“Cuba vibra”: un sabroso canto (y baile) al mestizaje
Por Mariano Velasco
De la mezcla se obtiene la perfección o si no, por lo menos, se anda muy cerquita. Es el mensaje que parece querer transmitirnos en cada número de baile, en cada nota musical, en cada gesto, en cada mirada, en cada sonrisa, en cada melodía… este bellísimo espectáculo que es Cuba vibra, un verdadero homenaje al mestizaje y, por ende, a la cultura cubana, recién estrenado en Madrid después de su exitoso paso por Barcelona.
Toda la historia más reciente de Cuba desde los años 50 se condensa en estas dos horas de sensualidad y emoción que lleva a los escenarios la sobresaliente compañía de la reconocida coreógrafa Lizt Alfonso, Lizt Alfonso Dance Cuba (LADC), un torrente de sensaciones que arrecia con la fuerza de un huracán caribeño sobre las butacas del Teatro Edp Gran Vía de Madrid, y que no amainará hasta el 16 de junio.
Vestuario, costumbres, cultura, tradiciones, religión… todo venido de aquí y de allá, conformando un sabroso cóctel que acaba por rebosar en forma de música y baile. Decimos “sabroso” y decimos bien, porque no se nos ocurre otro adjetivo más cubano (“cóctel” tampoco suena mal como sustantivo), y que el diccionario define así: “dicho de la risa, de la música o del baile: rítmico, alegre, melodioso”. Pues eso.
Con absoluto predomino de ritmos como el cha-cha-chá, el mambo, la rumba, la conga o el bolero, en Cuba vibra vamos a poder escuchar de casi todo, sin ir más lejos flamenco, jazz, swing o rock. Porque no queremos resultar pesados, pero “mezcla” es la palabra que define a la perfección no solo a la música cubana, sino a toda una cultura y a un país. Y por supuesto también a este brillante espectáculo. Bueno, “sabroso cóctel” también.
Con un vestuario y una puesta en escena impecables, arropados por un fondo de proyecciones tremendamente sugerente, los excelentes bailarines de la LADC lucen más si cabe con el impagable añadido de la música en directo, interpretada por cuatro músicos que lo bordan (percusión, teclado, bajo y voz). Para no cansarse de repetir cuánto bien le hace la música en directo a cualquier espectáculo.
Flirteos con toda la sensualidad caribeña, boleros de letras desgarradoras de esas que lastiman el alma, acrobacia de esas otras que lastiman los huesos, ritmos afrocubanos que recrean rituales religiosos de santería (excelente el número de las velas), compases flamencos que remiten al mestizaje con la cultura española… de todo nos vamos a encontrar en las cerca de dos horas del variadísimo espectáculo que es Cuba vibra.
Su primera parte mantiene la atención del espectador a base de espectaculares coreografías llenas de colorido y variedad, con cerca de una treintena de bailarines que no se detienen ni para tomar aire, y que cuando parece que ya están todos sobre el escenario se siguen sumando más y más, sin que uno sepa ya si es que entran y salen o es que surgen como por arte de magia de entre las mismas notas musicales.
Todo un derroche de ritmo que dejará paso en el arranque del segundo acto al absoluto lucimiento de la cantante Yaima Sáez al suave ritmo de boleros universales como Bésame mucho o Contigo en la distancia, para luego ir recuperando los ritmos más acelerados y espectaculares, ya es un no parar, hasta culminar con el magnífico Música y estrellas que pone el broche final a está catarata de alegría, felicidad y mestizaje que, ya lo dice su título, pone a toda una isla y a todo un teatro a vibrar. Pa’ agitar el cóctel.