Fragmentos volanderos

De la elegancia moral

 

Si miras a largo plazo, verás como la moral se constituye en el germen y el catalizador
del orden y del progreso social e individual (tanto humano, como técnico y científico).
Es por lo que lo primero que se desorganiza en el deterioro mental de las personas y de
las sociedades –y estoy convencido de ello– es su ética.

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Cada vez estoy más persuadido de que el nivel moral –especialmente un tipo de moral,
la moral ciudadana– está en proporción directa al nivel de inteligencia, tanto en lo que se
refiere a individuos como a colectividades. (Inteligencia que no hay que confundir con
astucia, que desde luego, como en los animales, sí que tienen aquellos a los que les falta
lo demás). El que identifica inteligencia y astucia da cuenta de su nivel moral.

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En una extensión considerable de la población hay una misteriosa mentalidad por la
cual entienden perfectamente sus derechos, pero carecen del chip de discernir sus
obligaciones.

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Donde acaban las leyes ha de empezar la buena educación, pues donde no llegan las
leyes llega la buena educación (por ejemplo, al equipo de música de tu vecino).

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Más allá de la aristocracia del linaje en sí misma, la verdadera aristocracia se concentra
en la elegancia… Pero aún más allá de la elegancia textil, más allá de la intelectual, la
verdadera elegancia es la elegancia moral. La elegancia textil es el grado inferior, la
elegancia intelectual es el grado intermedio, y la elegancia moral es el grado superior.

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Quien no tiene calidad ¿cómo podría medir la calidad…? Leyes versus justicia.

 

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No basta con ser honrado, hace falta que la sociedad te dé la posibilidad de mantenerte
honrado. No basta con ser bueno, hace falta que las leyes no te obliguen a no serlo para
poder sobrevivir. Y así sucesivamente… El bueno solo puede mantenerse bueno en una
sociedad buena. Y universalizando el aserto: sólo se puede ser bueno en un mundo
bueno.

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No es bueno que a quien no le haya interesado ni el porqué ni el cómo del orden moral y
social ─es decir, quien no se haya planteado una filosofía ética─ pudiera ser abogado ni
juez en ese orden social.

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De la misma manera que Antígona, el filósofo va más allá de la ley. El político diría que
ir más allá de la ley es ir contra la ley.

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El hombre ha de vivir de acuerdo con su razón ─que en cuanto (razón) social es el
imperativo ético de la justicia─, de igual modo a como el león vive bajo su razón ─su
ley─ de león.

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La personalidad moral tiene un reducto que es difícilmente modificable; desde luego
mucho más difícil de modificar que la personalidad intelectual o psicológica. Ítem más,
en Moral no se puede educar ni adiestrar: únicamente cabe ser mostrada. Hasta el punto
de que su pedagogía sólo puede ser la pedagogía del ejemplo.

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La teoría sobre la ética puede compararse al índice de una obra de creación. Cuando uno
se ha sumergido en su relato, en este caso la vida, encuentra que el conjunto de sus
ítems es una selección inventada y que él pondría otro índice.

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