«Canción de Napalm», de Bruce Weigl
Por Bernardo Santos.
En un momento donde se convocan en todo el mundo recitales de poesía contra el genocidio de Gaza y donde los poetas rusos Artyom Kamardin en 2022 y Yegor Shtovba y Nikolai Daineko en 2023, fueron procesados y encarcelados por el tremendo delito de leer en público poemas contra la guerra de Ucrania, la editorial Cántico (Almuzara) ha publicado la edición bilingüe del libro emblemático de poesía de Bruce Weigl titulado Canción de Napalm.
Weigl fue a la guerra de Vietnam como soldado de los USA con 18 años. Estuvo allí un corto periodo cuya duración no está clara en la bibliografía pero que oscilaría entre uno y tres años, lo suficiente para marcar a fuego toda su vida y toda su obra. Solo a partir de la década de los 80′, es decir, 20 años después de la experiencia traumática de la guerra, fue capaz de sacar en forma de buena poesía todo el dolor, la rabia, la vergüenza, el arrepentimiento y también la fascinación sobre aquellos hechos, en especial con Songs of Napalm, su obra más famosa y, quizás por eso, la que se traduce ahora en España. Escribió: “La guerra se llevó mi vida y la poesía me la devolvió”.
Otros hermosos procesos de sanación y reparación que Weigl ha abordado han sido la traducción de poemas de autores norvietnamitas y soldados del Viet Cong capturados durante la guerra, en colaboración con la asociación de escritores vietnamitas y la adopción de una niña vietnamita en 1996.
El libro contiene poemas aparentemente narrativos sobre su experiencia en la guerra, pero a la vez simbólicos, se diría que casi existenciales, porque se pregunta quién fue, si el inicial adolescente soñador, el asesino implacable o el adulto en rehabilitación de sus crímenes, pasando por el soldado aterrado por la selva (“el trópico te pudre” es una convicción del ejército yankee que Weigl repite incesantemente en el libro) o por verse con las manos manchadas de sangre de un pueblo amable de hermosos cuerpos. Probablemente sea todos ellos, porque todos están en el poeta que escribe, especialmente en los poemas finales que relatan el largo alcance de los efectos de la guerra en los que sobreviven, poemas radicados en el Ohio posterior casi tan desgarradores como los previos y que nos hablan del dolor de estar vivo para tener que recordar, de la duda de si hubiera sido mejor morir en el arrozal, como denotan los versos que cierran el libro, al final del tremendo poema titulado Elegía:
Las balas atravesaron la hierba cortante
por lo que no dio tiempo a hablar.
las palabras no se dejaron decir.
Algunos de ellos murieron.
A otros no se les permitió morir.
Los poemas están escritos desde una posición brumosa porque el autor se sitúa en el momento real en que los hechos ocurren, pero a la vez, en el momento en el que escribe. Las vísceras de las mujeres y niños por los suelos, el cuerpo seccionado de un soldado que cargan en el helicóptero con el tronco por un lado y las piernas por otro, no dejan al lector precisamente impasible, a la vez que le envuelven en una reflexión actual sobre qué mundo hemos construido después de todo aquello, sobre cómo se sitúa el lector ante la postura de su propio país (USA o España) sobre las guerras contemporáneas, acaso fabricante de armas o portador de veto impenitente en Naciones Unidas. Weigl actualiza los hechos crudamente y al mismo tiempo nos habla de la importancia de la memoria y de cuidar el presente desde ella.
Entre muchas otras características que hacen único a este libro quizás resaltar que está atravesado por un canto a la belleza del mundo, pese a todo. La vegetación, los ríos, la hermosura de las prostitutas, las briznas de amor o solidaridad que se dieron incluso en aquel Vietnam apocalíptico. También que no está exento de humor, el posible desde la distancia temporal que va de los hechos a su escritura y el que permite la alícuota de relaciones humanas que, otra vez pese a todo, se dan en medio del absurdo radical.
Vietnam, una guerra que ha sido analizada por el cine desde casi todos los ángulos posibles, pero a la que la literatura ha prestado menos atención. Una guerra un poco lejana para España, ocupada en aquel momento en otros asuntos, pero que cambió el mundo, que se paró en los parques de las ciudades de los USA y en la desobediencia civil y cuyo relato se escribió también desde la memoria, resistencia y superación de algunos de los que la sufrieron, como Weigl. También del otro lado, en un Vietnam actual ejemplo para el mundo por su superación y heroísmo.
Canción de Napalm es una obra escrita por su autor para no volverse loco, una catarsis, un psicoanálisis, pero tiene algo también del libro de Isaías y algo de Se questo è un uomo, una promesa de que un mundo sin guerra es posible, una constatación de la dignidad absoluta, radical, esencial del ser humano.
Canción de Napalm
Bruce Weigl
Córdoba / Cántico, 2024