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Hablamos con el barítono Rodrigo Esteves «No canto para ganar aplausos sino por placer.

Una entrevista de Alberto Medina.

Con motivo de la representación de la ópera Manon Lescaut en el teatro Cervantes de Málaga hemos podido coincidir con el barítono de origen brasileño, Rodrigo Esteves. En abril de 2009 recibe el Premio Carlos Gomes de Ópera y Música Erudita en Brasil, como Mejor Cantante Solista. “La rosa del azafrán”, “El holandés errante” y “El Guaraní” son algunas de sus últimas representaciones.

 

 

¿Qué tal tus sensaciones en Málaga?

Siempre disfruto mucho del Teatro Cervantes porque me encanta su acústica y la orquesta. He disfrutado también mucho de la producción donde debutaba con este papel. He podido trabajar con Pier Francesco Maestrini que es de Río de Janeiro, con el que trabajé en La Boheme. Además, el lujo de trabajar con Berna Perles y otros compañeros con los que no había trabajado.

¿Cómo te preparaste para este papel?

Pues como siempre, intento estudiar la partitura, analizando la historia. Además en esta ópera hay que conocer la obra literaria porque Puccini omitió toda la parte en la que Manon está con el amante en París, donde Lescaut convence a su hermana para que viva una vida llena de lujos. Este personaje se añade al que he hecho en mi carrera. Es difícil prepararlo porque es una de las mejores escrituras puccinianas, con muchos saltos de nota… El mejor momento es el segundo acto del dueto con Manon. No te voy a mentir, no es mi personaje preferido porque es un ser deplorable

Has cantado ya dos veces en “El Holandés Errante” de Wagner y diversas zarzuelas. ¿Cómo empezó tu carrera profesional en Brasil?

Gracias a Dios entró en mi vida la zarzuela porque me encanta, todas son ideales para mi voz…

Mi carrera profesional comenzó en Brasil, siempre he sido cantante. En el 83 hice mi primer concierto como cantante de rock, comencé a estudiar canto lírico en el 85 y mi profesor Alfredo Colósimo hizo que me entrara el gusanillo por la ópera. Además, entré en un coro profesional en Río de Janeiro en 1989 en producciones donde trajeron a grandes cantantes como Plácido Domingo o Carlo Bergonzi. En 1991 mis padres me incentivaron a que viniera a Europa y proseguí mi carrera en Madrid en la Escuela Superior de Canto de Madrid con el profesor Antonio Blancas.

¿Te han tentado alguna vez con entrar en el género del musical?

Yo nunca cierro las puertas porque vengo de otra escuela que es la de pop/rock. Cuando ya estaba en el canto lírico me surgió la posibilidad de hacer la voz cantada del Jorobado de Notre-Dame para el cine. Pero nunca ha surgido la oportunidad de meterme en un musical porque nunca he tenido tiempo libre para descansar, siempre estoy estudiando los nuevos papeles. Además, la vida del musical es muy dura.

¿Alguna vez has tenido alguna opinión sobre la dirección artística? ¿Opinar sobre el vestuario…?

En líneas generales el vestuario ya viene establecido porque tan solo ensayamos el mes antes. El montaje viene configurado muchos meses antes, pero sí puedo opinar por partes del atuendo que pueden molestarme a la hora de cantar. Por ejemplo, me probé cuatro o cinco pares de botas para la ópera Manon, con seis números por encima del mío. Los cambios de vestuario suelen ser muy rápidos, todo cambia: la peluca, el maquillaje, pero al final te acostumbras y no piensas en ello.

¿De todos los personajes que has interpretado cuál te ha afectado más positivamente?

Como yo soy muy teatral me gusta la ópera. Me encanta Marcello de La Boheme, que no tiene ni aria, tan solo un dueto en cuarto acto, tiene unas frases preciosas. Me encanta porque es puro teatro. Tienes que ser muy sincero en la actuación, y el riesgo es llegar a la payasada o el chiste fácil, y eso no me gusta. El momento en que Lescaut está borrachín y coge la silla de ruedas es un momento difícil de actuar porque actúas de borracho y esta ópera no es una comedia. Pero resumiría diciendo que mi personaje favorito es Marcello de La Boheme, aunque no tenga arias. Pero yo no canto para ganar aplausos sino por placer.

¿Qué consejos darías a la gente que está comenzando?

Lo primero tener mucha disciplina porque es un trabajo muy duro. La longevidad es un problema, aunque en mi caso siempre he trabajado con cosas relacionadas con la música. El 80% de las personas que cantaban conmigo ya han parado. Mucha disciplina, elegir el repertorio, y luego un poco de todo: suerte, estar en el momento justo en el lugar adecuado. Mucho estudio y estar cómodo cuando se canta. Me preguntas si es necesario cambiar de maestro. Depende. No todos los maestros son buenos para todas las personas, y eso es también química.

Las producciones mucho más modernas que parecen reinterpretar a los clásicos… ¿hacen que se pierda la autenticidad de la ópera?

Una puesta de escena inteligente no huye de la historia que ha querido transmitir el compositor. Muchas veces ocurre que en producciones nuevas estamos viendo otra historia. Por ejemplo, estás escuchando una cosa y estás viendo otra, un contraste que choca. Tenemos que encontrar siempre la innovación, el arte debe de renovarse. Hoy en día, con toda la tecnología que tenemos, hay que adaptarse.  Hay que traer un público nuevo, pero vemos que hay directores que buscan la publicidad por la polémica. En estos casos no encuentro el arte. Los cantantes para poder trabajar tenemos que pasar por ciertas cosas… Yo creo que todo tendrá un sentido como la evolución de la humanidad.

Brasil, prácticamente un país continente, seguro que tiene muchas músicas que los europeos no conocemos, más allá de las Bachianas brasileiras. ¿Cómo los europeos podemos iniciarnos?

En Brasil hay un movimiento tímido que busca dar valor a los indígenas, los negros,.. El año pasado hicimos “El Guaraní” de Carlos Gomes, autor brasileño. Fue una producción en la que pusieron verdaderos guaranís de cerca de Sao Paulo, mezclando músicas guaraníes con la de Carlos Gomes. Muchos puristas pensaron que era una barbaridad, pero fue algo muy bonito e inclusivo. También está Yerma, que es una ópera de Villalobos, que se ha representado en Manaos, y hay una ópera muy interesante que se llama Domitila de João Guilherme Ripper que se va a estrenar este año en teatro de la Zarzuela este año.

¿Algún proyecto futuro?

En Septiembre vuelvo a Brasil, a Minas Gerais, para hacer Nabucco. Y tengo otros dos proyectos para el año que viene, por lo que estoy contento. Ya son muchos años, tengo casi 60.

 

Como Puck en Las golondrinas, de José María Usandizaga. Fotografía: Javier del Real.

 

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