“Civil War”, de Alex Garland
JOSÉ LUIS MUÑOZ
Cuidado con las distopías porque se acaban cumpliendo, y ahí está Contagio, la película que se anticipó cuatro años a la epidemia del Covid y dio lugar a teorías conspiranoicas que se desatan cuando la realidad imita a la ficción. Pues lo mismo ocurre con esta película proteica, realizada con extraordinaria fuerza por el británico Alex Garland (Londres, 1970), que también es guionista, y que lleva al espectador ante un más que probable conflicto civil en Estados Unidos cuando una serie de estados declaran la independencia y marchan con sus ejércitos a la conquista de Washington y la Casa Blanca. ¿Anticipación? ¿Fantasía? No excesiva si nos atenemos a la declaración de Donald Trump de incendiar su propio país si no gana las elecciones y a su discurso político que busca enfrentar a unos con otros.
Estados Unidos arde en llamas. La unión se deshace. Un grupo de corresponsales de guerra encabezado por la veterana y mítica fotógrafa Lee Smith (Kirsten Dust), y formado por el periodista de informativos Joel (Wagner Moura), el perro viejo Sammy (Stephen McKinley), a los que se une la bisoña aspirante a fotógrafa Jessie Cullen (Cailee Spaeny, la intérprete de Priscilla), que es poco más que una niña, deciden emprender un arriesgado viaje desde un Nueva York, azotado por sangrientos atentados, a Washington antes de que las fuerzas occidentales lideradas por Texas y California lleguen a la Casa Blanca, para hacer una entrevista al cuestionado presidente (Nick Offerman) y tener así una exclusiva espectacular.
El director de Ex Machina agita en su película los demonios de Estados Unidos, ese racismo latente desde la guerra de secesión que enfrentó norte y sur, en una de las escenas más tensas y mejor resueltas del film, cuando el grupo de periodistas es interceptado por unos militares racistas que eliminan a los que no son genuinamente americanos. La película, que no renuncia al gran espectáculo (el asalto a la Casa Blanca, es sencillamente sobrecogedor por su violencia y realismo) tiene también mucho del Cormac McCarthy distópico de La carretera cuando el grupo de periodistas cruza la América profunda y tropieza con un grupo armado que se toma la justicia por su mano, y cuestiona la ética periodística, sobre todo en los conflictos bélicos, que se sacrifica en aras del sensacionalismo.
Un film el de Alex Garland, maravillosamente interpretado, que mantiene la tensión dramática hasta el minuto final cuando la fotógrafa bisoña Jessie Cullen, testigo de un sinfín de brutalidades que acaban curtiéndola, pierde la inocencia y se convierte en el frío notario de lo que sucede a su alrededor y la cámara capta. Crucemos los dedos para que esta película no se convierta en realidad.