‘Baumgartner’, Paul Auster
SERGIO VARGAS.
La nueva novela del famoso escritor neoyorquino despega con potencia. Gira en torno a un escritor de unos setenta años viudo. Su comienzo fulgurante se enreda en una serie de tramas sin resolución. Aun así, si has sido absorbido por La trilogía de New York es normal que te dejes llevar por estas nuevas travesuras existenciales de título, Baumgartner (Seix Barral).
Y es que sus novelas de ficción anteriores como Viajes al Scriptorium de 2007 y 4321(Seix Barral) 2017, consiguieron que sus buenas mañas se volvieran a juntar a pesar de faltarles un poco de chispa.
Entonces me encontré con unas ganas tremendas de amar a Baumgartner y más sabiendo que el Principe de Asturias de las Letras, estaba siendo tratado de un cáncer . El protagonista es un escritor septuagenario , que enviudó hace una década, vive en New Jersey, necesita ir a buscar un libro en otra habitación pero recuerda que se ha dejado el fuego encendido en la cocina, habla poco con su hermana, de repente llama un mensajero a su puerta a la misma vez llaman al teléfono y resulta que al padre de su vecina se ha cortado los dedos con una sierra. Otra llamada a la puerta , en este caso es el fontanero para revisar el contador del agua, desciende al sótano con él y cae escaleras abajo.
Analizando más en profundidad, denoto que en los momentos centrales de la novela las palabras reales del autor, además de ser acumulativas carecen de importancia lo que evidencia que la estrategia narrativa elegida sea a mi parecer un poco errónea. Al igual que cuando comienzan sus recuerdos de la universidad, su matrimonio y su trabajo como profesor de filosofía en Priceton. Mientras, mete de por medio unos documentos de una poeta que conoció en los años 60 y nos quedamos con la sensación de que por el tamaño del libro esas historias se quedarán en el camino. Y es ahí en la sustancia del libro donde sus cimientos empiezan a crujir a ratos.
También nos encontraremos con un pasaje un poco extraño: el protagonista fue hace dos años a Ucrania, de donde era el padre de su madre, pasaron unos días allí ,le da pie para contar sobre su árbol genealógico y un pasado oscuro. Todo ello metido con calzador, a veces parece hasta como si el autor pidiera disculpas por este pequeño texto tan raro.
Se empieza animar la cosa, con la llegada a la vida de Baumgartner de una joven 16 años menor que él y divorciada; pero siento al autor como en una neblina, una falta de rumbo, sin establecer esas fórmulas que nos son tan familiares de Auster, con una amabilidad un poco cursi y un discurso con un punto cómico sobre el “yo” existencial.
Concluyendo, Auster comienza con el turbo un viaje a ninguna parte, pero ¿quién lo culparía?