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Teatro para leer con la versión de Eduardo Galán de «La Regenta», de Leopoldo Alas «Clarín»

Horacio Otheguy Riveira.

Un novelón naturalista del XIX, con su estupenda influencia de los escritores franceses de la época, llega al teatro con la frescura e imprescindible síntesis (900 páginas) aportada por Eduardo Galán, profesor de lengua y literatura, dramaturgo con obras propias, adaptador de clásicos y productor (Secuencia 3). Al tiempo en que la puesta en escena de Helena Pimenta gira por las Comunidades, se publica esta impecable edición con muy pocas acotaciones. Las justas para que cada lector se convierta en entusiasta director, reubicando personajes y diálogos envolventes para hacer propia, también como selecto espectador, la historia que Leopoldo Alas Clarín (1852-1901) desarrolló con lujo de detalles resulta imposible de trasladar tal cual, ni siquiera parcialmente con esa pertinaz observación en ambientes y contexto de la burguesía católica de aquella época, finales del XIX, de allí que las escenas de aquel tiempo se reflejen en un contexto atemporal, sin abandonar los reflejos de aquellas represiones, aquellos poderíos eclesiásticos…

El mayor desafío al trasladar al teatro consistió en la recreación de los personajes de la novela, y Galán consiguió que estos pudieran alcanzar la dimensión de sus ambiciones y angustias como si hoy mismo pudieran acompañarnos página a página. Lo histórico entre nuestras tazas de café como si leyéramos en la borra de un legendario ritual turco el fatídico final con acentuados giros de destino, al tiempo que podamos permitirnos visualizar cuánto de presión social tremenda ahoga esperanzas y muy personales deseos de libertad.

«… En la ciudad de Vetusta vive Ana Ozores, de familia noble venida a menos, casada por conveniencia con don Víctor Quintanar, regente de la audiencia, bastante mayor que ella… El temperamenteo sensible y soñador de Ana la lleva a refugiarse en el misticismo, pero su confesor, el canónigo Fermín de Pas, la decepciona cuando intenta aprovecharse de ella. Cae entonces en brazos de Álvaro Mesía, un mediocre don Juan…»

 

Portada de la estupenda publicación de Éride Ediciones.

 

«DOÑA PAULA: Cuando tenía cuatro años, el aya inglesa con la que vivía la obligaba a acostarse todas las noches antes de tener sueño. Apagaba la luz y se iba. Anita lloraba. ¡Qué injusticia, acostarla sin sueños, sin cuentos, sin caricias, sin luz! Pero en la imaginación de Ana Ozores vivía su mamá que le cantaba canciones apretándola contra su pecho. Sin saber cómo, en ese momento le vino a la cabeza la imagen de don Álvaro Mesía, el presidente del casino.

ANA: ¡Vaya una manera de hacer examen de conciencia!»

 

Acuarela de Rubén de Luis, en claro homenaje a la novela y la catedral de Vetusta (inspirada en Oviedo).

 

Ana Ruiz como Ana Ozores en la versión teatral de Eduardo Galán dirigida por Helena Pimenta, actualmente en gira.

 

Escena 2

En casa de DON FERMÍN (magistral de la catedral de Vetusta). Su madre DOÑA PAULA le entrega una carta y él duda si abrirla…

DOÑA PAULA: ¿Qué te quiere esa señora?

DON FERMÍN: No sé; aún no he abierto su carta. (La guarda con disimulo) Adiós, madre. Voy a felicitar al señor de Carraspique.

DOÑA PAULA: ¿Tan temprano?

DON FERMÍN: Sí, porque después se llena aquello de visitas y tengo que hablarle a sola.

DOÑA PAULA: ¿No la lees?

DON FERMÍN: ¿Qué he de leer?

DOÑA PAULA: Esa carta.

DON FERMÍN: Luego, en la calle; no será urgente.

DOÑA PAULA: Por si acaso, léela aquí por si tiene que contestar enseguida o dejar algún recado, ¿no comprendes?

(DON FERMÍN hace un gesto de indiferencia y lee la cara. ANA OZORES la recita)

ANA: Mi querido amigo: hoy no he podido ir a comulgar porque necesito verle antes. Quiero confesarme otra vez. No piense que son mis escrúpulos habituales de los que le he hablado y que tanto daño me causan. Creo que me ha dado la absolución sin que yo le haya confesado todas mis faltas. Si usted fuera tan amable que consintiera en oírme esta tarde un momento, se lo agradecería de corazón. Su hija espiritual y afectísima amiga. Ana Ozores de Quintanar.

DOÑA PAULA: ¡Jesús, qué carta!

DON FERMÍN: ¿Qué tiene?

DOÑA PAULA: ¿Te parece bien ese modo de escribir al confesor? ¿No dices que la Regenta es tan discreta? Esa carta es de una tonta o de una loca.

DON FERMÍN: No es loca ni tonta, madre. Es que no sabe de estas cosas todavía… Me escribe como a un amigo cualquiera.

DOÑA PAULA: Vamos, es una pagana que quiere convertirse (PAUSA) Ayer tarde no fuiste a ver al señor de Ronzal.

DON FERMÍN: Se me pasó la hora de la cita. Era la primera vez que confesaba conmigo y mi deber era atenderla.

DOÑA PAULA: Ya lo sé; estuviste dos horas en el confesionario, y el señor de Ronzal se cansó de esperar.

DON FERMÍN: Pero, madre, tiempo hay.

DOÑA PAULA: Tu deber es cumplir con la gente que te puede ayudar a ser obispo y cardenal. ¡Lo demás es perder el tiempo!…».

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Otras creaciones de Eduardo Galán en CULTURAMAS:

Las guerras de nuestros antepasados (versión de la novela de Miguel Delibes)

Tristana (a partir de la novela de Pérez Galdós)

La profesora (autoría completa)

Los pazos de Ulloa (versión de la novela de Pardo Bazán)

Y desde esta semana, en el Reina Victoria de Madrid, su versión de LA CELESTINA con ANABEL ALONSO y dirección de ANTONIO GUIJOSA.

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