jiménez y Lorca) y catalanes (Carner, d’Ors, Junoy y Salvat-Papasseit). Creo no equivocarme si el capítulo más apasionante y con el cual Tazawa demuestra la influencia del haiku en la poesía española no es otro que el dedicado a Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca.
En el caso de Antonio Machado lo hace con la publicación en 1924 de un artículo aparecido en el periódico Sol, autoría de Díez-Canedo (otro de los precursores del haiku en España) y que tituló «Antonio Machado, poeta japonés», tras su publicación de Nuevas canciones, cuando escribe: «Aquí los tres versos capturan una sensación con la perfecta economía radiante de la poesía japonesa». El estudio pormenorizado de la poesía de Antonio Machado por parte de Tazawa es de tal precisión que irá desvelando el marcado carácter del haiku en el conjunto de la obra machadiana, si bien se detendrá en tres de ellas: Soledades. Galerías. Otros poemas, Campos de Castilla y el ya citado de Nuevas canciones. Respecto al primero Tazawa pone como ejemplo un fragmento de «Orillas del Duero», compuesto en 1907: «¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera, / espuma de la montaña / ante la azul lejanía, / sol del día, claro día! / ¡Hermosa tierra de España!», donde confluyen, según los críticos «sencillez expresiva», «penuria de imágenes» e «ingredientes tan sencillos y hasta vulgares». De Campos de Castilla, también de 1907, selecciona otro fragmento de muy parecido título al anterior «A orillas del Duero», en el que los versos, aunque más largos, existe una viva descripción de la naturaleza. «En Nuevas canciones —nos dice Tazawa—, que recoge los poemas compuestos entre 1917 y 1930, están incluidos varios poemas claramente inspirados por el haiku. Muchos de estos son de tres versos independientes y tienen la característica de ser cortos y tener descripciones nítidas de paisajes y cosas», unos ejemplos: «Como una ballesta, / en el aire azul, / hacia la torre mudéjar», «La cigüeña absorta, / sobre su nido de ramas, / mirando la tarde roja». Piensa Tazawa y así lo expresa que «A Machado no le importaban los géneros poéticos. Solo quería realizar una poesía nueva utilizando como soporte su forma y sus reglas. Uno de los estímulos era el haiku».
El análisis de la poesía de Juan Ramón Jiménez respecto a la influencia del haiku entronca, fundamentalmente y según Yoshiko Tazawa, con lo que se ha venido denominando, en la obra del autor de Platero y yo, «poesía desnuda». Indicios de esta influencia del haiku en la poesía de Juan Ramón Jiménez, Tazawa los concreta en libros tales como Diario de un poeta recién casado (1917), Eterniades (1916-1917) y Piedra y cielo (1917-1918). Es con Diario de un poeta recién casado cuando se inicia el camino hacia la «poesía desnuda», que para el propio Jiménez no era sino «nombrar sencillamente lo esencial», o lo que es lo mismo, un lenguaje que utiliza «palabra expresiva, rica de contenido, poética», palabras que, para Tazawa, «tienen mucho en común con la base del haiku… Si una de las características de la poesía desnuda es obstaculizar la lectura fluida de los lectores, es exactamente la misma que tiene la base del haiku». Esa esencialidad de la poesía desnuda de Juan Ramón Jiménez, con evidente influencia de elementos característicos del haiku se ejemplifica con estos versos: «Ante mí estás, sí. / Mas me olvido de ti, / pensando en ti», y así podríamos mostrar muchos más, pues la poesía existencialista de Juan Ramón es pura esencia, absoluta desnudez, y por ello, muy cercana a la cultura japonesa del haiku.
El tercero de los poetas que estudia Yoshiko Tazawa respecto a la influencia del haiku en su poesía es Federico García Lorca, determinada quizá por su relación en la Universidad de Granada con Miguel Pizarro, que «trabajó como profesor en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la actual Universidad de Osaka». Fija su atención Tazawa en tres libros de Federico para afirmar que este conocía el haiku japonés: Suites, Canciones y Poemas del cante, mas no olvidemos la trascendencia de la canción popular que tanto tuvo que ver con la expresión lírica en Federico. Con todo y antes de esos tres libros Tazawa alude a los «Hai-kais» que el poeta granadino dedica a su madre, de tal manera que en «Nota sobre el “hai-kai”» y «Crítica del hai-kai», Lorca dice: «El hai-kai ha de dar la emoción en dos o tres versos que resumen todo el estado sentimental»: «En este hai-kai va / un beso que me acabo / de cortar», o, «Por tus blancos ojos cruzan / ondas y peces dormidos. / Pájaros y mariposas / japonizan en los míos», donde aparece la palabra japonizan y no son tres sino cuatro versos. La opinión de Federico sobre los hai-kais está contenida en «Crítica del “hai-kai”» que le envía a su hermano Paquito y que dice así: «Como poeta me parecen los hai-kais ni buenos, ni malos. ¿Todo será según los hagan verdad? La poesía o tiene emoción o no tiene emoción. Y esto es todo». Destaca el pormenorizado estudio de Yoshiko Tazawa de los tres más grandes poetas del siglo XX respecto a la influencia demostrada del haiku en su lírica, y a modo de resumen, tomamos del libro Poema del cante jondo estos versos de Federico: «La elipse de un grito, / va de monte / a monte», y, «Desde los olivos / será un arco iris negro / sobre la noche azul».
En otros capítulos Tazawa escribe acerca de la Residencia de Estudiantes como epicentro del conocimiento y difusión del haiku, por ser la institución española más importante de la época, siendo su matriz La Institución Libre de Enseñanza, de la que fueron alumnos poetas e intelectuales de gran altura, algunos ya mencionados, y otros, que también lo fueron, como José Moreno Villa, Enrique Díez-Canedo, Jorge Guillén, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre o José María Hinojosa. Por otra parte, Tazawa se detiene y analiza la relación del ultraísmo con el haiku (Guillermo de Torre, Antonio Espina, Francisco Vighi y Adriano del Valle) y con las greguerías de Gómez de la Serna, que aunque pudiera parecer haikai lo sería en prosa.
El último capítulo la profesora Tazawa lo dedica a los poetas e intelectuales catalanes y su relación con el haiku, en el que destaca la importancia de la lengua catalana en la divulgación de dicho metro japonés. Josep Carner es el primer poeta e intelectual catalán que destaca no solo como poeta, sino también como traductor de haikus en La Veu de Catalunya: «Està tpt cpmtemt / d’haver vist el fons d l’aigua, / l’anec petic», de Jōsō Naitō. Otro de esos intelectuales catalanes a los que se refiere Yoshiko Tazawa es el periodista, filósofo, escritor y crítico de arte Eugeni d’Ors. El papel de d’Ors como conocedor y divulgador del haiku no solo en Cataluña, sino también en Madrid, tras contactar con otros intelectuales y poetas de la Residencia de Estudiantes. Según los estudios de Tazawa «Uno de los poetas catalanes que mostró más interés fue Josep Maria Junoy, y su poema Ar-en-cel, aunque de cinco versos, se considera una variación del haiku y Joan Salvat-Papasseit, uno de los poetas más representativos del vanguardismo catalán. Escribe Tazawa: «En la poesía de Salvat-Papasseit, además de los poemas de tres versos que los estudiosos generalmente consideran como haikus, hay poemas con descripciones de la naturaleza inexplicables sin tener en cuenta la influencia del haiku».
Hay que decir que el estudio sobre el haiku en España y Cataluña llevado a cabo por la profesora y filóloga Yoshiko Tazawa es de un valor extraordinario, toda vez que demuestra como dicho metro japonés influye con mayor o menor medida en los más grandes poetas del siglo XX de España (Machado, Juan Ramón Jiménez y Lorca) y de Cataluña (Josep Maria Junoy y Joan Salvat-Papasseit), y además, cómo a partir del conocimiento del haiku algunos aspectos de la poesía española toma distintos caminos y cambia.
Como una ballesta en el aire azul: El haiku en la poesía española y catalana del siglo XX
Yoshiko Tazawa
Invisibles, 2024