«ALACIAR DE ESPUMAS (Poesía y Utopía en Waldo Santos)», de Pablo Malmierca
NINGÚN ESFUERZO INÚTIL
Por Luis Ramos de la Torre.
Cualquier lector que se aproxime a la lectura de este reivindicativo ensayo de Pablo Malmierca sobre la obra y el pensamiento del poeta libertario zamorano Waldo Santos se dará cuenta de su importancia y de la urgente necesidad de celebrar el mundo creativo y personal de un autor, como él, olvidado al igual que tantos otros poetas y autores que no se plegaron al juego cultural que imponían los cánones en los tiempos tan duros que les tocó vivir.
Por ello, y como decimos en el «Prólogo» de este ensayo, es muy de agradecer que Pablo Malmierca en este estudio pormenorizado y certero sobre los conceptos y bases poéticas de Waldo Santos, haya tomado la determinación de abrir con este trabajo los candados del olvido y sacar a la luz la vida y la poética de un autor que, a pesar de ciertos pequeños reconocimientos y homenajes, ha estado desaparecido y olvidado al parecer de forma interesada, y ha sido ubicado entre simples anécdotas de lo provinciano, seguramente generadas por los tristes aparatos culturales que, siempre cortos de vista, se han venido mezclando en los últimos cuarenta años con otros intereses más preocupados por establecer comparaciones espurias, como si de una competición deportiva se tratase, entre el pensar y el decir de este estupendo poeta con el de algunos poetas telúricos como León Felipe u otros; todo ello probablemente debido a la peculiar cosmovisión, tanto social como política, de este poeta raigal anegado entre los barros de un tráfago social y cultural cerrado que se ha acabado instalando en una provincia y un entorno de raíz tan sorda y levítica, como olvidadiza.
En este ensayo, aparecen de forma acertada y complementadora de la cosmovisión de Waldo Santos otros autores como su paisano, Agustín García Calvo, otro de los tristemente olvidados por las grandes instituciones de este penoso y cada vez más sordo y ciego país. Es interesante, por ello, citar el comienzo de uno de sus geniales sonetos teológicos: “Enorgullécete de tu fracaso / que sugiere lo limpio de la empresa: / luz que medra en la noche, más espesa / hace la sombra, y más durable acaso”. Desde ahí, desde ese fracaso y esa sombra que refiere García Calvo, y que rodea la obra y la vida de Waldo, surge la luz esclarecedora de los versos de este poeta telúrico y terruñero apegado a su entorno y a todas las palabras que definen la austeridad de la vida campesina que avivó su aprendizaje.
Así, el mismo Waldo Santos en el Documento n º3, incluido en este ensayo, escribe: “Los terrones se hacen de Agua y Tierra, los adobes de barro maridado con paja, no sucia. Y luego viene el trabajo sudoroso, por eso de poder hacerse, solamente en tiempo seco. […] Sequedad a destiempo me nació esta Sed que se agiganta al ir perdiendo o gastando al disponer (¡qué más hubiera querido!) de los años. Hambre de altura mirar desde esta Torre con insaciados ojos. […] La Vida, en fin, desde la que creo la Hermosura”. Modo de ver esa Hermosura o Poesía relacionándose con la materia que coincide con uno de los poetas más pegados a la tierra y a la naturaleza en la actualidad, Jorge Riechmann, quien en Ahí es nada, y casi como complemento a esto que venimos comentando, escribe: “Lo me va interesando cada vez más es precisamente ese fondo oscuro, la fertilidad del limo. Su relación con los tiempos lentos (el agua no se enturbia a condición de que los movimientos sean pausados). La idea del grumo. En el grumo, la palpitación de la vida, el oscuro y cálido corazón de la materia.”
En este sentido y en relación con la materia, los conceptos que aparecen en la cosmovisión y la obra poética de Waldo Santos, se mezclan intentando construir un pensamiento jalonado de palabras relacionadas con el fuerte arraigo rural y cultural del poeta. Así, Pablo Malmierca, después de una necesaria Nota de Autor en la que centra las razones de escribir un libro como éste, construye un ensayo importante dividido en cinco partes luminosas. Las primera titulada Diálogos en la que hablará el propio Waldo con sus textos, las dos siguientes dedicadas a revisar los Símbolos y la importante presencia de los Colores en sus versos; y finalmente, las dos siguientes dedicadas a la reivindicación de la Utopía y el mundo del Flamenco como ejes claves en el entorno del poeta zamorano, y la revisión del Lenguaje de Waldo Santos en la última parte.
Decía el poeta francés Ives Bonnefoy que: “la poesía es lo que libera la acción de hipótesis falsas, de representaciones que también lo son y en las que se pierde la palabra. La poesía hace que pasemos del espíritu de posesión, de impulsar equívocos y guerra, al deseo de participar simple y directa en el mundo”. Y ahí está la importante y necesaria creación poética de Waldo Santos, un poeta preocupado siempre por dejar claro cuál era su pensamiento y su posición sobre la palabra y sobre la poesía. Quiero recordar aquí, uno de los poemas que cita Malmierca en este ensayo necesario, y cuyo título, “Está el poema en venta”, dice mucho sobre esto que comentamos: “Poeta, marca el precio / asequible, a ver si así… / Dijo el poeta-hombre-waldo: / Me doy por el clavel. / Clavel, he dicho; / a ver quién es el guapo; / compradme pido, / mi precio es el clavel”. / A ver, a ver ahora / con qué vais a pagar. / Yo sí tengo el clavel; / es mío, es mío. / Reíd la carcajada. / Es mío, ¿habéis oído? / Se acabó la subasta, / idos, postores, idos, / llevad vuestro dinero. / La toba peregrina ha dicho: el clavel de clavel no tiene precio. / Se redime solo / de la venta. ¡Y me salva! Es mi Viento.”
Siempre la poesía al lado de la materia y garante de la salvación en el entorno de Waldo Santos, quien, como dice Malmierca en la Nota de autor, es: “una rara avis dentro de la poesía española, poeta desconocido fuera de su provincia natal que necesita de una visibilidad que hasta ahora se le ha negado”. Por ello, en todo lo que por fortuna se puede leer aquí sobre la inquieta e interesante vida de Waldo Santos y sobre la urgencia de conocer y expandir su obra poética, Pablo Malmierca hace justicia y concuerda desde sus reflexiones con aquellas palabras serenas y certeras de Raúl Zurita cuando expone que: “se escribe, paradójicamente, para corregir la historia y entregarle así a un sinnúmero de hombres la posibilidad de un relato redimido. Es allí donde todos los derrotados, caídos, muertos y pertinentes del lenguaje humano vuelven a encontrar las palabras de sus destinos negados”.
Como el propio Waldo Santos escribiera en aquellas viejas Notas para una poética personal: “¡Quedó tanto sin lograr! ¡Y tantos que no llegaron a pájaros nuevos! Ellos no pueden, los frustró la vida, al otro Viento, cortándoles el vuelo. Puesto que puedo / terrón, entre terrones, /canto”. Ahí está la salvación, en la Poesía, en el Canto, porque como aseguraba de forma certera Sophía de Mello Breyner, la poesía “no me pide realmente una especialización porque su arte es un arte del ser. Tampoco es tiempo o trabajo lo que la poesía me pide. Ni me pide una ciencia ni una estética ni una teoría. Me pide tan sólo la integridad de mi ser, una conciencia más honda que mi inteligencia, una fidelidad más pura que la que yo puedo controlar”. Esa conciencia y esa integridad necesarias y urgentes siempre estuvieron en la cosmovisión y la creación poética de Waldo Santos, un autor que Pablo Malmierca y la editorial Lastura han decidido reivindicar para recuperar un legado dormido entre los olvidos que trama el exceso de superficialidad que ampara un vacío cultural cada vez más dilatado y triste.
Celebremos juntos la llegada de este libro y la revitalización de la poesía de alguien como Waldo Santos, porque, como recuerda Antonio Gamoneda, la poesía: “es una forma de estimular la sensibilidad y la conciencia; y esto estaba muy presente en la poesía de Waldo”.
Cuando las cosas se hacen así, bienvenido sea el empeño, porque ningún esfuerzo es inútil.
Bamba del Vino, junio 2024
ALACIAR DE ESPUMAS (Poesía y Utopía en Waldo Santos)
Pablo Malmierca
Lastura, 2024