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«Orfandad», de Kepa Murua

Foto: Ardiluzu

Por Isabel Alamar.

Quizá este sea el poemario más humano y tierno del escritor Kepa Murua, también el más diáfano y transparente (con una claridad que abruma y emociona), ya que se nota que ha sido escrito con el alma, palabra que aparece, por cierto, varias veces en el libro: “A todo el mundo / le atrae un alma buena. / A todo el mundo / le atrae un alma generosa”; “De cada abrazo no dado / nace una estrella, / brilla con lo perdonado, / serán luces para caminar por la noche, / velas encendidas para el alma”.

Como se nos dice en la contraportada, este poemario es: “el regalo de poemas que un hijo le hace a su madre”. Un libro homenaje, un panegírico en toda regla, un reconocimiento a la madre fallecida ahora hace tres años, una constatación del dolor, de la pérdida y de la certeza de que ya nada será igual: “Lloro por la felicidad / acabada, que desconcierta … La soledad viene de repente, / se atraganta, se repite; / incomprendida calla / ante el vínculo que se rompe.”

Solo tenemos que leer algunos de los títulos de los poemas (Lloro, Madre, Memoria, Tristeza, Resignación, Oración, Orfandad, Agradecimiento, Amabilidad, Ausencia…) para saber que el yo poético trata de superar esa dura pérdida que supone la muerte de su progenitora. Con ella dialoga con una voz sentida, cálida, profunda, llena de una sensibilidad que nos traspasa y nos hace partícipes de su dolor: “Madre, me esfuerzo, suelo / socorrer a quien me lo pide; / hablar con delicadeza / para no ahuyentar a nadie.” “Nos vemos en el camino / antes del último salto”.

Los versos están enlazados unos con otros, en un continum poético, de 140 páginas. Aparecen perfectamente ligados entre sí, conduciéndonos por las diferentes etapas del duelo hasta su aceptación plena. Y en esta aceptación desempeña un papel clave, la poesía, así nos lo manifiesta el propio autor: “La escritura es un ala que va de un lado a otro / del vacío, extiende sus plumas / y deja que pase el viento.” La poesía es ese ARTE en mayúsculas que nos ayuda a respirar mejor y que sirve para encontrarle un sentido pleno al camino que transitamos, añadiría también yo.

Foto: Pilar Barco

Murua perfila con sus palabras diferentes escenas costumbristas, pertenecientes a la esfera de lo íntimo y personal, y lo hace con descripciones vívidas que nos permiten vivir junto a él esos momentos, se suceden ítems como la herencia, los recuerdos, las enseñanzas transmitidas de los padres a los hijos… (“Aprendí a conformarme; / esto me lo enseñó padre. / Hace un año murió; dijiste / que ibas a ir adonde estaba, pronto; Años de aprendizaje, / sin saber que lo eran. / Tiempos de bondad, / sin saber que se iban”).

Como en otros poemarios de Kepa Murua, los poemas son serenos, reflexivos, extensos y narrativos, de largo aliento y recorrido, y en algunos se intercalan versos más largos con otros más breves, pero en todos ellos destaca un ritmo cuidado y delicado, un lenguaje sencillo, sonoro, dulce y hermoso que intenta atrapar hasta lo que no se puede decir fácilmente con palabras (“Lo acepto, es así, vas / a un lugar indescriptible; / no es un adiós definitivo, / sino una protección desde lo alto.”).

Un buen puñado de versos balsámicos, escritos con el corazón, sin contención alguna y que guardan una perfecta fluidez y armonía de conjunto, una especie de diario-poemario-en verso que nos dejará un poso de luz, una estampa de esperanza, una sensación de paz y recogimiento y de que, en realidad, todo está bien y sobre todo de que no estamos solos y que nuestros seres queridos, de algún modo, siempre nos acompañan y velan por nosotros. Un poemario cálido, espiritual que nos brinda sensación de cobijo y abrigo. En definitiva, una obra fundamental en la trayectoria de Kepa Murua.

 

Orfandad
Kepa Murua
El Desvelo Ediciones, 2024

 

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