“La casa en fuga: haikus de una mudanza”, de Eva Muñoz
Por Pablo Llanos.
Reseñar un libro de haikus da algo de respeto, supongo que por el hecho de ser el haiku una técnica fuera de nuestra tradición. Así que antes de empezar con La casa en fuga, de Eva Muñoz, me interesé por el género. Lo suficiente para averiguar algo sobre las diferencias entre el senryu y el haiku y que los puristas apenas consideran que nada de lo que se haya escrito fuera de Japón puede considerarse haiku verdadero. Tal vez tengan razón. El caso es que desde hace más un siglo el haiku, sea de la forma que sea, se viene escribiendo en occidente, respetando la métrica silábica 5-7-5 y creando una nueva tradición. Aportando al género la visión del prisma de las diferentes culturas occidentales.
Así que una vez liberados de las ataduras de las etiquetas, podemos decir que los rasgos del haiku occidental actual mantienen la métrica y un carácter de contemplación serena por la que se llega cierta epifanía y sorpresa. Algo difícil de conseguir en tan solo unas poquitas palabras y para lo que hace falta tener mucha mano. Hay que escribir muchos haikus para encontrar el tono que funcione. No puedo saber cuántos ha escrito Eva Muñoz para encontrar los 82 que funcionaron para conformar La casa en fuga: haikus de una mudanza, en los que se narra la última etapa de la estancia en la casa que ha habitado junto a su hijo, ya adolescente en el momento de la partida. Una casa que en algún momento fue la de una familia de tres miembros y que ya no lo es: “Doscientos euros: / se cierra la subasta / del exmarido”.
Esta periodista y guionista barcelonesa ha esperado con tiento a que su primer poemario publicado fuera una obra redonda. En 2023, tres de sus haikus aparecieron en el libro colectivo El peso de este mundo: Haikus con mariposa, en el que compartía páginas con autores reconocidos y desconocidos, una seña de identidad de la renacida Editorial La Garúa, que sirvieron como una alfombra para la presentación en sociedad de La casa en fuga», ahora publicada en su colección de haikus.
Aunque es su primer poemario se percibe un gran respeto, cuidado y destreza en la elaboración de un género tan delicado como el haiku, trasladándolo a una naturaleza muerta como lo es una casa, a la vez tan viva, como lo es un hogar. Un tenue movimiento, el del que observa la mudanza. Entre los poemas destacan varias series de haikus encadenados en sucesivas estancias de la casa (cocina, salón, corredor, galería), lo que hace que el poemario pueda leerse casi como un solo poema compuesto de haikus y en el que las repeticiones hacen aparecer cierto ritmo y musicalidad añadida a un género que, a priori, parece no tenerla.
La galería. / En un pozo de luz / sumerjo el brazo.
La galería. / Caen los segundos en / la transparencia.
En la cocina, / cada regreso pauta / otra jornada.
Todo es pasar. / También la luz del día / por la cocina.
En su ensayo sobre la creación, Teoría general de la basura, Agustín Fernandez Mallo desarrolla la idea de que un proceso creativo es un proceso de cambio. Incide en el hecho de que no puede haber ningún cambio si algo no se mantiene constante. En química, por ejemplo, para que ocurra el cambio la masa ha de permanecer contante; en física, la energía. En la literatura, otro tanto, algo siempre permanece constante. Cambia el protagonista, el entorno permanece constante. Cambian las circunstancias, el protagonista permanece.
Algo cambia, algo permanece constante. Son muchas las cosas que cambian en una mudanza, de por sí un proceso de cambio por antonomasia que Eva Muñoz explora en una breve y hermosa nota al final del libro. «variar, cambiar; dejar el modo de vida o el afecto que antes se tenía». Pero ¿Qué permanece constante? Y más concretamente, qué es lo que permanece en esta casa en fuga: el escenario, la casa, cambia. El hijo pasa de la niñez a la adolescencia. El exmarido desaparece. La galería, los geles, el corredor ajedrezado, el retrato de Ouka Leele, la puerta de entrada convertida en puerta de salida. Todo deja de ser. La autora, la autora cambia, ¿las cajas?
Las cajas son lo que permanece constante en una mudanza. Las cajas acogen esa vida anterior y como por arte de prestidigitación la devuelven en el destino en forma de una nueva vida. He de decir aquí que la palabra “caja” no aparece en ningún verso del poemario.
Dejadme detenerme aquí para dar unas breves indicaciones en ergonomía y prevención de riesgos laborales. No deben levantarse grandes pesos. Si usted va a hacer una gran mudanza utilice muchas cajas pequeñas en vez de pocas cajas grandes. Eva Muñoz, mente avispada, madre precavida, mueve una gran carga poética en cajas pequeñas, mínimas como haikus.
Pasa la vida
unas veces de ida,
otras de vuelta.
Sí, efectivamente, Eva Muñoz tiene un gran talento, por su capacidad con la que juega con las palabras, con gran delicadeza e inteligencia, en este caso, en forma de haikus. Muy buena crítica y muy buenos augurios para esta autora novel que empieza a publicar como poeta en su madurez.